Kintto
Lucas se fue. Dice que la derecha está dentro del poder. Para el ahora
exvicecanciller, la prueba más clara de la derechización del correísmo está en
las nuevas negociaciones para un Tratado de Libre Comercio con la Unión
Europea.
En una reciente entrevista, Lucas identifica al viceministro de Comercio, Francisco Rivadeneira; a la embajadora en Estados Unidos, Nathalie Cely; al ministro de la Producción, Santiago León, entre otros miembros del grupo negociador del acuerdo comercial, como algunos de los que están llevando a este Gobierno hacia esa derecha que en su momento tanto ha criticado el correísmo. Insiste en que aunque digan que se trata de un acuerdo comercial distinto, en la práctica es un Tratado de Libre Comercio.
A pesar de sus discursos con gritos revolucionarios y homenajes al Che y Fidel, el gobierno de Correa parece ir descubriendo el evidente fracaso al que lleva ese socialismo. Y van adoptando una línea más pragmática, al menos en temas económicos.
Las voces de la extrema izquierda, tan cercanas al Gobierno en sus inicios, han ido saliendo poco a poco por la puerta trasera. Hoy ellos reciben las críticas del presidente y serán sus contrincantes en las próximas elecciones. Se va cumpliendo al pie de la letra ese temprano pronóstico de que la principal oposición a este Gobierno vendría de grupos de izquierda antes que de derecha.
Ahora último hemos escuchado a Correa quejarse de la “ineptitud” de ciertos administradores públicos en hospitales y otras instituciones. Después de cinco años en el poder, Correa parece descubrir esa casi natural ineficiencia del sector público. El presidente se va sacudiendo el falso sueño de esa burocracia idealizada que trabaja por el bien de su país, dejando a un lado intereses personales. Y va entendiendo las múltiples ventajas del sector privado.
Correa decidió “externalizar” servicios como limpieza, alimentación y lavandería en hospitales públicos, para “brindar un servicio eficiente y de calidad a los ecuatorianos”. El Gobierno que acabó con la tercerización, herramienta útil para generar empleo brindando mayor agilidad y flexibilidad a las empresas para contratar, ahora descubre, como tanto se les advirtió, que el problema no era la tercerización, sino su abuso. Correa, el tercerizador, entiende el valor de contratar servicios de empresas especializadas.
El discurso correísta no cambiará. Seguirá vendiendo una revolución socialista del siglo XXI, aunque nadie sepa lo que eso significa. Pero en la práctica, parece que el Gobierno abre poco a poco los ojos. Y entiende que los tratados comerciales no son el demonio, sino que nos ayudarán a vender más y progresar; o que es más eficiente contratar al sector privado antes que engordar aún más la cintura de nuestro ya obeso Estado. Hasta suena poco probable imaginar al Correa de hoy expropiando arbitrariamente una empresa privada, como lo ha hecho su colega argentina.
Lastimosamente, esa derechización del Gobierno va acompañada de uno de los errores de los mal llamados gobiernos neoliberales del pasado: favorecer el mercantilismo antes que el libre comercio, aumentando la dependencia del sector privado en contratos con el Estado, con toda la corrupción, palancas y privilegios que eso conlleva. Tal vez de eso se trataba el socialismo del siglo XXI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario