Lilian
Tintori camina por el mundo con una valentía y coraje admirables. Su esposo,
Leopoldo López, lleva tres años preso por oponerse a la dictadura de Maduro en
Venezuela. Y ella, incansable, siempre positiva, siempre con una sonrisa, pelea
día a día para lograr justicia. Para que todos sepan del atropello del que son
víctimas. Del drama diario que se vive en Venezuela. Para que su esposo
recupere la libertad que el dictador venezolano le ha quitado. Para que sus dos
hijos que apenas conocen a su papá por las visitas que hacen cada semana a la
cárcel, muchas veces aguantando abusos y humillación de los guardias, puedan
tenerlo nuevamente en casa.
Ahora
Lilian viajó al Ecuador. Para continuar contando su historia. Para mostrar el
infierno que millones de venezolanos viven bajo la dictadura del socialismo del
siglo XXI. Pero Lilian no pudo entrar.
El
dictador del socialismo del siglo XXI ecuatoriano se lo impidió. El mismo que
tanto se ha llenado la boca hablando de ciudadanía universal, del libre
tránsito de los seres humanos, le impide a una mujer, a una víctima del abuso
político, visitar nuestro país. Como suele hacerlo, recurrió a una leguleyada
para impedir su ingreso, con razones que no ha aplicado a varios amigos
extranjeros de este gobierno dedicados a hacer politiquería libremente en el
país.
Si
alguna duda quedaba sobre el tipo de gobierno que vivimos, este nuevo abuso lo
deja más claro. Aquí no se respeta la ley. Aquí no todos tenemos los mismos
derechos. Aquí las instituciones sobran. Aquí el presidente, con aires de
dictador, actúa como si el país le perteneciera. Él ordena y todos obedecen. Él
es la ley.
Está
desesperado ante las pifias de su pueblo, ante su desastroso legado que ya no
puede corregir, ante el fin de ese poder que tanto ha gozado. Ahora, perdido en
su vanidad e inseguridades, no sabe hacer otra cosa que abusar de ese poder que
sabe pronto acabará.
Para
Lilian esta es otra medalla de honor. Es otro reconocimiento a su valentía. Y
una evidencia de la cobardía de quien tiembla de miedo ante lo que ella pueda
decir.
Al
final, este nuevo episodio de torpeza, prepotencia, abuso de poder y
restricción a las libertades nos acerca más al cambio. Porque nos recuerda los
peligros del correísmo y su continuismo. Porque le vuelve a quitar la máscara a
los demagogos que nos gobiernan y que pretenden seguir gobernando.
Lenin,
el del supuesto humor, amor y ternura, apoyó el abuso. No se atreve a
contradecir al jefe de jefes. Aplaude que se humille a la esposa de un preso
político, a la víctima de una dictadura.
Como
siempre sucede, los dictadores caen, los corruptos deben pagar, los
sinvergüenzas terminan tras las rejas. Sucederá en Venezuela. Y sucederá aquí.
Lilian y Leopoldo caminarán nuevamente libres mientras sus opresores pagarán
tanta corrupción y abuso.
Lilian
será siempre bienvenida a nuestro país, que no es el mismo país de PAIS y su
tirano. Espero ver a Lilian en la inauguración del nuevo gobierno ecuatoriano
como símbolo de esa libertad recuperada. Y del fin del abuso correísta.