Somos campeones del gasto público. Según el
Banco Interamericano de Desarrollo, Ecuador es el país que más gasta en compras
públicas entre los 21 países de toda América Latina y el Caribe. Y gastar más
no significa necesariamente comprar más. Aquí gastamos más y gastamos mal.
El estudio muestra también que mientras los
gastos en capital o inversión pública casi no han variado desde 1980 en la
región, el gasto corriente –sueldos, subsidios, intereses de deuda, mantenimiento
de instalaciones públicas, etc.– ha aumentado más del 70%. En Ecuador el
presupuesto de gasto corriente del 2018 es mayor que el del 2017. Los mayores
recortes son en obra pública.
Nos hablan de ahorro, de responsabilidad, de
austeridad, de ajustarnos cinturones. Pero seguimos gastando como nuevos ricos.
El gasto público improductivo no se reduce como nos ofreció el Gobierno el año
pasado. El gasto corriente sigue aumentando. Más sueldos públicos que pagar.
Más gasto en compra de bienes y servicios.
Incluso cuando una institución pública quiere
gastar menos y ahorrar dinero comprando lo que necesita al mejor precio, no
puede hacerlo. El sistema la lleva a botar la plata. “Estoy obligado a comprar
más caro y de peor calidad”, nos comentaba el director de una institución
pública que debe hacer sus adquisiciones a través del portal de compras
públicas.
Cuando hace poco esta institución necesitó
comprar camisetas estampadas para sus empleados, no pudo cotizar con distintos
proveedores como lo haría cualquier empresa privada. No pudo comparar precios,
calidad, tiempo de entrega y escoger al mejor proveedor. No. Si eres parte del
sector público tienes un número limitado de proveedores registrados en el
Servicio Nacional de Contratación Pública-Sercop a los que tienes que comprar
lo que te ofrecen, siempre pagando de más por productos de inferior calidad.
Estas camisetas estampadas en el mercado se consiguen por unos 6 dólares. Pero
esta institución debió pagar más del doble en el portal de compras públicas por
unas de mala calidad que no llegaron en las tallas solicitadas. Lo mismo les
ocurrió cuando debieron comprar nuevas computadoras. Solo tuvieron la opción de
pagar precios inflados por unos equipos sin marca y de mala calidad.
Lo que le ocurrió a esta institución es un
botón que muestra un problema mayor. El sistema de compras públicas lleva al
despilfarro y la ineficiencia. Y ya sabemos que siempre hay alguien que se
beneficia de esas trabas, de la escasez de proveedores y la falta de
transparencia. Las compras públicas son un agujero negro de misterios donde los
proveedores más calificados y con mejores precios son repentinamente excluidos
para dar prioridad a proveedores improvisados con precios exagerados.
La solución a este absurdo es sencilla. La
viene impulsando la Cámara de Comercio de Guayaquil: que el Estado compre a
precios de mercado. Tan obvio como eso. Se trata de evitar sobreprecios e
ineficiencias. Pero ya sabemos que con el sector público nada es tan sencillo
como parece.
El Gobierno ha ofrecido mejorar los procesos de
compras públicas. Buscará restringir el abuso del régimen de contratación
especial e impulsar la participación de más proveedores para lograr precios de
mercado. Ya veremos.
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