lunes, julio 04, 2016

Socialistas profesionales

¿Por qué tantos de nuestros socialistas correístas continúan defendiendo lo indefendible? Continúan respaldando a un gobierno evidentemente fracasado, abusivo y corrupto como el de Maduro en Venezuela. A pesar de toda la evidencia de corrupción y del desastre que dejaron en Argentina, siguen defendiendo a los Kirchner. De Cuba ni hablar. La isla de los hermanos Castro sigue siendo ese paraíso que alaban en discursos, pero en el que jamás se les ocurriría vivir.

Hace ya veinte años se publicó el Manual del perfecto idiota latinoamericano, libro que describía esta atracción en nuestros países hacia caudillos populistas, nacionalistas y socialistas. Tristemente la fascinación populista sigue vigente en nuestro continente y ahora hasta cruza océanos llegando a España en la figura de Pablo Iglesias. La buena noticia es que ante el evidente fracaso de estos gobiernos, aumenta el rechazo al populismo en las urnas.

La gente está reaccionando. El rechazo popular a este caudillismo del siglo XXI se fortalece. Pero nuestros socialistas en el poder parecen vivir en una realidad paralela. No ven, o se hacen los que no ven, las alarmantes consecuencias del modelo de gobierno por ellos promovido.
En el club de los socialistas del siglo XXI nadie se critica. Si uno de sus miembros, Maduro por ejemplo, tiene a su país hundido en el caos, violencia, escasez, hambre, saqueos, inflación incontrolable, inseguridad y corrupción, los miembros del club miran a otro lado y dicen que todo es mentira, que Venezuela funciona de maravilla. Que Maduro es víctima de la CIA, de la prensa mercantilista y cualquier fantasma del momento.

Nuestros socialistas del siglo XXI son pragmáticos y no se distraen de su misión. Son socialistas profesionales. De la defensa y permanencia del socialismo en el poder dependen su cargo, sus ingresos, sus privilegios.

Al final quieren lo mismo que todos. Vivir bien, un trabajo estable, darle lo mejor a sus familias. Buscan, como cualquier capitalista, su bienestar personal. La diferencia es que el capitalista debe producir, competir, hacer negocios, inventar, crear valor para ganar su dinero. El socialista profesional, en cambio, sabe que eso de competir y producir no son su fuerte. Nuestro socialista es un maestro en el arte de aferrarse como garrapata al Estado, para sacarle plata, viajes y buen vivir.

Para ello estarán dispuestos a defender lo indefendible, a mirar para el otro lado ante los abusos, a cumplir órdenes del caudillo aunque contradigan sus principios. En foros locales e internacionales, sin sonrojarse, repiten sus mentiras hasta creérselas. Todo con tal de conservar su tajada de presupuesto, su programa gubernamental que justifique su cargo, su espacio de poder, sus viajes en primera clase a países con sistemas capitalistas que tanto critican, pero donde siempre viene bien ir de shopping.


En Venezuela todo está bien y Maduro es un gran demócrata. En Ecuador vivimos un cambio de época con total libertad de expresión y buen vivir. En Argentina, la pobre Cristina y sus amigos son unos perseguidos. La prensa internacional al servicio del imperio solo busca desprestigiar nuestros gobiernos soberanos y progresistas. Como buenos profesionales, nuestros socialistas en el poder saben bien qué decir y qué callar. Lo que realmente piensen es secundario.  


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