“¿Te
mantiene tu papá? ¡No! ¿Te mantiene tu mamá? ¡No! ¿Quién eres?: ¡Independiente,
Independiente, Independiente!”
Me gusta
esta barra de Independiente del Valle. Por divertida, por original y porque
lleva un mensaje poderoso: soy libre, soy independiente, no dependo de otros,
solo de mí mismo, de mis habilidades y mi esfuerzo para alcanzar mis metas.
Así, este pequeño equipo de Sangolquí se convirtió en el subcampeón de la Copa
Libertadores de América.
Independiente
lo hizo bien. Su crecimiento en el fútbol y su hazaña en la Libertadores no son
algo improvisado. Son el resultado de un manejo profesional del equipo, de una
visión empresarial, de invertir en la formación integral de nuevos jugadores.
En su Centro de Alto Rendimiento crecen y aprenden los integrantes de las
divisiones formativas, recibiendo alimentación, vestimenta y educación. A
diferencia de otros equipos, Independiente no compra jugadores famosos. Los
jugadores se hacen famosos en Independiente.
Veo con
emoción a Independiente, convertido en el símbolo de los sueños posibles, en
ejemplo para el resto de equipos con más recursos y más experiencia. Y lo comparo,
con decepción, al Ecuador de la última década, el Ecuador del socialismo del
siglo XXI, convertido en ejemplo de lo que no se debe hacer, en los sueños que
no se cumplieron.
Todo
empieza con una diferencia de actitud. Independiente es un equipo pequeño, que
se reconoce como tal, pero que sueña en grande mientras trabaja
responsablemente. El Gobierno correísta, en cambio, se cree grande y vive de
los sueños mientras actúa irresponsablemente. Mientras los resultados hablan de
la grandeza del primero, el otro se la pasa mirando al espejo, hablando de su
supuesta grandeza. Hasta han llegado a decir que somos “potencia mundial”.
Manejando
eficientemente un presupuesto pequeño, Independiente llegó lejos. Manejando
irresponsablemente un presupuesto gigante, el Ecuador correísta no llegó ni a
la esquina. A pesar de que no le sobra la plata, Independiente tuvo la
generosidad de donar la taquilla de sus partidos jugados en Ecuador a los
damnificados por el terremoto en Manabí. El correísmo, al que sí le sobraban
recursos, es generoso con plata ajena, endeuda nuestro presente y futuro con
préstamos carísimos y le chupa el dinero a los ecuatorianos creando nuevos
impuestos. El Gobierno se parece más a nuestros equipos que viven endeudados,
contratando jugadores que no pueden pagar.
Me gustaría
vivir en un país como Independiente. Un país que trabaje en silencio,
invirtiendo sobre todo en la formación de las nuevas generaciones. Que hable
con resultados, no con escándalos, insultos y propaganda. Un país, como el
equipo de Sangolquí, donde los dirigentes estén en segundo plano para darle
protagonismo a sus jugadores. No como este Gobierno de divos, donde sus
dirigentes se creen el centro del universo y el resto existimos para servirlos.
Bien por
Independiente. Se ganó el respeto de todos por lo que hace, no por lo que dice.
Ojalá en Carondelet aprendan del ejemplo de este equipo antes de pretender
apropiarse de su triunfo con fines políticos.
¿Te
mantienen los chinos? Sí. ¿Te mantienen los nuevos impuestos? Sí. ¿Te mantienen
préstamos con tasas de chulquero? Sí. ¿Quién eres?
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