lunes, noviembre 19, 2018

La libertad ante todo


Mario Vargas Llosa pasó por Guayaquil sembrando su optimismo. Llegó invitado por Ecuador Libre y el Instituto Ecuatoriano de Economía Política, fundaciones dedicadas a promover las ideas de libertad. Vargas Llosa no vino a hablar de sus novelas, ni sus personajes. Vino a hablar de su otra pasión: la defensa de la libertad. Y, sobre todo, habló de su último libro La llamada de la tribu. En él presenta su biografía intelectual y política, desde que era un joven marxista hasta llegar al liberal de hoy. La lectura y estudio de varios autores le hicieron cuestionar sus creencias y principios y le mostraron que la libertad es el único camino hacia la prosperidad.

Vargas Llosa lo ha logrado todo como escritor e intelectual. Podría descansar tranquilo, dedicado a leer y pasarla bien. Pero a sus 82 años continúa viajando, dando entrevistas y discursos para promover las ideas de libertad. “La libertad es el valor supremo… ella es una sola y debe manifestarse en todos los dominios –el económico, el político, el social, el cultural– en una sociedad genuinamente democrática”, escribe en su último libro.

Vargas Llosa es un liberal en todos los sentidos. Defiende el libre mercado, la libertad de expresión, la democracia, la libertad religiosa, así como la legalización de las drogas, el derecho de una mujer a abortar, el derecho de los homosexuales a casarse y adoptar niños. La libertad individual, ante todo.

Y así como defiende la libertad es enemigo del fanatismo, por ello aclaró que el liberalismo no pretende imponer una sola línea de pensamiento. Y condena con firmeza el estatismo, los populismos, las dictaduras, los nacionalismos y todo aquello que limite esa libertad individual. “Nada representaba tanto el retorno a la “tribu” como el comunismo, con la negación del individuo como ser soberano y responsable, regresado a la condición de parte de una masa sumisa a los dictados del líder… que resucitaba las peores formas de la demagogia y el chauvinismo”, escribe en su libro. Acá conocemos bien a esas tribus sumisas que se dejan seducir por el líder demagógico. Conocemos bien los peligros de la tribu.

Por eso es tan importante su mensaje, para abrir los ojos y mentes de quienes todavía creen en cuentos socialistas, que se oponen al capitalismo que tanto bienestar les ha dado, que condenan el libre comercio con argumentos nacionalistas, que pretenden que un Estado sobreprotector les solucione la vida, que se dejan seducir por el populista antiimperialista de turno. Todo eso que debería estar sepultado, sigue vigente en países como el nuestro. Sigue siendo una amenaza en nuestra vida política.

Las ideas liberales de Vargas Llosa quizás no son nuevas. Siempre han estado aquí para que las apliquemos. Pero estas ideas cobran mayor relevancia cuando un intelectual de su talla las promueve.

Vargas Llosa terminó su discurso con un mensaje optimista: por primera vez los países pueden elegir ser pobres o ricos. Pueden elegir ser prósperos. El camino ya está marcado. Ya sabemos cómo lograrlo. Basta seguir ejemplos como los de Chile o Hong Kong: apertura al mundo, libre mercado, instituciones fuertes, justicia independiente. Suena sencillo, si solo votáramos por quienes están dispuestos a seguir ese camino.


lunes, noviembre 05, 2018

Zombis verdeflex


Reaparecieron justo en Halloween. Los zombis verdeflex. Correa, Patiño y Alvarado. Un trío que no necesita máscara para asustarnos. Y nos recordaron que con ellos las cosas siempre podrían estar peor.

Correa organizó una sabatina belga para defenderse y dar su versión del caso Balda. Aprovechó para decir el tipo de cosas que solo un tipo como él puede decir. Por ejemplo, se quejó de una justicia parcializada en el actual Gobierno. El chiste se cuenta solo. Dijo que su seguridad está en riesgo porque sabe muchos secretos de Estado. Se quejó varias veces de la doble moral del Gobierno actual. Criticó la falta de ética de Lenín por cobrar doble sueldo, como presidente y exvicepresidente. En eso tiene razón, pero parece olvidar que en el campo de la doble moral él fue el campeón como presidente, ganando cientos de miles de dólares en juicios con jueces serviles.

En fin, lo de Correa fue un poco más de lo mismo de siempre, solo que ahora sin gran público de cola y sánduche, ni cadena nacional que multiplique su voz por todo el país. Fue un amable recordatorio de la suerte que tenemos de ya no tenerlo en Carondelet. Cerró su sabatina defendiendo la inocencia de Lula, Cristina Fernández de Kirchner y Jorge Glas, todos unos pobres perseguidos.

Más cerca, en un mitin político en Latacunga, al exministro de Economía y Finanzas, exministro del Litoral, exministro de Coordinación Política y exministro de Relaciones Exteriores se le nota la desesperación de haber perdido el poder. Debe extrañar viajar por el mundo entero, comer rico, dormir en lujosos hoteles sin pagar un centavo.

Ricardo Patiño pide muy enojado a los seguidores correístas que salgan a hacer relajo, que pasen de “las estrategias de resistencia pasiva y organizada, a la resistencia combativa”, que se preparen “para la represión, porque tenemos que tomarnos las instituciones públicas, tenemos que cerrar los caminos”.

Tiene suerte Patiño de no enfrentar a un Correa en el poder, o lo destrozaban en la sabatina, y ese mismo lunes se le metían a la casa, le abrían los cajones, se le llevaban sus computadoras, y un par de días después ya tenía orden de arresto por incitar a la violencia.

Y para cerrar este trío de zombis, Fernando Alvarado reapareció en un video. Lo hizo luego de fugarse del país con la misma facilidad con la que interrumpía noticiarios con cadenas nacionales. Alvarado también se queja de persecución política, de justicia politizada y todas esas prácticas en las que ellos fueron los grandes maestros.

Así estamos. Entre correístas, excorreístas y correístas disfrazados de excorreístas, que al final del día son los mismos. Los de ayer de largo peores, abusadores del poder, maestros del despilfarro y la corrupción, cínicos inigualables. Los de hoy, menos escandalosos, más moderados, pero con muchísimo por hacer si quieren desligarse de su reciente pasado correísta y probar que sí pueden gobernar.

No hay que descuidar a los zombis del correísmo. Resucitan, se niegan a morir y pueden morder. Ya nos hicieron suficiente daño como para permitir que se acerquen nuevamente al poder.