Nunca he votado nulo. En más de una elección me
ha provocado garabatear las caras de candidatos vergonzosos con nada que
ofrecer y mucho que destruir. Pero ni ante las más decepcionantes papeletas, he
cedido a la tentación del nulo. Siempre me he ido por el mal menor.
Ahora no. Esta vez es diferente. Votaré nulo
por primera vez en mi vida en la elección de los representantes al Consejo de
Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS). A diferencia de otras ocasiones
en las que tocaba votar por el mal menor, aquí solo existe un mal mayor: la
existencia de ese engendro creado por el correísmo, que debe desaparecer. No
podemos hablar de candidatos menos malos cuando el cargo en sí es lo malo.
Votar por cualquier candidato solo legitima la existencia del CPCCS.
En las redes circulan pollas con los supuestos
candidatos por los que se podría votar para que el Consejo no sea tan malo.
Políticos y analistas comparten sus listas de favoritos. Asumo que hay personas
preparadas y decentes en las papeletas. Pero eso es secundario. Son candidatos
que validan la existencia y permanencia del CPCCS. Quieren ser parte de esa
monstruosidad. Y eso ya es suficiente razón para rechazar a todos.
Hay quienes argumentan que al votar nulo se dan
mayores opciones de ganar a los candidatos correístas. Lo dudo mucho. En una
elección tan confusa y sin información sobre los candidatos, casi nadie, ni el
más correísta de los correístas, tendrá claro quiénes son los candidatos afines
a sus ideas. Los candidatos no aparecen bajo un partido que los identifique,
prácticamente nadie les ha visto la cara o peor aún conoce sus credenciales, y
para complicar aún más las cosas, hay que votar en tres papeletas por cuatro
hombres, cuatro mujeres y un candidato de grupo minoritario. Ni quienes se han
tomado el tiempo de estar informados entienden bien tanto relajo.
En una elección tan complicada y con tan poca
información, la gran mayoría de personas votará sin tener idea por quién
hacerlo. Seguramente escogerán al azar las caras que les parezcan más
simpáticas. Y de esos, muchísimos votarán nulo sin querer queriendo, al escoger
más candidatos de la cuenta. Se trata de una elección confusa y mal hecha para
un organismo que debe desaparecer. El único camino sensato es enviar un fuerte
mensaje de rechazo votando nulo.
Es verdad que si el nulo no gana, eventualmente
se formará un CPCCS con los más votados. Pero un porcentaje importante de votos
nulos enviará un poderoso mensaje al Gobierno, al CPCCS y a todos los
ecuatorianos. Todos esos votos nulos que se repetirán de mesa en mesa por todo
el país darán el impulso necesario para eliminar este absurdo y todopoderoso
organismo creado por el correísmo.
No es fácil votar nulo. Va en contra de nuestro
sentido de pragmatismo que suele llevarnos a escoger el mal menor antes que
tachar la papeleta. Pero esta no es una elección normal por candidatos que
ocuparán cargos legítimos. Esta elección es un plebiscito sobre la existencia
de un organismo que personifica todo el mal del correísmo. Lo único responsable
es dar un contundente y masivo voto por el nulo.