Por ahí leí que si a los políticos se les dejaba de pagar el sueldo durante la cuarentena, esta hubiera durado apenas unas pocas semanas. En lugar de restringirlo todo desde la comodidad de su sueldo fijo, hubieran sentido y entendido la urgencia de millones de personas por salir a trabajar. Y hubieran analizado cuidadosamente los beneficios y perjuicios de cada restricción. Ahora que lo peor ha pasado, el debate sobre la conveniencia o no de esta cuarentena continuará. Seguiremos discutiendo sus resultados, beneficios y daños. En lo que sí estaremos de acuerdo es en el enorme perjuicio económico que varias restricciones exageradas causaron y siguen causando.
Se les fue la mano a nuestras autoridades con prohibiciones difíciles de justificar. ¿Qué ganamos con un toque de queda tan temprano, más allá de embotellamientos y colas en supermercados? ¿Por qué, mientras muchas empresas como supermercados, farmacias, bancos, sector exportador, empresas de alimentos, farmacéuticas, entre otras, pudieron trabajar demostrando que es posible hacerlo con seguridad, al resto se les prohibió abrir? ¿Qué ganamos con solo permitir la venta a domicilio de comida y medicinas? Mientras en otros países los envíos a domicilio de cualquier artículo no se detuvieron, aquí solo permitieron su venta luego de la insistencia de los comercios.
Las prohibiciones perjudicaron miles de empleos. El daño está hecho. Toca mirar al frente. No caer en el mismo error de restringir por restringir. Por eso preocupa que las mismas autoridades que celebran que durante varios días no haya muertes por el virus, nos mantengan en un absurdo semáforo amarillo. ¿De qué manera ayuda a prevenir contagios el restringir la circulación de vehículos según su placa o prohibirla los domingos? ¿Qué sentido tiene que nuestros hijos sigan sin ir al colegio? ¿Por qué continuamos con un toque de queda?
“Por nuestra salud y seguridad”, dirán las autoridades. Que me expliquen de qué manera me protege el tomar un taxi un domingo al no poder usar mi carro. ¿Qué riesgo a la salud trae el volver a casa después de las nueve de la noche? Lo que sí sabemos es que miles de restaurantes, locales comerciales y negocios, ya muy golpeados, siguen siendo afectados por estas medidas.
Por todos lados nos hablan de normas, medidas, protocolos de bioseguridad. Parecería ser la nueva muletilla de los políticos para justificar sus restricciones. Y sus negociados.
Cuidado nuestras autoridades, amantes de crear ordenanzas innecesarias, hacen de los protocolos de bioseguridad la nueva modalidad para restringir al comercio, cerrar empresas por ridiculeces y engordar sus cuentas con nuevas biocoimas. Ya imagino la visita sorpresa del funcionario a un negocio para inspeccionar el cumplimiento del manual de bioseguridad. Lo puedo escuchar: “Esta es una falta muy grave, pero lo voy a ayudar, ¿cómo hablamos?”.
Hay que eliminar el semáforo y sus restricciones. No tienen sentido. Promover el uso de la mascarilla y manos limpias ayuda más que todas estas medidas que solo perjudican negocios y familias. No hay razón para postergar el cambio.
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