“¿Qué es ese
edificio?”, pregunté a mi papá señalando una inmensa estructura gris en la
avenida Machala en el centro de Guayaquil. “Es un elefante blanco”, contestó.
Yo tenía unos 10
años y ese día, frente al horrible edificio del Ministerio de Agricultura, “la
licuadora”, aprendí sobre despilfarro, gastos desproporcionados y elefantes
blancos construidos en épocas de bonanza petrolera militar.
La bonanza
petrolera correísta nos trajo también una interminable lista de elefantes
blancos y miles de millones de dólares desperdiciados. Triste episodio de la
política ecuatoriana. Triste década derrochada.
El Gobierno,
siempre listo para crear eslóganes vacíos de contenido, nos quiere vender que
esta es la “década ganada”. Nadie se cree el mal chiste.
Lo que sí
creemos, porque está ahí, a la vista de todos, es el enorme derroche del
Gobierno en estos nueve años. Hace poco, en las redes sociales sonó con fuerza
el #RankingDelDespilfarro. Muchos compartieron varios ejemplos: 1.200 millones
de dólares botados en la invisible Refinería del Pacífico, edificio de Unasur
con su estatua de Kirchner como vergonzoso homenaje a la corrupción, dos
aviones para el presidente, dos aeropuertos sin aviones, helicópteros que no
vuelan, infinita publicidad estatal, sabatinas, marchas de sánduche y cola,
Yachay, crecimiento descontrolado de la burocracia, nuevas secretarías e
instituciones públicas con funciones imaginarias, presupuesto estatal multiplicado,
sobreprecios en carreteras y obras públicas, “contratos complementarios” para
aumentar el reparto, corrupción, gigante deuda con China, medios públicos. Y la
lista continúa.
Esto es lo que
se ve. Lo que se conoce. Poco a poco van apareciendo escandalosos casos de
corrupción donde se multiplica aún más el despilfarro. Millones que se quedan
en bolsillos de intermediarios, amigos y empresas fantasmas.
El Gobierno se
dedica a vender su propia ficción. Correa dijo en su informe del 24 de mayo:
“No hay gobierno que haya ahorrado más que el nuestro, la tasa de ahorro
nacional se ha duplicado en nuestro periodo...”. Entendemos bien por qué su
credibilidad baja día a día.
Tanto han
ahorrado que están desesperados por vender todo para tener liquidez. Ahora sí
dizque quieren eliminar entidades públicas. Ahora sí parecerían entender que
las empresas manejadas por el Estado están destinadas al fracaso. Ahora sí
dicen que se liquidarán, fusionarán o venderán empresas públicas como Tame,
Banco del Pacífico y los medios incautados.
Este 24 de mayo
Correa lanzó también una de las mejores frases que haya pronunciado en su vida
política: “El próximo año, en un día como hoy habrá un nuevo presidente”.
Música para nuestros oídos. Empieza la cuenta regresiva del fin del derroche,
del abuso, del estatismo agobiante.
Nos queda hacer
todo lo posible para que al menos este último año frenen el despilfarro. Para
que no nos quiten más dinero con nuevos impuestos. Y evitar que nos sigan
endeudando para pagar su irresponsabilidad y darse sus últimos gustos en el
poder.
Cuando paso por
la avenida Machala ya no está ese edificio que me enseñó de derroche y
elefantes blancos. El correísmo se dio el lujo de demolerlo y construir un
parque. Los niños que ahí juegan no tienen idea de la inmensa deuda que ellos
deberán pagar tras esta década de despilfarro.
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