Lo más grave no es que una persona se contagie de coronavirus. Lo más grave es que lo haga una persona mayor o con alguna condición previa como asma, diabetes o enfermedad cardíaca. Ellas son las más vulnerables a enfermarse gravemente o incluso morir. La gran mayoría de personas saludables contagiadas con el virus salen adelante.
Con los países pasa igual. No es lo mismo cuando una crisis golpea a un país con una economía saludable, con instituciones sólidas, con reservas, con un gobierno estable, que cuando una crisis llega a un país endeudado, obeso, casi quebrado, corrupto, sin institucionalidad.
Lo más grave no es la caída en picada del precio del petróleo y el estancamiento que el coronavirus está generando en toda la actividad comercial. Lo más grave es cuando esto le ocurre a un país débil y enfermo, como el nuestro.
Lenín Moreno recibió un país enfermo de despilfarro, de deudas, de corrupción, de estatismo, de restricciones comerciales, de proteccionismo. Un país gravemente enfermo de correísmo. Tres años después, Lenín Moreno no ha seguido las recetas que podían curar al país. Se puso cómodo y continuó una variante moderada de ese mismo camino proteccionista, del Estado obeso, de la misma enfermedad.
Por eso, Lenín Moreno se ve obligado ahora a anunciar medidas urgentes para enfrentar la crisis. Ha sido necesario que el mundo se paralice por una pandemia y que el precio del petróleo caiga por los suelos, para recién ahí anunciar, parcialmente, medidas que debió tomar antes.
Lo positivo es que esta vez no todas las medidas apunten al sector privado tan golpeado. Ahora los servidores públicos tendrán que aportar un porcentaje de su salario. La burocracia ecuatoriana es la clase más privilegiada de este país. De largo. Es excesiva, está llena de cargos innecesarios, los sueldos son superiores a los del sector privado, y se alimenta de evitar que las cosas cambien.
Lenín, que no ha logrado reducir el Estado obeso, esta vez ofreció eliminar varias instituciones públicas innecesarias. Ojalá ahora sí cumpla. Como ya lo han denunciado varios medios, no es la primera vez que Lenín ofrece reducir la burocracia. Lo hizo hace un par de años y hoy existen varias de las instituciones que prometió eliminar o fusionar.
Más allá de estas ofertas de reducir el tamaño del Estado, esta ha sido otra oportunidad perdida para tomar medidas de fondo que liberalicen esta economía atrapada por un correísmo que se niega a morir. El Gobierno prefirió ir por medidas tibias. Si Lenín se quejaba que su antecesor no le dejó la mesa servida, el próximo presidente tendrá más razones para quejarse. Si bien este gobierno ha tenido aciertos en el ámbito político logrando instituciones menos politizadas, eliminando barbaridades como la reelección indefinida, y si todo sigue su curso, el Consejo de Participación Ciudadana, en el ámbito económico simplemente no supo ni pudo resolver. Nos deja en las mismas.
Somos un país enfermo, un país vulnerable. Cualquier crisis nos ataca con fuerza. Como van las cosas, todo apunta a que este gobierno nada de fondo hará para curarnos. Toca esperar hasta mayo del próximo año.