jueves, noviembre 24, 2011

Hacer algo


“Hay que hacer algo por este país, no podemos quedarnos cruzados de brazos”, dice con un vaso de whisky en la mano. “Sí, no podemos seguir así”, aprueban todos. Luego termina la reunión, cada uno vuelve a su casa, a su trabajo, a su familia, a sus preocupaciones y proyectos cotidianos, a vivir y disfrutar la vida como mejor se pueda a pesar de la situación política que pide a gritos que se haga algo. Ese “hay que hacer algo” ha quedado tantas veces en el aire, entre el humo de cigarrillo y los vasos vacíos de otro encuentro en el que sobran buenas ideas e intenciones, pero siempre faltan tiempo, dinero y acciones.

Pero algo está cambiando. El abuso y atentado contra nuestras libertades elementales de este Gobierno ha servido para despertar a algunas personas. Esas promesas de hacer algo, que tantas veces habían quedado abandonadas, se vuelven más ciertas, más concretas.

Desde que escribo en este Diario, me han invitado los últimos años a varias reuniones en las que siempre se planean los grandes cambios del país a través de algún nuevo partido o movimiento político. He perdido la cuenta de todas esas ocasiones en las que se planean mil acciones y al final nada sucede. Cada quien regresa a casa y a su vida, para volver meses más tarde a una nueva reunión con nuevos planes y promesas.

Pero ahora es diferente. La amenaza se volvió demasiado grande. Los planes empiezan a concretarse. Las ideas y promesas se escriben sobre papel, se vuelven tangibles. Las billeteras se abren para financiar esas acciones necesarias para avanzar y lograr ese cambio postergado en el país.

No es fácil. Conocemos bien los fraudes electorales y abusos sufridos tantas veces, sabemos de lo que los políticos en el poder son capaces de hacer por mantener ese poder. Basta encender la televisión para ver el descarado despilfarro de nuestro dinero en propaganda manipuladora. Basta abrir el diario y leer que el Gobierno planea gastar cinco veces más en publicidad en el 2012, pasando de los 54 millones de dólares asignados este año en el presupuesto, a casi 300 millones de dólares presupuestados para el próximo. Basta conocer las limitaciones que pone el Consejo Nacional Electoral, tan afín a Carondelet, al gasto en las campañas (menos las del Gobierno con nuestra plata), para entender cómo se complicará el panorama de aquellos grupos que entrarán en la contienda electoral.

Pero a pesar de tantas dificultades a la vista, existe optimismo de que se puede frenar en las urnas a este Gobierno y sus abusos. Que todo el dinero que despilfarren en campañas, ataques y populismo de tarima no les alcanzaría para ganar los votos que necesitan para dominar todas las instituciones del Estado como lo hacen hoy. Que una segunda vuelta en las próximas elecciones es posible. Que en la próxima Asamblea el Gobierno perdería la mayoría, para dar paso a un nuevo y mejor escenario político.

Falta todavía mucho más por hacer. Falta más gente que se involucre. Faltan más recursos que apoyen. Pero esta vez, ante el escenario extremo que vivimos, el “hay que hacer algo” está cambiando por “esto estamos haciendo”.

jueves, noviembre 17, 2011

Chavidad ecuatoriana



Mientras la burocracia venezolana celebra su “chavidad” gracias a la bonificación navideña que Hugo Chávez repartirá a sus funcionarios con plata de todos los venezolanos, por acá no nos quedamos atrás. Nuestro director del SRI se ha disfrazado de Papá Noel con gorrito de Robin Hood para tomar nuestro dinero con nuevos impuestos y meterlo en el saco sin fondo de este pobre Gobierno. Así, Correa y compañía podrán crear más puestos públicos, realizar más obras que ganen votos y seguir derrochando nuestra plata; por ejemplo, engañando y atacando en infinitas cadenas nacionales.

Este Gobierno es muy exitoso en su política de desempleo cero para los amigos del poder. Si es necesario, hasta se inventan el cargo y el Ministerio. Nuestro exministro de Economía y Finanzas, exministro del fugaz Ministerio del Litoral, exministro de Coordinación Política y futuro exministro de Relaciones Exteriores sirve de ejemplo.

