“Con
la lotería se puede hacer de todo… puedes realmente hacer lo que mejor te
convenga.” Así decía el exfutbolista Lupo Quiñónez en la ya clásica publicidad de Lotería Nacional. Lupo la tenía clara, como millones de ecuatorianos que
entendemos que somos libres para hacer con nuestro dinero lo que mejor nos
parezca.
Pero
en el reino correísta no están de acuerdo. Para este Gobierno, Lupo puede
invertir su plata donde quiera; por ejemplo, abriendo restaurantes en Panamá,
Bahamas, o cualquier lugar que aquí identifiquen como paraíso fiscal, siempre
que Lupo se mantenga alejado de la política. Si mañana Lupo decide servir al
país desde un cargo público, el Gobierno se lo impediría con su próxima
consulta popular, salvo que venda esos negocios en los que honestamente
invirtió. ¿Por qué? Porque a Correa le da la gana. Porque con tal de perjudicar
la candidatura de Lasso, Correa se inventa cualquier cosa. Y porque en su
adicción por protagonismo, Correa necesita ser parte de la próxima campaña
electoral.
Correa
tendrá su consulta. Basta que lo haya pedido para que nuestros siempre
independientes funcionarios le digan que sí de inmediato. Y es que Correa no
podía quedarse fuera de estas elecciones. Él siempre es candidato, aunque no lo
sea. Y ahora con su consulta no tendrá que ver el show de lejos. Hará campaña
utilizando esos recursos públicos que tan bien sabe usar y abusar para
promocionar el Sí en su inventado pacto ético.
Cada
quien se gana la vida a su manera. Cada quien vive según sus valores y
principios éticos. Unos se esfuerzan a diario y trabajan desde jóvenes. A otros
les basta clavarle la mirada a un juez para ganar jugosos juicios. Otros se dan
la buena vida en misiones internacionales con sueldos y viáticos millonarios. Y
otros se forran de millones de dólares de la noche a la mañana en el reparto de
contratos petroleros y obras públicas con sobreprecios. Por eso, es un insulto
que este Gobierno que se quedó de año en ética, pretenda hablarnos de ella.
En
un reciente tuit, Correa preguntaba: “Por ser ‘legítima’ la riqueza, ¿se puede
hacer con ella lo que les dé la gana? ¿Ese es el país que queremos?”.
Y
millones respondemos con un fuerte Sí. Ese sí es el país que queremos. Un país
libre para trabajar, prosperar, y sí, hacer con tu dinero lo que mejor te convenga.
Un país donde hablar de “pacto ético” sea eso; un compromiso por el manejo
transparente de los recursos públicos, un compromiso por la decencia, el
respeto y la elemental honestidad; no una falsa consulta con fines politiqueros
y persecutorios.
Pero
ya sabemos cómo son las cosas con el correísmo. Todo vale con tal de seguir
haciendo campaña con recursos públicos y enlodar a la oposición. Todo vale con
tal de inclinar aún más la cancha, a ver si así logran esos votos que la
corrupción, despilfarro y desastroso manejo de la economía del país les está
quitando.
La
ética sinvergüenza no es nuestra ética. Esa consulta popular es todo lo
contrario a un pacto ético. Por eso merece un masivo y sonoro No.
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