lunes, abril 06, 2020

Volver a estar juntos

Los zapatos que esperan. Las piezas del rompecabezas sobre la mesa del comedor. Abdominales en la sala. Reunión en sandalias frente al computador. Abrazos virtuales. Cientos de mensajes en el celular. Otro chiste para distraernos de lo que ocurre afuera. Máscara, guantes, jabón. ¿Qué día es hoy? Un trago solitario brindando con el televisor. Lavarse las manos. Volverlas a lavar. Cola en el supermercado. Toque de queda. Pedido a domicilio. Noche de juegos en familia.

Otro rumor. Otro dolor. ¿Se contagió? ¿Murió? ¿Cuántos muertos van ya? Paranoia colectiva. Miedo. Pánico. Angustia. Dolor de cabeza, tos, dificultad para respirar. Otros pulmones que no resisten. ¿Algún hospital que reciba al abuelo? Otra vida que se va. Otro cuerpo esperando que vengan por él. Lágrimas. Frustración. Resignación.

Funcionarios y autoridades trabajando sin descanso, exhaustos. Enfrentando la prueba más dura de sus vidas. Funcionarios de los buenos, que sí los hay. Y también de los malos, los incompetentes, los que se hacen los muy bravos y solo crean caos. Los que solo están para la foto. Para mostrar que ayudan, antes que ayudar de verdad.

La solidaridad, la generosidad inmensa de la gente, de empresas, de vecinos, de amigos que dan la mano, que aportan dinero, que consiguen equipos y medicamentos. Que se mueven sin descanso para ayudar a los necesitados. Que reúnen los recursos que nuestros gobiernos despilfarraron y que los corruptos se llevaron.

Sinvergüenzas en tiempos de crisis. Que aprovechan la tragedia para engordar sus cuentas. Sobreprecios en la compra de mascarillas. Politiqueros sembrando falsas noticias. Sus intereses políticos por encima de las vidas.

La mayoría silenciosa que espera ansiosa. La preocupación por el aumento en los contagios y muertes se une con la desesperación por llegar a fin de mes. Empleados a quienes no podrán pagarles la próxima quincena. Informales que no han vendido un centavo. Dueños de negocios a punto de quebrar. Empresarios haciendo números que no dan. La plata se acaba. La necesidad de salir a trabajar.

¿Morir del virus o morir de hambre? ¿Será la cura peor que la enfermedad? Controlamos parcialmente el número de contagios mientras se destruyen negocios, empleos, fuente de ingresos. ¿Seguir aislados, con el país estancado o salir a trabajar, a producir, aumentando los contagios? Gran dilema. Difícil solución.

Aplausos de pie para quienes salen todos los días para que el resto podamos quedarnos en casa. Médicos, enfermeros, policías, militares, agentes de tránsito, guardias, cajeros de supermercados, farmacias y bancos, mensajeros, transportistas, fabricantes de los alimentos, medicinas y productos que nos permiten continuar nuestras vidas.

La certeza de que saldremos adelante. Que todo esto pasará. Que en tiempos de crisis nacen las mejores ideas, se crean nuevas oportunidades. Que incluso con los problemas de hoy vivimos el mejor de los tiempos. En un mundo con menos hambre, menos violencia, más educación, más tolerancia, más salud, más libertad. Con avances científicos que no se detienen, que nos sacarán pronto de esta situación.

La ilusión de volver a estar juntos. De ver el mundo. De llorar abrazados por los que se fueron. De disfrutar con más intensidad con los que se quedan. Soñar, creer, estar convencidos de que de esta separación temporal saldremos todos más unidos.


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