La posesión de los “nuevos” y reciclados ministros de Correa nos recordó la cantidad de redundantes ministerios y oficinas en los que se derrocha nuestra plata. Ministerios Coordinadores, Secretarías como las del Agua y el Migrante, y una cuyo nombre hubiera envidiado el mismísimo Cantinflas, la Comisión Técnica Presidencial de la Nueva Arquitectura Financiera Internacional. No sabemos con qué se come eso. Lo que sí sabemos es que cada día nuestra burocracia come más y mejor, y con esa barriga llena y satisfecha ¡cómo no votar por la continuidad de esta falsa revolución!

Pero si uno va a ocupar un puesto por encargo del Gobierno, lo mejor es estar en una de las empresas incautadas o “empresas privadas comerciales en manos del Estado”. Ahí sí los sueldos y bonificaciones se ponen buenos.

Para el 2012, el Gobierno planea gastar más de 7.500 millones de dólares en los sueldos de nuestros cerca de 500 mil funcionarios públicos; o sea, mil millones más que lo presupuestado este año. Según diario Hoy, solo en viáticos se han presupuestado más de 126 millones para el 2012, más del triple que los 40 millones del 2011.

Necesitamos empleados públicos. Necesitamos invertir en ellos. De hecho, este Gobierno ha generado un cambio positivo en la atención al usuario en varias instituciones públicas. El perfil del funcionario público ha cambiado positivamente con la contratación de jóvenes profesionales. Pero estos cambios no justifican el desproporcionado gasto público y aumento de funcionarios e instituciones que hoy soportamos.

Carlos Marx dijo en una reciente entrevista que deberíamos comparar nuestra carga tributaria en Ecuador “con la presión fiscal de los países de Europa del norte que llegan al 40%”. Pero Marx sabe que antes deberíamos comparar las abismales diferencias en calidad y eficiencia del gasto público y los servicios en salud, educación, seguridad y más entre esos países y el nuestro.

Se trata de ser eficientes. No de llenarnos de instituciones y cargos que no necesitamos. El éxito del Estado no se mide por su presencia en cada espacio de nuestras vidas o por las campañas publicitarias de sus ministerios y secretarías. Todo lo contrario. Mientras menos tengamos que lidiar con trámites y oficinas públicas, mejor.

La chavidad no se quedó en Venezuela. Llegó a Ecuador con otro empaque.

jueves, noviembre 10, 2011

Candidatos invisibles


Nos gustan las caras nuevas. El factor sorpresa. Una y otra vez el país pide un cambio, para luego pasar al cambio del cambio.

En los últimos años hemos sufrido de esa fiebre por lo nuevo y lo distinto a la hora de escoger candidatos. Por eso tenemos a Rafael Correa. Por eso, antes de él, Lucio Gutiérrez también ocupó Carondelet. Voces nuevas. Apostarle a ese cambio imaginado.

Veo CNN o leo el New York Times y me encuentro con la campaña presidencial de Estados Unidos a toda máquina. Las elecciones en ese país serán a fines del próximo año, casi al mismo tiempo que las nuestras. Mientras acá solo hay sospechas, especulaciones y chismes sobre quiénes podrían ser los candidatos, allá ya hay diez candidatos republicanos recorriendo el país, debatiendo, dando discursos y haciendo campaña por las primarias de su partido. Aunque no se puede comparar una democracia madura como la gringa con una que no llega ni a la adolescencia como la nuestra, el contraste del proceso electoral y sus consecuencias deberían servirnos de alerta. Mientras un proceso electoral como el gringo implica iniciar temprano las campañas y conocer a fondo a los candidatos y sus planes de gobierno, acá vamos al otro extremo. Todo está diseñado para que los candidatos tengan que aparecer a último momento. Solo así pueden aspirar a patear el tablero y ganarse nuestro voto, aunque nunca lleguemos a conocerlos a fondo.

Los candidatos republicanos habrán pasado por un largo y minucioso escrutinio público antes de aspirar a la candidatura de su partido. Medios y opositores los analizan y revisan con lupa. Uno de los candidatos ya enfrenta un escándalo al haber sido públicamente acusado de abuso sexual. Sus vidas públicas y privadas son parte de la discusión. Se trata de llegar hasta el fondo de las ideas, conductas y personalidades de quienes pretender liderar un país.

Esto no quiere decir que las caras nuevas no puedan ser buenos gobernantes. Tampoco quiere decir que una larga campaña presidencial como la de Estados Unidos garantice la llegada de los más brillantes. George Bush Jr. es prueba de ello. Pero poco podemos esperar de un sistema electoral que impide que conozcamos a los candidatos. Las posibilidades de equivocarnos en las urnas son mayores si no conocemos al candidato en la foto.

