La dolarización cumple 20 años. Mucho se ha
hablado de ella. Se discute sobre quiénes fueron sus “padres”. Sobre si el
cambio de 25000 sucres fue mucho o poco. Sobre las razones políticas que
llevaron a la decisión.
Pero algo que no está en discusión son sus
beneficios. Veinte años después, estamos de acuerdo en que gracias al dólar
somos un mejor país para vivir, o al menos un país menos malo. El dólar es
nuestro héroe. Merece un monumento más grande que esa monstruosidad de Guayas y
Quil a la entrada de Guayaquil.
Hoy vemos felices lo que el dólar ha logrado.
Pero lamentamos llegar muy tarde a la dolarización. Estaba siempre ahí como
solución. De hecho, ya estábamos parcialmente dolarizados de manera espontánea
con sueldos, bienes y servicios que se cotizaban en dólares. Muchos economistas
y analistas recomendaban la dolarización como única salida a un país con
drásticas y constantes devaluaciones y el riesgo siempre latente de políticos
populistas listos para imprimir más billetes.
Pero tuvo que venir una gran crisis para que
todos se pongan de acuerdo que dolarizar era la única salvación. Tuvimos que
llegar a la emergencia, tener al paciente en estado terminal, para actuar.
Hoy tenemos otros casos parecidos a la
dolarización de hace 20 años. Otras crisis que sabemos van a llegar, que sí
tienen soluciones, pero que ningún político se atreve a implementar.
Crisis como la de nuestra seguridad social. Que
sabemos que no es sostenible. Que tarde o temprano explotará. Millones de
contribuyentes no recibiremos ni los servicios ni la jubilación para los que
aportamos mes a mes, mientras van y vienen políticos que utilizan la plata de
los afiliados como plata del Gobierno.
A pesar del inevitable desastre, no hacemos
nada. Solo ponemos parches a un sistema quebrado. ¿Esperamos acaso una crisis
total, que el paciente entre en coma, para dar el paso que podríamos hoy dar de
forma ordenada y planificada? Mientras no vayamos a un nuevo sistema que impida
a los políticos malgastar los fondos de nuestros aportes, seguiremos igual.
Los billetes solo se dejaron de imprimir
irresponsablemente cuando ya fue imposible imprimirlos con la adopción del
dólar. La seguridad social solo funcionará cuando los políticos no le puedan
meter la mano. Y eso solo ocurrirá cuando cada ciudadano pueda decidir donde
aportar su dinero. Cuando cambiemos el monopolio público por un sistema
competitivo y justo. Cuando pasemos a un sistema de capitalización individual
donde cada contribuyente pueda ver su plata crecer, como lo hacen en la cuenta
de su banco, en lugar de enviarla al saco roto de hoy.
¿Qué tan grave debe ser la situación para que
demos el paso inevitable hacia un nuevo sistema de seguridad social? ¿Qué
estamos esperando? ¿Se atreverán nuestros funcionarios, empezando por los
actuales que ya están de salida, a encarar de verdad este problema o prefieren
postergarlo hasta que todo le reviente a un futuro gobierno?
La dolarización es lo mejor que le ha sucedido
al país a pesar de la forma drástica como ocurrió. El cambio en nuestra
seguridad social podemos hacerlo bien y a tiempo, sin llegar a una crisis
total.
1 comentario:
blablabla y nada sobre que LA DIVISA SE LA LLEVAN A VENEZUELA LOS REFUGIADOS, que el 60% de ecuatorianos no tiene empleo mientras que los venezolanos en situación ilegal ocupan puestos de trabajo porque no pagan impuesto a los ingresos, no les pagan IESS, ni los décimos, ni los aguinaldos, ni los beneficios de las "conquistas sociales", ni el mínimo. Sigue adorando papeles sin valor, la FED emite papeles sin respaldo desde hace décadas y con la pandemia, esa casa de naipes cae porque cae y arrastrará a todos. Encima de que en USA en 1 semana se les acaba el inventario de partes de China.
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