“El camino hacia el poder está pavimentado de
hipocresía y víctimas” dice Frank Underwood, el protagonista de la serie House
of Cards, donde la política es casi tan sucia como en la realidad. Frank la
tiene clara.
El matrimonio entre leninistas y correístas no
pasó ni de su luna de miel. Lloran. Patalean. Se acusan. Y nosotros aquí
embobados viendo el show mientras el país se estanca.
Lo cierto es que Alianza PAIS, el del gobierno
de Correa, endeudó a este país a niveles criminales. Despilfarró sin control.
Abusó de su poder. Reprimió libertades. Y permitió que la corrupción se pasee
como en su casa. Lo cierto es que el mismo Alianza PAIS, el del gobierno de
Lenín Moreno, más allá de medidas políticas y de forma que son importantes, no
ha tomado ninguna medida económica para sacarnos de la crisis.
Son la misma gente. La misma peligrosa
ideología. ¿Cómo es posible que este gobierno no condene la represión y
asesinatos de la dictadura de Maduro en Venezuela? Si Lenín realmente
defendiera la libertad y la democracia, su gobierno condenaría frontalmente al
gobierno de Maduro. Pero no, Lenín prefiere enviar tibios comunicados
expresando su “respeto al pueblo venezolano”, esperando “la solución pacífica
de las controversias y los conflictos”. Vergonzoso.
Lenín ha tomado decisiones importantes para
poner la casa en orden. No es poca cosa enfrentar a Correa y Glas,
transparentar la escandalosa deuda pública, iniciar el combate a la corrupción,
respetar la independencia de los medios públicos. Todos, salvo Correa, sus
sumisas y sus fanáticos, aplaudimos esas decisiones.
Pero la reciente historia política de este país
nos hace desconfiar. Lenín llegó al poder de la mano de los que hoy rechaza. Se
benefició como candidato presidencial del abuso de recursos públicos y la
cancha inclinada que el correísmo puso a su favor. Se dio la buena vida en
Ginebra con nuestra plata, cuando el despilfarro no le parecía algo relevante.
Y calló, una y otra vez calló, ante los múltiples abusos de Correa contra la
libertad de expresión, la independencia de poderes y la democracia. Difícil
confiar.
La oposición no puede estar tranquila solo
porque Correa y Glas ya no estén. El problema de fondo no son las personas. Es
el modelo de gobierno y la peligrosa ideología que sigue guiando a Alianza
PAIS. La oposición no puede mirar pasiva el cambio de estilo y protagonistas en
el Gobierno, como si con eso todo se solucionara.
Con su ruptura total con Correa y Glas, Lenín
puede ser el presidente que quiere ser, libre de presiones y falsas lealtades.
Ahí veremos si sus acciones están motivadas por un deseo sincero de sanear al
país de tanta corrupción e iniciar una nueva era de respeto, libertad y
coherencia económica. O si esto es otro juego de poder por el poder, con la
intención de imponer más de las mismas políticas estatistas, disfrazadas ahora
de sonrisas y buen humor.
Queremos tanto que Lenín sea ese presidente que
por momentos parece que puede ser. Luego nos acordamos de que es de Alianza PAIS
y se nos pasa. Estaremos atentos. Ver para creer.
“Solo hay una regla: cazar o ser cazado”, dice
también Frank Underwood. Él sabe.
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