Danica
Camacho nació hace pocos días en Filipinas. Es el ser humano 7 mil millones en
esta tierra. O al menos lo simboliza.
Cuando yo nací éramos algo más de 4 mil millones (encontré una página web que calcula tu número dentro de esos 7 mil millones según tu fecha de nacimiento). Hace solo poco más de una década, en 1999, alcanzamos los 6 mil millones de personas. En los últimos 50 años, la población se ha más que duplicado.
Muchos se alarman. Dicen que no habrá espacio ni cama para tanta gente. Que son demasiadas bocas que alimentar y techos por construir. Temen por la excesiva demanda de energía del mundo moderno. O por los conflictos y guerras entre escasez y necesidades insatisfechas, desempleo, calentamiento global, sequías y ciudades sobrepobladas. Les preocupa ese mundo que Danica deberá enfrentar.
Pero esa visión negativa se estrella contra una realidad que nos muestra un mundo cada vez más civilizado y desarrollado, con una población que, a pesar de algunos gobiernos opresores que todavía quedan, avanza con mayor acceso a educación, salud, vivienda y seguridad. Danica nace en un mundo en el que a pesar de sus crisis, su violencia y sus conflictos, existe mayor respeto, tolerancia y libertades de lo que vivieron generaciones pasadas. Han caído la mayoría de totalitarismos, para dar paso a sociedades más abiertas, libres y democráticas. Vivimos más años, más sanos y con mayor acceso a una educación. Las mujeres, sobre todo, han logrado romper cadenas –y lo siguen haciendo– incluso en las sociedades más opresoras.
Danica tiene suerte. Nació famosa. Su fecha de nacimiento le ha asegurado una beca de estudios y dinero para que sus padres puedan abrir un negocio. ¿Pero qué mundo les espera a las otras Danicas anónimas?
Vi hace poco un video producido por Microsoft que imagina un futuro no muy lejano, cuando Danica sea quizás una adolescente. En ese mundo vivimos mejor comunicados y más conectados que hoy, con lo virtual y lo real confundiéndose, entre impresionantes dispositivos y tecnologías que facilitan la vida. Pero ese futuro de alta tecnología y comunicaciones avanzadas estará reservado para sociedades desarrolladas y libres y personas con educación. No todos serán parte de él. Sobre todo, quedarán excluidos millones de mujeres en sociedades que todavía les niegan sus derechos.
¿Y acá? ¿Qué mundo le espera a Danica ecuatoriana? ¿Qué sociedad le estamos construyendo? ¿Será parte de esos rápidos avances, cambios y oportunidades del mundo? ¿Crecerá en un ambiente libre, tolerante, que priorice su educación y desarrollo individual por encima de adoctrinamientos políticos y nuevos experimentos colectivistas? ¿O permanecerá aislada, restringida por el poder de un Gobierno que busca controlar su vida?
Entre los siete mil millones de vidas e historias personales son muy pocas las que nos traen malas noticias a los diarios, pocos nombres que se empeñan en generar violencia, pocos políticos pretendiendo limitar la libertad de Danica a cambio de más poder. Son pocos, pero hacen mucho daño. Quedan todavía gobiernos que se empeñan en retroceder y en reprimir al individuo. A pesar de ellos, Danica nace en un mundo más libre y con mejores oportunidades. Bienvenida.
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