Un habitual protagonista ha estado ausente de
este Mundial de Fútbol en Rusia. El árbitro. Y esa es una gran noticia.
Ese hombre armado de un silbato, una tarjeta
amarilla y una roja ha sido, sin querer queriendo, o a veces queriéndolo, el
protagonista de grandes triunfos y derrotas injustas. Su nombre y el de su
madre ha sido mentado en bares, oficinas y chats alrededor del planeta después
de un partido.
Ahora, gracias a la tecnología, los árbitros
pueden hacer su trabajo mejor que nunca, más tranquilos, sin tanta presión,
sabiendo que tienen el respaldo de cámaras que registran con gran detalle lo
que sus ojos pudieran no ver. El VAR (Video
Assistant Referee o árbitro de videoasistencia) ha llegado para mejorar la
experiencia del fútbol. Para asegurarse de que sean los jugadores, no los
árbitros, los protagonistas del partido, los únicos responsables de su éxito o
su fracaso en la cancha.
Existe todavía la postura nostálgica de que los
errores del árbitro son parte del fútbol. Con el VAR no hubiera existido la
mano de Dios y Argentina quizás no hubiese ganado ese partido en México 86, por
ejemplo. Pero ese gol de Maradona fue, al fin y al cabo, un gol tramposo, un
gol injusto, que la tecnología de hoy hubiera anulado.
Y como el fútbol se parece a veces tanto a la
política, ver el éxito del VAR en este Mundial nos hace pensar si sería posible
lograr algo similar en la política. Contar con la tecnología que ayude a
identificar a los políticos tramposos, a los que mienten y nunca cumplen lo que
ofrecen, a los corruptos que se llevan nuestra plata, a los que usan recursos
del Estado para asuntos privados. Un sistema que encienda los faros y las
cámaras de la transparencia para revisar lo actuado por políticos y
gobernantes, evitar la trampa y los engaños, identificar a esos que gritan y se
lanzan en el área fingiendo un foul mientras nos roban más de un gol y la
billetera.
En realidad, ya existe ese sistema que revela
con nitidez lo que pasa en la cancha política. Ya existe esa ayuda para que
jueces y autoridades puedan sancionar el juego sucio. Ese control lo hacen los
medios de comunicación, los periodistas, las ONG y la ciudadanía, sobre todo en
redes sociales. Ellos son ese VAR que analiza las jugadas y saca a la luz los
abusos de políticos y gobernantes. El periodismo investigativo revela aquellas
acciones que merecen una sanción.
En el fútbol, más allá de lo que muestren las
cámaras del VAR o lo que recomienden los jueces en la sala de televisión, la
decisión final la tiene el árbitro. En política, más allá de las revelaciones
de periodistas, de las ONG o la ciudadanía, las autoridades deciden qué hacer.
De ellos depende validar el juego limpio y sancionar a los políticos tramposos.
Hemos jugado demasiados años con jueces pitando
lo que les da la gana, favoreciendo la trampa, dejando sin sanción a los que
juegan sucio. Ya toca hacer caso a las evidencias que medios y activistas
vienen revelando. Los goles con la mano deben ser anulados, no celebrados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario