lunes, febrero 19, 2018

Silencio cómplice


Finalmente, casi todos los gobiernos de la región se han parado firmes ante el gobierno criminal disfrazado de democracia en Venezuela. Perú, Chile, Colombia, Brasil, Argentina, Paraguay, México, Costa Rica, Panamá; en fin, el barrio entero está unido para denunciar los abusos de Nicolás Maduro.

Nosotros no. Somos el vecino cómplice. Ecuador no se mete en temas “internos” de otros países. Un gobierno responsable de múltiples asesinatos, miles de exiliados, presos políticos, hiperinflación, enfermos sin medicinas, escasez de alimentos, abusos políticos y una corrupción escandalosa, no merece nuestra condena. Solo en los últimos tres meses habrían venido a Ecuador unos doscientos mil venezolanos que huyen de su país. Y nosotros, calladitos.

Con su silencio cómplice, Lenín Moreno aprueba los abusos de Maduro. Cada día que pasa sin decir nada nos está demostrando que su corazón socialista está por encima de elementales principios democráticos. La mayoría de asambleístas socialistas, los correístas y los morenistas, son iguales. Ellos se unieron al silencio cómplice bloqueando la propuesta de resolución de solidaridad con Venezuela. Entre socialistas se protegen.

Moreno ha lanzado alguna tibia declaración para criticar a Maduro. Alguna vez lamentó “la cantidad de presos políticos” en Venezuela. Pero en lo de fondo ha continuado la política cómplice de su antecesor, ese para quien la violencia en Venezuela nunca venía del Gobierno sino de la “derecha fascista”.

¿Qué tiene que hacer Maduro para que nuestros socialistas del siglo XXI denuncien sus abusos? ¿Disparar contra su gente? ¿Meter presos a todos los políticos de oposición? Maduro es un dictador, un criminal que debería estar preso. Pero para nuestros socialistas correístas-morenistas es un amigo incómodo de quien mejor no opinamos.

En el encuentro de los cancilleres y representantes de 14 Estados reunidos en el Grupo de Lima, la canciller peruana indicó que la presencia de Maduro “no será bienvenida” en la VIII Cumbre de las Américas del próximo 13 y 14 de abril. Hace años, desde la época de Chávez, debieron excluirlos de foros internacionales y denunciar sus abusos. En demasiadas fotos sonrientes, con manos estrechadas, han aparecido Chávez y luego Maduro. Demasiada hipocresía en tantas sonrisas. Ahora, finalmente, a medida que los gobiernos de la región se van librando de tanta idiotez socialista, dictadores como Maduro ya no podrán seguir jugando a demócratas.

Lenín nos ha sorprendido ya algunas veces en su corto tiempo en el poder. ¿Será que finalmente toma la postura sensata, coherente y ética de condenar frontalmente los abusos de Maduro y unirse para rechazar su presencia en la Cumbre de las Américas? De nuestra canciller poco se puede esperar. Su fanatismo socialista le impide aceptar la realidad venezolana. Lenín debería empezar por cambiarla. Y luego dar el paso que se espera de un demócrata: dejar de ser cómplice de las violaciones a los derechos humanos en Venezuela y decir las cosas por su nombre.

Hasta que eso no suceda hablar de correísmo y morenismo será hablar del mismo fracasado socialismo. Ese que lleva alabando por más de medio siglo la dictadura cubana y que ahora calla ante los atropellos de la dictadura venezolana. Ese que aparentemente nos sigue gobernando.


lunes, febrero 05, 2018

Ahora sí


Espero que ayer haya ganado el Sí. Y que hoy empiece, ahora sí, el gobierno de Lenín. Lo anterior digamos que fue una etapa de transición. Le podemos perdonar las malas decisiones, entendiendo que eran parte de ese juego político en el que debía mover sus piezas con cuidado, sin asustar muy temprano al correísmo del que finalmente se divorció.

Lenín resultó ser el más sabido de todos. Todo un Frank Underwood criollo. En silencio, como quien no dice nada, con su cara de bonachón y su labia cuántica, ha logrado captar todo el poder. Se quedó con el partido Alianza PAIS. Se deshizo de ese vicepresidente incómodo que le habían impuesto. Ganó el apoyo de una buena parte de correístas y de la oposición. Y, si los resultados de ayer fueron los esperados, tiene ya todo el poder para deshacerse de las autoridades de control correístas, responsables de la impunidad y abusos de la década pasada, y se deshizo de la amenaza de tener a un Correa maquinando su regreso a Carondelet.

Ahora que tiene todo el poder, más vale que lo use bien. Al decirle Sí en la consulta lo hicimos confiando en que ese poder no se le subirá a la cabeza como a su antecesor. Que no pasaremos de autoridades correístas a autoridades morenistas. Sino que iniciaremos una nueva época con gente probada, independiente, transparente, que piense en beneficio del país, no de quien ocupa Carondelet.

Lenín debe tener claro que el Sí en la consulta no fue un sí a su gestión, ni a su sonrisa, ni a su buen humor. Con este Sí en realidad dijimos un fuerte No. No a Rafael Correa. No a la corrupción, los abusos y la impunidad del correísmo. No a la prensa amordazada. No a los nuevos ricos de la revolución. No a esos acomodados exfanáticos correístas que hoy se las dan de protectores de la libertad, de la alternancia en el poder y de la prensa libre, cuando antes defendían públicamente lo opuesto. Este fue un Sí de rechazo al gobierno pasado, más que un Sí de aprobación al gobierno actual.

Los huevos volando por los aires con destino a la cabeza de Correa cierran gráficamente la etapa de un personaje que hizo demasiado daño al país. La supuesta gran popularidad de Correa resultó ser ficticia, basada en propaganda, en la cola y el sánduche, en el miedo al poder. Superado ese miedo, cayeron los huevazos. Que no los olvide Lenín. Que le sirvan de recordatorio, a él también, que el poder es pasajero. Que los amigos y seguidores de hoy, mañana pueden darle la espalda si él nos da la espalda a nosotros.

Ahora sí, le toca a Lenín gobernar en serio. Iniciar un cambio real. Ya no hay excusas. No hay vidrios ni correas que lo detengan. Y ese cambio empieza por lo económico. Sí, son importantes los cambios políticos que está logrando. Pero sin un cambio de modelo económico que genere inversión, trabajo y producción seguiremos en lo mismo, viendo cómo las oportunidades que nuestros países vecinos saben aprovechar, a nosotros nos pasan de largo.

Las expectativas son altas. Lenín tiene la palabra.