Gran noticia para la fanaticada socialista.
Podrán estudiar la “Especialización y Curso Internacional en Procesos Políticos
Latinoamericanos en el Siglo XXI: Un espacio para analizar las transformaciones
que vivió América Latina en este siglo de la mano de sus principales
protagonistas”. ¿Y quién creen que será uno de los ilustrados maestros de este
curso virtual? El mismísimo Rafael Correa, junto a otras preclaras e impolutas
personalidades de la política latinoamericana como Cristina Fernández de
Kirchner.
En tres cómodas cuotas de 110 dólares o un pago
al contado de 225 dólares (¿qué otra moneda se iba usar para este
revolucionario seminario?), los estudiantes del curso dictado por el Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), asociado a la Unesco, podrán
aprender sobre “el camino emprendido por los distintos procesos
latinoamericanos hacia el desarrollo con igualdad, la ampliación de derechos y
el reposicionamiento de la región en el mundo”.
Será muy interesante para los alumnos escuchar
al doctor Correa hablar sobre la ampliación de derechos durante su gobierno; en
especial, los derechos de periodistas, indígenas, opositores, maestros y todos
esos grupos cuya libertad él siempre protegió con infinito amor y a quienes
jamás insultó, intimidó o mandó a callar.
Imagino que el profesor Correa olvidará hablar
sobre el aparato mafioso y corrupto que se implantó durante su década de
gobierno. Y en los cuadros y fórmulas que dibuje en el pizarrón tampoco
mostrará el despilfarro en elefantes blancos, instituciones inservibles y
burocracia dorada de la década robada. No mostrará las cifras escandalosas de
endeudamiento, ni los sobreprecios de los contratos públicos, o las carreteras
más caras del mundo. Hablará de dignidad, igualdad, de Bolívar, de Alfaro,
del Che, de la revolución, y los alumnos embobados tomarán apuntes
perpetuando a esa izquierda fanática latinoamericana ciega a la realidad.
Acá por suerte no estamos ciegos. Mientras
Correa da su clase de ficción política, acá debemos enfrentar la desastrosa
realidad que nos dejó. Hasta muchos de los correístas más correístas han
abierto sus ojos. Finalmente entienden y critican el daño terrible que su amado
presidente le hizo al país. Quedan, como siempre, unos cuantos ciegos
sinvergüenzas que siguen apoyando al jefe de la mafia, que se llenan la boca de
discursos sobre justicia social, soberanía y dignidad, mientras uno a uno van
cayendo por corruptos sus compañeros de gobierno.
Mientras Correa disfruta su exilio europeo y su
rol de profesor virtual, a los ecuatorianos nos toca arreglar sus destrozos.
Cada una de las medidas que Lenín Moreno piensa tomar para rescatar al país
apuntan a deshacer lo mal hecho por Correa.
Correa engordó al Estado irresponsablemente.
Lenín pretende adelgazarlo. Liquidará empresas públicas inservibles creadas por
Correa como Enfarma y novelerías destinadas a fracasar como Yachay. Reducirá o
fusionará ministerios, subsecretarías y viceministerios que Correa se dedicó a
multiplicar en su demagogia de nuevo rico. Todo esto mientras la justicia debe
dedicarse a detener a tanto sinvergüenza para quienes la década sí que fue
ganada.
Correa y compañía no deben tener espacio en
círculos académicos, ni periodísticos ni ningún entorno internacional que se
considere serio. Darle estos espacios legitima el abuso, la corrupción, la
ilegalidad de su gobierno. A medida que conocemos más de los atropellos de
Correa, el único lugar donde merece estar es junto a su compañero Jorge.