lunes, abril 04, 2016

Un trabajo para Pablo

Correa felicita a Pablo. Que es un orgullo para la patria, el primer estudiante de excelencia de su provincia, ganador de una beca del Gobierno. ¿Y qué estás haciendo ahora, Pablo? “La verdad, no me encuentro trabajando en el momento”, le contesta. “¿Y por qué?”, pregunta incómodo el benefactor. Y Pablo explica que no hay plata en la institución pública donde intentó ingresar.

“Todos nuestros becarios deben estar trabajando, ¿qué pasa?”, increpa Correa. “Pasa que tú eres el presidente y por eso no hay trabajo”, contestan en silencio millones de ecuatorianos.

Ahí. En ese momento. En esa vergüenza pública que pasó el presidente durante su show de los sábados se resume uno de los grandes daños que ha hecho el correísmo al país. A los jóvenes. El Gobierno creyó que esto de gobernar era cuestión de gastar. Que desde el Estado se podía hacer todo. Repartir cargos, multiplicar ministerios y secretarías inútiles, construir carreteras, hospitales, elefantes blancos, proyectos invisibles, ahogarnos en publicidad. Da igual. Gastar, gastar, gastar. Esa era su receta. Su gran milagro.

Inversión extranjera, secundario. Seguridad jurídica, tonterías. Tratados comerciales, bobadas neoliberales. Estabilidad tributaria, cuento de los poderes fácticos. Ahorro, una estupidez.

Y ahora miles de Pablos no tienen trabajo. Esos Pablos pertenecen a una generación que creció y se graduó bajo el correísmo con un objetivo: conseguir un puesto público. Porque sabían que ahí estaban los trabajos. Porque veían que el sector privado estaba estancado. Hoy, ya ni el obeso Estado les puede dar algo.

Lo más decepcionante es que el Gobierno no hace nada para que esta situación cambie. No existe un compromiso de hacer cortes significativos en el aparato estatal. No están preocupados de reducir el monstruo burocrático que ellos crearon. Se empeñan en continuar con lo mismo. Todo para el Gobierno, nada para la gente.

La gran preocupación de Correa no es darle un trabajo a los jóvenes desempleados. Mover la economía e impulsar al sector productivo para que se generen esos empleos tan necesitados. Su principal preocupación es conseguir más plata para seguir gastando. Que nadie toque mi avión privado, mis sabatinas, mis infinitos ministerios, mi holding de medios públicos, mis aeropuertos fantasmas, mis viajes, mi propaganda. La culpa no es mía, es del precio del petróleo. Quienes dicen que gasto mucho mienten.

El Gobierno no piensa ahorrar. Dejarán el poder con la mashicard al límite y chulqueros cobrando en cada esquina. Nuestro bolsillo existe para que ellos sigan gastando. Para eso están los nuevos impuestos con lo que pretenden seguir exprimiéndonos.

Pero tranquilos. Seguro los acuerdos firmados por Gabriela en Bielorrusia traerán esa inversión que generará miles de empleos. Seguro ese nuevo impuesto a los cigarrillos y las bebidas azucaradas nos hará tan saludables que vendrán turistas del mundo entero a conocer nuestro secreto. Seguro ese arduo trabajo de la Secretaría del Buen Vivir dará sus frutos y pronto exportaremos sonrisas. Hasta que eso suceda, a pagar todos con infinito amor el despilfarro.

Mientras el Gobierno solo piensa en nuevos impuestos, Pablo solo quiere un empleo. Los Pablos esperan una oportunidad. Eso sí, tienen algo muy claro. Saben quién debe perder su cargo, para que ellos consigan un trabajo.


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