Correa,
en su habitual arrogancia, dijo hace poco: “Que ni me busquen mucho, porque me
les presento en el 2021. Y si no aprueba la transitoria la Corte
Constitucional, me les presento en octubre. Depende del nivel de bravuconería y
de cobardía de los mismos de siempre”.
No
es la primera vez que lanza la amenaza. Ya ha dicho antes: “…si siguen
molestando estos mediocres de la partidocracia y de los medios de comunicación,
me les lanzo a la reelección, para que sufran los sufridores”. O también: “Que
no molesten mucho los mediocres de siempre y los cobardes de siempre, porque me
les presento”.
Yo
digo que lo molestemos nomás. Que lo molestemos todos los días y no dejemos de
molestarlo. A ver si de verdad se lanza. A ver si se atreve a enfrentar en las
urnas el rechazo de millones de ecuatorianos que dejaron de creerle, que han
perdido su trabajo, que saben que Correa y su gobierno son responsables de la
durísima situación que vivimos.
La
ley no será impedimento para que se lance, si Correa así lo quiere. Pame no
tendrá que mover montañas. Los jueces de la Corte Constitucional se encargarían
de eso, negando la transitoria como si aquí no pasó nada.
Correa
muestra su desesperación con estas amenazas de lanzarse. Como buen caudillo,
evitó con su omnipresencia que otros en su movimiento destacaran. Y ahora no
tiene candidatos fuertes. Incluso a un Lenin Moreno, con toda su popularidad,
le será difícil mantener su intención de voto cuando deba explicarle al país cómo
piensa generar empleo o poner en orden el desastre económico del correísmo, del
que él ha sido un participante importante.
Esa
desesperación lo lleva ahora a Correa al abuso de pretender imponer una
consulta popular con el claro propósito de perjudicar a Lasso, su principal
contrincante. Correa hace público su miedo, en cadena nacional. Con esta
consulta anuncia el comienzo de una nueva serie de abusos para inclinar a su
favor la cancha electoral.
Pero
al final, incluso con cancha inclinada, es poco probable que Correa se lance.
Pesará más su pragmatismo ante las encuestas que muestran que la mayoría de
ecuatorianos ya no le cree. Que saben y entienden que la crisis que vivimos no
es resultado de la caída del precio del petróleo o el terremoto, sino de la
mala administración del Gobierno. Pesarán más las deudas, el desempleo, la
desconfianza de empresarios e inversionistas que no se moverán mientras él siga
en Carondelet. Y, sobre todo, pesará más en su decisión de no lanzarse la desastrosa
situación económica que su gobierno deja y que él es incapaz de resolver.
Por
eso, para que no se quede en simples amenazas que no cumplirá, debemos molestar
a Correa. Para que se lance de verdad. Molestémoslo haciendo las preguntas que
no quiere contestar. Molestémoslo con más investigaciones que saquen a la luz
la corrupción, el despilfarro, los abusos, las mentiras.
Molestémoslo
con confianza. Él lo está pidiendo. A ver si cumple su palabra. A ver si se
atreve a quedarse a debatir con los otros candidatos, a responder de frente a
sus votantes, a rendir cuentas al país. A dar la cara.
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