Este
sábado, mientras hacía la cola en la Comisión de Tránsito para matricular mi
carro (luego de haber pagado un nuevo impuesto disfrazado de verde), caí en ese
acto masoquista que había logrado evitar desde hace algún tiempo: me puse a
escuchar el monólogo sabatino de Correa por la radio.
Pero algo raro sucedió esta vez. Mis oídos quedaron confundidos. En lugar de ese Rafael Correa socialista, estatista y populista, escuché todo lo contrario.
Correa dijo: “Si queremos salir del subdesarrollo hay que acabar con el paternalismo. Los principales responsables de resolver nuestros problemas somos nosotros mismos, por supuesto con el apoyo de un gobierno popular, pero no esperen que el gobierno les resuelva todo… A asumir todos nuestras responsabilidades”.
Al escuchar esto, recordé esa escena de la película “La Dama de Hierro”, cuando una joven Margaret Thatcher dice: “Hay que alentar a la gente a valerse por sí misma. Sí, debemos ayudar a la gente, por supuesto que tenemos que hacerlo. Pero aquellos que pueden hacer las cosas deben levantarse y hacerlo. Y si algo sale mal, no deberían lamentarse por lo ocurrido. Deben actuar y hacer algo al respecto. Y cambiar las cosas”.
Rafael Thatcher suena bien. Apoyo su discurso que anima a la gente a valerse por sí misma, y a no esperar que el papá Estado les dé todo en bandeja. Sin embargo, ese discurso contradice la realidad de este Gobierno paternalista por excelencia. Un gobierno de un estatismo agobiante, donde la iniciativa privada pasa a segundo plano.
Correa critica el paternalismo, pero olvida que este Gobierno nos trata como a niños irresponsables y sin criterio para tomar nuestras propias decisiones. Este Gobierno me prohíbe comprar un trago un domingo, con la absurda excusa de dizque reducir los crímenes. Y este mismo Gobierno ha eliminado los casinos para evitar que la gente caiga en el “vicio del juego”. El papá Estado decide por sus indefensos hijos lo que les conviene hacer con sus vidas.
En lo económico la cosa es peor. Correa habla de acabar con el paternalismo para salir del subdesarrollo. Suena a chiste. Un Gobierno de un país en el que las oportunidades laborales se encuentran cada vez más en el sector público, en el que cada día más negocios y actividades comerciales dependen de contratos con el Estado, en el que la economía se mueve por bonos, salarios y gasto público antes que por inversiones privadas o nuevos emprendimientos, es un Gobierno que difícilmente puede predicar contra el paternalismo.
Suena bien el discurso antipaternalismo de Correa. Pero sería bueno que llevase sus palabras a los hechos. Que en lugar de un Gobierno concentrado en meter sus narices en todos lados volviendo a los ciudadanos cada vez más dependientes del Estado, impulse el emprendimiento individual, la real competencia, las inversiones privadas, el comercio libre y un Estado eficiente pero liviano, donde ahí sí, podamos salir adelante por nuestros propios medios.
Mientras hacía la cola, un vendedor me ofreció un botiquín, un triángulo de emergencia y un extintor, necesarios para la inspección del carro. Él no necesita discursos sobre resolver sus propios problemas y valerse por sí mismo.