Este
es mi último artículo. Por ahora. Cierro una etapa de más de siete años en la
que jueves a jueves he compartido comentarios, análisis, pensamientos, o alguna
emoción personal. Y sobre todo, he aprendido con los mensajes, las anécdotas y
las críticas de quienes leen esta columna.
Tengo
el orgullo de haber escrito en EL UNIVERSO en una época difícil para el
periodismo. De haber sido parte de estas páginas cuando los medios han recibido
los peores ataques e insultos de un presidente y un Gobierno empeñados en
acabar con la prensa libre en el Ecuador. Mientras más intolerante el Gobierno,
se vuelve más interesante esto de hacer opinión.
Escribo
estas líneas pocos días después de ver a Rafael Correa rompiendo nuevamente un
ejemplar de un diario frente a las cámaras y haciendo un llamado a boicotear la
prensa no gobiernista. Correa pide que no leamos periódicos. Que no veamos
noticieros. Salvo los medios oficiales, esos que su Gobierno controla.
“Hagamos
la revolución desde nuestros hogares, en nuestra acción cotidiana, cada uno,
dejando de comprar esta prensa corrupta…”, dijo Correa. Revolución de la
ignorancia, del odio, de la confrontación. Lindo mensaje para los niños y
jóvenes del Ecuador: mientras menos sepan, mejor. Ese es el escenario en el que
he escrito los últimos años. Ese es el Ecuador de hoy.
Afortunadamente
la gente no le hace caso. Las páginas de los diarios oficiales esperan
solitarias en alguna oficina pública que alguien las lea. La gente sabe que en
ellas encontrará propaganda, no periodismo. En cambio, los medios
independientes del Gobierno, con todos sus defectos, siguen más vivos y
vigentes.
A
esos medios hoy se suman los miles de ciudadanos que opinan, critican, sugieren
y comparten en las redes sociales. Esas redes que el Gobierno no puede
controlar, ni comprar con publicidad, ni callar con amenazas, ni romper en
pedazos frente a las cámaras. Ahí está el presente y futuro de la opinión
libre. Cuando inicié esta columna, Twitter estaba a más de un año de ser
creado. Hoy, gracias a su uso, el periodismo cambia rápidamente, se fortalece
la libre expresión en el mundo entero, y los gobiernos con aires autoritarios
pierden el control sobre la información y las críticas.
En
este Diario, desde el primer día, tuve toda la libertad para escribir lo que
quisiera. Libre de censura, libre de restricciones, libre de presiones. Gracias
a quienes hacen EL UNIVERSO por proteger y garantizar esa libertad. Ha sido un
privilegio escribir en este Diario que se mantuvo firme y fiel al periodismo
libre frente a los ataques, las amenazas y una justicia rendida a los pies de
Carondelet. Y gracias a los lectores que durante estos años me han escrito
comentarios, felicitaciones o críticas. Extrañaré esos mensajes tanto como las
madrugadas que he pasado frente al teclado dando forma al artículo de la
semana.
Dejo
esta columna, pero no dejo de escribir. Lo seguiré haciendo, ojalá con
frecuencia, en mi blog www.manueligomez.com.
Dejo esta página para empezar un nuevo reto. Me uno a un proyecto en el que
creo.
Gracias
por pasar cada jueves por aquí. Nos leemos en el próximo tuit.