Es verde, amargado y tiene 53 años. Desde lo alto mira a los habitantes del pueblo. No resiste verlos reír y compartir. Él quiere borrar sus sonrisas. Quiere amargarles la fiesta. Por eso entra a sus casas y se las vacía. Se lleva sus regalos y adornos de Navidad. Es el Grinch, el famoso personaje creado por el Dr. Seuss en el cuento ¡Cómo el Grinch robó la Navidad!
Al igual que en Villaquién, el pueblo del cuento, aquí vivimos una amenaza color verde. Pero nuestra amenaza no llega solo en Navidad. Está presente todo el tiempo. Nuestro Grinch es más malvado.
Nuestro Grinch no entra a medianoche a las casas por las chimeneas. Él entra y se mete en nuestras vidas a toda hora, en todo momento, por la tele, la radio, la cuenta de luz o como sea. Nuestro Grinch no se contenta con llevarse los regalos y decoraciones navideños. Él va más lejos, haciendo que los regalos y decoraciones sean tan caros que casi nadie los pueda comprar. Y se lleva muchas cosas más. Se ha llevado miles de millones de dólares despilfarrándolos. Se ha llevado la libertad de medios, periodistas y ciudadanos para investigar, reportar y opinar. Se ha llevado nuestros sueldos y ganancias con una interminable lista de impuestos. Se ha llevado miles de puestos de trabajo, espantando la inversión con tanta inestabilidad. Se ha llevado la justicia, evitando la fiscalización que frene la corrupción. Se ha llevado la esperanza de millones de personas que votaron por gente limpia, lúcida y ardiente y que han debido aguantar personajes sucios y prepotentes.
Y lo que es peor, no conforme con llevarse nuestro presente, se lleva nuestro futuro, endeudándonos con préstamos con tasas de chulquero que seguiremos pagando durante muchas navidades, apropiándose de nuestros ahorros depositados en bancos privados, entregando nuestros recursos públicos al que le dé algo de efectivo con tal de llegar a fin de mes.
Al final del cuento, los residentes de Villaquién dan una lección al Grinch. Él está seguro de que todos se lamentarán y llorarán al despertar y descubrir que sus juguetes y adornos navideños han desaparecido. Pero eso no ocurre. En lugar de quejas y lamentos, el Grinch escucha canciones y festejos de todos celebrando unidos la Navidad. El Grinch comprende que la Navidad es mucho más que regalos. Entonces se arrepiente y devuelve lo robado.
Con nuestro Grinch será imposible lograr que se arrepienta y devuelva toda esa plata despilfarrada. Él seguirá vaciando nuestra casa hasta el último de sus días en mayo. A nuestro Grinch no lo haremos recapacitar. Pero si algo enseña este cuento del Dr. Seuss es el poder de la unión y el optimismo de todos en momentos adversos. Nos enseña que juntos podemos demostrarle al Grinch que su poder y maldad no nos afecta. Que somos más fuertes que él.
Aunque nuestro Grinch no cambie, nosotros sí podemos cambiarlo a él y a sus amigos verdes. Podemos votar unidos y optimistas el próximo febrero para que los Grinchs no regresen al poder. Para que llegue un cambio de verdad. Y nunca, nunca más, nos roben la Navidad.