lunes, octubre 15, 2018

Un lugar para Bezos


La foto es de 1999. Jeff Bezos trabaja frente a su computadora en una oficina pequeña, oscura, sencilla. En la pared cuelga un cartel hecho a mano donde se lee Amazon.com.

Casi veinte años después, Jeff Bezos es el hombre más rico del planeta. La empresa que empezó vendiendo libros hoy vende de todo y nos facilita la vida a millones de personas. Más de 500.000 personas trabajan en ella. Es el resultado del esfuerzo, la visión, las ganas de un hombre que tuvo una buena idea y se lanzó tras ella.

Y es también el resultado de estar en el lugar correcto. Un negocio como Amazon necesitaba del entorno correcto: buen servicio y cobertura de internet en casas y oficinas, un servicio postal eficiente con buenas carreteras y conexiones aéreas, leyes laborales que permitan contratar gente sin complicaciones. Con todo eso contaba Bezos en Estados Unidos hace más de 20 años.

La semana pasada, en la Cámara de Comercio de Guayaquil, Carlos Cueva, fundador del Grupo Difare, y Estuardo Sánchez, fundador de los almacenes con su nombre, contaron las historias, las anécdotas, los desafíos de iniciar y sacar adelante sus negocios en nuestro país.

Hoy, Grupo Difare es la empresa farmacéutica más importante del país y Almacenes Estuardo Sánchez, uno de los principales importadores mayoristas con locales en varias ciudades. Ambos empresarios empezaron con negocios muy pequeños, con una primera farmacia y una primera tienda, con familiares y amigos ayudando con las primeras ventas, con largos días y noches de trabajo, con poca plata, pero muchas ganas. Entre las historias y anécdotas que compartieron estos empresarios no faltaron las dificultades que tuvieron que enfrentar, generadas por los gobiernos de turno. Emprendieron y salieron adelante a pesar del Estado, no gracias a este.

Son estos empresarios, no los políticos que se llenan la boca de discursos y grandes proyectos que nunca concretan, los que sacan al país adelante, los que generan trabajo, los que impulsan la economía. Empresarios que hoy dan trabajo a miles de empleados, que compran a miles de proveedores, que pagan millones en impuestos, que benefician con su labor social. Que en lugar de jubilarse y descansar siguen invirtiendo en sus negocios y su país.

Si nuestros gobiernos de turno entendieran esto, que son los empresarios, no los políticos ni el sector público, los que mueven al país, la cosa sería distinta. Dejarían de pretender planificar a la sociedad desde su oficina capitalina, de inventarse majestuosos proyectos públicos que justifiquen su cargo, de mantener empresas públicas inútiles. Y se dedicarían a dejar trabajar a los empresarios. Con menos trabas, menos tramitología, leyes laborales amigables, impuestos simples, menos aranceles. Tan sencillo como eso. Pero nunca faltan quienes hacen lo contrario desde el Estado: satanizan a las empresas, en especial las grandes, y se dedican a complicarles la vida.

Jeff Bezos tuvo la suerte de vivir en un país donde Amazon era posible. Acá tenemos la suerte de tener empresarios, como Carlos, Estuardo y muchos más, que salen adelante a pesar del país. Las cosas solo cambiarán el día que los empresarios realmente cuenten con un Estado aliado. Con este gobierno, a pesar de pequeñas mejoras, seguimos esperando.



lunes, octubre 01, 2018

Gastar más y mal


Somos campeones del gasto público. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, Ecuador es el país que más gasta en compras públicas entre los 21 países de toda América Latina y el Caribe. Y gastar más no significa necesariamente comprar más. Aquí gastamos más y gastamos mal.

El estudio muestra también que mientras los gastos en capital o inversión pública casi no han variado desde 1980 en la región, el gasto corriente –sueldos, subsidios, intereses de deuda, mantenimiento de instalaciones públicas, etc.– ha aumentado más del 70%. En Ecuador el presupuesto de gasto corriente del 2018 es mayor que el del 2017. Los mayores recortes son en obra pública.

Nos hablan de ahorro, de responsabilidad, de austeridad, de ajustarnos cinturones. Pero seguimos gastando como nuevos ricos. El gasto público improductivo no se reduce como nos ofreció el Gobierno el año pasado. El gasto corriente sigue aumentando. Más sueldos públicos que pagar. Más gasto en compra de bienes y servicios.

Incluso cuando una institución pública quiere gastar menos y ahorrar dinero comprando lo que necesita al mejor precio, no puede hacerlo. El sistema la lleva a botar la plata. “Estoy obligado a comprar más caro y de peor calidad”, nos comentaba el director de una institución pública que debe hacer sus adquisiciones a través del portal de compras públicas.

Cuando hace poco esta institución necesitó comprar camisetas estampadas para sus empleados, no pudo cotizar con distintos proveedores como lo haría cualquier empresa privada. No pudo comparar precios, calidad, tiempo de entrega y escoger al mejor proveedor. No. Si eres parte del sector público tienes un número limitado de proveedores registrados en el Servicio Nacional de Contratación Pública-Sercop a los que tienes que comprar lo que te ofrecen, siempre pagando de más por productos de inferior calidad. Estas camisetas estampadas en el mercado se consiguen por unos 6 dólares. Pero esta institución debió pagar más del doble en el portal de compras públicas por unas de mala calidad que no llegaron en las tallas solicitadas. Lo mismo les ocurrió cuando debieron comprar nuevas computadoras. Solo tuvieron la opción de pagar precios inflados por unos equipos sin marca y de mala calidad.

Lo que le ocurrió a esta institución es un botón que muestra un problema mayor. El sistema de compras públicas lleva al despilfarro y la ineficiencia. Y ya sabemos que siempre hay alguien que se beneficia de esas trabas, de la escasez de proveedores y la falta de transparencia. Las compras públicas son un agujero negro de misterios donde los proveedores más calificados y con mejores precios son repentinamente excluidos para dar prioridad a proveedores improvisados con precios exagerados.

La solución a este absurdo es sencilla. La viene impulsando la Cámara de Comercio de Guayaquil: que el Estado compre a precios de mercado. Tan obvio como eso. Se trata de evitar sobreprecios e ineficiencias. Pero ya sabemos que con el sector público nada es tan sencillo como parece.

El Gobierno ha ofrecido mejorar los procesos de compras públicas. Buscará restringir el abuso del régimen de contratación especial e impulsar la participación de más proveedores para lograr precios de mercado. Ya veremos.