Wikipedia y los diccionarios en español
deberían incorporar un significado adicional a la palabra cinismo. Cinismo:
habitual actitud del político correísta.
Pocas palabras identifican y resumen tan bien
al correísmo. Palabras como corrupción, despilfarro, abuso, censura, estarán
para siempre estrechamente identificadas con la década correísta y sus nefastos
protagonistas. Pero el cinismo, esa capacidad para mentir con total descaro de
los funcionarios de la década robada, va más allá de lo que estábamos
acostumbrados en la política nacional.
Sabemos que la política, aquí y en cualquier
lugar, siempre tendrá su buena dosis de falso drama, de teatralidad. Exageran,
se hacen los escandalizados, fingen ante cámaras y micrófonos. Aceptamos, hasta
cierto punto, que el show es parte del juego político. Es como cuando un
futbolista se lanza en el área para fingir un penal. No es algo que hacen todos
los jugadores, no es algo que aprobemos, pero lo aceptamos como parte del juego.
Y el árbitro siempre tiene la facultad de sancionar ese show.
Nuestros políticos correístas agarran la pelota
con la mano, le pegan un puñete en la cara al árbitro y después dicen que no
han hecho nada malo, que los tramposos y sucios son los jugadores del otro
equipo, que al que se debe expulsar es al árbitro por vendido.
Se han acostumbrado tanto a mentir que ya ni se
dan cuenta cuando lo hacen. Han repetido tantas veces sus mentiras que se las
creen. Reclaman sin pudor a quien los confronte.
En eso, el loco del ático, como han rebautizado
a nuestro flamante migrante en Bélgica, es el maestro de maestros. El Messi del
cinismo. Miente y vuelve a mentir y se enoja ante cualquier verdad que
confronte sus mentiras. Durante diez años nos taladró la cabeza con su cinismo.
Otros le pisan los talones y a veces hasta lo
superan. Como los amigos secretos de Odebrecht. Como las sumisas. Como los
orgullosos ovejunos que ahora se hacen los indefensos después de abusar de su
poder durante tanto tiempo. Ese cinismo con el que llevaron la política a lo
más bajo ahora se ha multiplicado.
El gran descubridor de que Odebrecht era el
corruptor ahora dice que compra pasajes solo para visitar el aeropuerto y no
viajar. El rey de la propaganda, el periodismo sesgado y la manipulación
mediática ahora se dedica a criticar a periodistas y medios que sí hacen su
trabajo. Los grandes trolls dedicados al ataque y el desprestigio hoy
dan clases de moral. Suerte por las redes sociales donde se desnuda su cinismo
y quedan en ridículo.
Quien está llamado a liderar el cambio desde
Carondelet demostró en su campaña presidencial, y desde antes, que tiene esa
misma habilidad para decir lo contrario a lo que piensa sin inmutarse. ¿Cuál es
el verdadero Lenín? ¿El que hace pocos meses alababa los logros de la década
correísta, o el que hoy los critica? Solo queda confiar que sea el segundo. Y
que será él quien logre sepultar la política del cinismo, la política del loco
del ático que tanto mal nos hizo.
Quién sabe. A veces, hay cambios que solo se
logran desde adentro.