Las sonrisas de esa selfie grupal que tomó
Gabriela se han apagado. “Juntos fortalecemos la unidad, lealtad y coherencia
histórica del proyecto político. ¡Viva la Revolución Ciudadana!”, escribió la
expresidenta de la Asamblea. Ahí están Correa y su círculo íntimo junto a
Lenín. Sonrisas gigantes, abrazos, pulgares en alto.
Eso fue en junio cuando todavía fingían estar
unidos. Pocas semanas después las máscaras empezaron a caer. Solo han pasado
tres meses desde que dejaron el poder y ya amenazan con la muerte cruzada. Eso
de la estabilidad presidencial solo importa cuando se trata de su presidente.
“Esperamos que el Gobierno nacional desarrolle
las políticas públicas que estén en consonancia con el programa de la
revolución ciudadana que lo llevó a Lenín Moreno al Gobierno”, dijo Patiño.
Lenín está avisado. O se alinea al correísmo o se viene la muerte cruzada.
El mismo Patiño, en una reciente entrevista,
defendía la reelección indefinida que Correa impuso, sin consultarnos, a los
ecuatorianos. “Cuando es en Europa [la reelección indefinida] está bien, es la
democracia, es la estabilidad… Aquí decimos que no porque somos cholitos...
Como allá son blancos, ojos azules, entonces sí pueden hacer reelección
indefinida”, dijo para vergüenza ajena de cualquiera que lo escuchó.
Para Patiño y compañía parece ser secundario si
las políticas de Lenín benefician a la sociedad. Lo que importa es que se
continúe el “proceso” de la revolución ciudadana. Que se defienda la
“construcción del cambio” que ellos empezaron.
¿Qué significa continuar con el proceso
iniciado por Correa? ¿En qué consiste exactamente este proyecto que tanto
alaban? ¿Qué es lo que Lenín está haciendo tan mal para que ya amenacen, solo
tres meses después de su posesión, con la muerte cruzada?
¿Acaso dialogar con opositores y empresarios es
alejarse del proyecto y traicionar la revolución ciudadana? Debe serlo. El
socialismo del siglo XXI requiere imposición, autoritarismo, órdenes,
represión. Correa lo demostró durante diez años.
¿Acaso tomar decisiones que den tranquilidad económica
es abandonar el proceso? Debe serlo. El socialismo del siglo XXI se alimenta
creando nerviosismo en los mercados, que nadie esté seguro si su dinero valdrá
lo mismo mañana. Lo hizo Correa fomentando la inestabilidad jurídica y poniendo
en duda tantas veces la dolarización.
¿Acaso combatir la corrupción es negar el
programa socialista? Debe serlo. Corrupción y socialismo del siglo XXI son
sinónimos. La continuidad del proceso requiere que los corruptos continúen en
puestos clave, que los escándalos sigan escondidos bajo la alfombra o en los
tumbados.
No existe tal programa de la revolución
ciudadana que dicen defender. Existe su cuota de poder que han perdido y
quieren recuperar. No hay proyecto. Solo hay un desempleado en un ático, muerto
de ganas por recobrar el poder para no soltarlo. Y tras de él, un rebaño
extrañando la rosca y su carro con chofer.
Correa o cualquier déspota indefinidamente en
el poder es nuestra mayor amenaza. Nosotros los cholitos ya hemos dicho que no
queremos reelección indefinida. Lenín tiene hoy la oportunidad y el poder para
librarnos de esa amenaza. Para demostrarnos que, contrario a lo que pretenden
los de la selfie, Alianza PAIS no está por delante del país.
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