Aquí apesta. Huele a podrido. Apesta a
corrupción, a sinvergüencería, a cinismo. Apesta a Alianza PAIS.
Hemos sobrevivido una década de
putrefacción correísta-socialista del siglo XXI. Durante varios años lograron
tapar esos olores pestilentes controlando a todas las instituciones del Estado.
La mafia bien organizada se cuidó las espaldas y pudo disimular el hedor de
tanta corrupción. Pero ahora que el jefe ha dejado el poder, la porquería no se
puede contener.
La semana pasada el olor alcanzó niveles
realmente contaminantes. Fue imposible escapar a tanta pestilencia.
El fiscal general del Estado, Carlos Baca,
reveló una conversación telefónica entre el presidente de la Asamblea, José
Serrano, y el prófugo excontralor Carlos Pólit, en la que tramaban sacar al
fiscal de su cargo. Exaliados correístas echándose lodo. Y nadie piensa en
dejar el cargo ante tal escándalo. En el curso de decencia básica se quedaron
todos de año.
La bancada legislativa de la revolución
ciudadana, es decir, la facción correísta, emitió un boletín de prensa que es
un monumento al cinismo. Entre otras cosas indican que “Ecuador volvió al
pasado y sufre una profunda desinstitucionalización”, y “repudiamos la voraz
ambición de asaltar con métodos inescrupulosos y antiéticos los poderes
públicos, especialmente los de Control y de Justicia”. Se hacen los
escandalizados ante las prácticas que el correísmo perfeccionó y llevó a su más
alta expresión. Bien saben que Serrano es de los suyos, como Pólit, como Baca.
Bien conocen sus prácticas. Que no se hagan los sorprendidos.
La semana pasada, el exministro de
Electricidad Alecksey Mosquera anunció que se declarará culpable en el juicio
por haber recibido un millón de dólares de Odebrecht. Hace no mucho, Correa
aseguró que el dinero recibido por Mosquera no se trataba de una coima o
soborno, sino de un legítimo acuerdo entre privados. Hoy, desde Bélgica, ya no
puede esconder este mal olor de corrupción.
También nos enteramos la semana pasada del
fin de GamaTV. El uso
del canal para propaganda gubernamental, además de gastos excesivos en su
administración lo llevaron a la quiebra, al punto que la Superintendencia de
Compañías acaba de ordenar su disolución. No solo nunca se vendió este canal
como tantas veces ofreció Correa, sino que al mejor estilo socialista del siglo
XXI lo terminaron quebrando.
Semana del mal olor de la inmensa
corrupción nacida del correísmo, de un sistema autoritario, de un
Estado-Gobierno-Partido que todo lo abarcó y controló, sin fiscalización, y con
abundantes fondos públicos. ¿Entenderemos algún día que solo reduciendo el
tamaño del Estado y la dependencia en los fondos públicos reduciremos las
oportunidades para la corrupción? Son miles de millones de dólares perdidos
durante la década correísta. Que no nos confundan hoy haciéndose los
sorprendidos quienes hace muy poco ocuparon todo el poder. Son la misma gente.
Los mismos correístas con nuevas etiquetas.
Todo apesta. Tanta descomposición no puede
ocultarse más. Pero entre tanto mal olor, la semana pasada llegó también una
suave brisa de esperanza con la elección de los miembros del Consejo de
Participación Ciudadana de transición. Tienen un reto enorme por delante. De
sus decisiones dependerá si recuperamos algo de decencia en este país y deja de
apestar tanto a Alianza PAIS.
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