Después de sufrir diez años de
estatismo, insultos, abusos, corrupción, despilfarro y restricciones tenemos la
oportunidad de ponerle fin al modelo correísta y su socialismo del siglo XXI.
Por más intentos que haga el Gobierno de vendernos eslóganes que pinten de rosa
estos años grises, la gente y la historia recordarán esta década como lo que
fue. Recordaremos el ataque a las libertades, el aparato propagandístico, la
corrupción, las nefastas consecuencias del proteccionismo, la falta de
transparencia e independencia de poderes y el cinismo de una nueva clase
política que no supo manejar el poder.
Depende de nosotros que aquí termine
esta década perdida. Ni un día más.
Este 19 de febrero no es cualquier
19. Es un 19 trascendental. Un 19 que nos brinda una oportunidad de esas que no
se repiten así nomás. La oportunidad de iniciar el cambio en este país. De
desterrar este modelo político que nos tiene hundidos.
Queremos un cambio. Necesitamos un
cambio. Tanto que hasta el candidato del continuismo ha tenido la osadía de
ofrecer en su campaña el “cambio verdadero” para disfrazar sus planes alineados
al gobierno actual. Necesitamos un cambio de modelo económico, un cambio de
actitud en el manejo del poder, un cambio de gente, un cambio profundo hacia un
país que defienda nuestra libertad. Pasar de la sinvergüencería a la decencia.
La falta de empleo y oportunidades,
sumados al hartazgo hacia el correísmo llevarán a un gran porcentaje del país a
votar por el cambio. El fracaso del modelo correísta ha logrado algo que antes
era impensable: los más diversos sectores políticos están de acuerdo, en
términos generales, en el camino a seguir para sacar a este país adelante. En
el reciente debate organizado por la Cámara de Comercio de Guayaquil vimos cómo
los candidatos, de izquierda, centro o derecha, coincidían en aquello que
necesitamos: libertad de expresión, menos impuestos, menos intromisión del
Estado, separación de poderes, justicia independiente, defensa de la
dolarización, menos trabas al sector privado, un Estado más delgado y
eficiente. En otras palabras, coincidían en que debemos hacer lo opuesto a lo
que este Gobierno viene haciendo.
El país del correísmo está en
cuidados intensivos. Este gobierno terminará sus días arañando hasta el último
centavo que pueda sacarnos y escondiendo a como dé lugar la corrupción bajo la
alfombra de una justicia servil. La amenaza del continuismo es demasiado
grande, demasiado grave, como para no votar bien.
Hoy, todas las encuestas serias que
buscan informar sobre la intención de voto –no impulsar alguna candidatura– dan
ventaja a Guillermo Lasso sobre el resto de candidatos de oposición para
encontrarse en segunda vuelta con Lenin Moreno.
El socialismo del siglo XXI ya ha
hecho suficiente daño. Venezuela está a la vuelta de la esquina si votamos mal.
Ni nulo, ni blanco. Tenemos un solo voto en nuestras manos. Una sola
oportunidad para hacerlo bien. El continuismo o el cambio. No hay más.
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