Nuestro sistema está diseñado para que los candidatos en campaña no puedan hacer campaña. Está armado para favorecer al presidente y autoridades en el poder e impedir que los candidatos se den a conocer. Hará que otra vez nos enteremos a última hora de quiénes aspirarán a ocupar cargos públicos. Obligará a que muchos de ellos sean famosos, periodistas y deportistas con la ventaja de ser más conocidos que el resto.

Nuevamente el país requiere un cambio de este mal cambio en el que nos hemos metido. No podemos caer nuevamente en candidaturas de última hora y discursos bonitos de candidatos sin experiencia. Debemos conocer con suficiente tiempo las credenciales, carácter, e ideas de quienes aspiren al poder.

Hoy vivimos las consecuencias de haber elegido a un improvisado que supo ganar votos desesperados. ¿Conoceremos con tiempo a los próximos candidatos?

jueves, noviembre 03, 2011

Un mundo para Danica


Danica Camacho nació hace pocos días en Filipinas. Es el ser humano 7 mil millones en esta tierra. O al menos lo simboliza.

Cuando yo nací éramos algo más de 4 mil millones (encontré una página web que calcula tu número dentro de esos 7 mil millones según tu fecha de nacimiento). Hace solo poco más de una década, en 1999, alcanzamos los 6 mil millones de personas. En los últimos 50 años, la población se ha más que duplicado.

Muchos se alarman. Dicen que no habrá espacio ni cama para tanta gente. Que son demasiadas bocas que alimentar y techos por construir. Temen por la excesiva demanda de energía del mundo moderno. O por los conflictos y guerras entre escasez y necesidades insatisfechas, desempleo, calentamiento global, sequías y ciudades sobrepobladas. Les preocupa ese mundo que Danica deberá enfrentar.

Pero esa visión negativa se estrella contra una realidad que nos muestra un mundo cada vez más civilizado y desarrollado, con una población que, a pesar de algunos gobiernos opresores que todavía quedan, avanza con mayor acceso a educación, salud, vivienda y seguridad. Danica nace en un mundo en el que a pesar de sus crisis, su violencia y sus conflictos, existe mayor respeto, tolerancia y libertades de lo que vivieron generaciones pasadas. Han caído la mayoría de totalitarismos, para dar paso a sociedades más abiertas, libres y democráticas. Vivimos más años, más sanos y con mayor acceso a una educación. Las mujeres, sobre todo, han logrado romper cadenas –y lo siguen haciendo– incluso en las sociedades más opresoras.

Danica tiene suerte. Nació famosa. Su fecha de nacimiento le ha asegurado una beca de estudios y dinero para que sus padres puedan abrir un negocio. ¿Pero qué mundo les espera a las otras Danicas anónimas?

Vi hace poco un video producido por Microsoft que imagina un futuro no muy lejano, cuando Danica sea quizás una adolescente. En ese mundo vivimos mejor comunicados y más conectados que hoy, con lo virtual y lo real confundiéndose, entre impresionantes dispositivos y tecnologías que facilitan la vida. Pero ese futuro de alta tecnología y comunicaciones avanzadas estará reservado para sociedades desarrolladas y libres y personas con educación. No todos serán parte de él. Sobre todo, quedarán excluidos millones de mujeres en sociedades que todavía les niegan sus derechos.

¿Y acá? ¿Qué mundo le espera a Danica ecuatoriana? ¿Qué sociedad le estamos construyendo? ¿Será parte de esos rápidos avances, cambios y oportunidades del mundo? ¿Crecerá en un ambiente libre, tolerante, que priorice su educación y desarrollo individual por encima de adoctrinamientos políticos y nuevos experimentos colectivistas? ¿O permanecerá aislada, restringida por el poder de un Gobierno que busca controlar su vida?

Entre los siete mil millones de vidas e historias personales son muy pocas las que nos traen malas noticias a los diarios, pocos nombres que se empeñan en generar violencia, pocos políticos pretendiendo limitar la libertad de Danica a cambio de más poder. Son pocos, pero hacen mucho daño. Quedan todavía gobiernos que se empeñan en retroceder y en reprimir al individuo. A pesar de ellos, Danica nace en un mundo más libre y con mejores oportunidades. Bienvenida.