Mis
primeros recuerdos de EL UNIVERSO creo que son con el Paratodos, la sección que
salía los domingos. Ahí me entretenía con los pasatiempos para niños. Y conocí
a Olafo, Beto el Recluta, los Pequeños Traviesos y los Melaza.
Recuerdo luego, ya en mi época de colegio, sentarme a leer el periódico después de almorzar. La página de opinión siempre me llamó la atención. Los artículos de Xavier Benedetti, con ese ritmo musical en sus oraciones, eran mis favoritos. En esa época, los Flechazos de Robin, como el Bonil de hoy, desnudaban la realidad política de este país en un dibujo. Cuando me alejé del país en mis años universitarios, EL UNIVERSO fue mi conexión diaria a través de su sitio web que recién se estrenaba. Eluniverso.com era mi página de inicio en mi computadora, donde me enteré de la caída de Bucaram, la quiebra de los bancos, la dolarización, la caída de Mahuad, y todas las locuras, escándalos, tristezas y alegrías de ese país que veía de lejos.
En una de mis vacaciones de verano tuve mi primera experiencia de periodista amateur en la sala de redacción de EL UNIVERSO. Hice una corta pasantía en la que publiqué mi primer reportaje para un especial por la fundación de Guayaquil. Trataba sobre la ciudad vista a través de los ojos de sus residentes extranjeros. Armado con mi grabadora me fui a pescar las impresiones de gringos, europeos y otros habitantes del mundo que habían hecho de esta ciudad su casa. Recuerdo la emoción al ver mi nombre y mis palabras publicadas, por primera vez, en las páginas del Diario.
Pasaron los años y regresé a Guayaquil. Me propuse escribir y compartir mis opiniones sobre la política en el país. Recuerdo que me tomó varias semanas terminar mi primer artículo. Lo publicaron y luego vinieron otros más. Al poco tiempo me invitaron a escribir todas las semanas. Recuerdo mis nervios, mi expectativa y mi emoción el día que salió mi primer artículo como columnista. Desde ese día, me quedé los jueves en esta página.
Cuando pienso en un periódico pienso en EL UNIVERSO. Mi periódico. Las páginas de mi cultura, mi identidad, mi ciudad, mi día a día, mis noticias cada mañana. Así cumple 90 años de ser nuestro Diario. Con sus aciertos y errores, con sus virtudes y defectos, sus noticias y opiniones han acompañado los desayunos de miles de lectores durante varias generaciones.
Hasta que llegó Rafael Correa. Y con su escaso entendimiento de la libertad, su rechazo a la diversidad de opiniones, su intolerancia, su arrogancia, sus prejuicios, su descaro y su despotismo intenta destruir este Diario con un juicio abusivo y unas cortes que se rinden a sus pies.
El abuso de Correa ha llegado demasiado lejos. Pero confío que al final se hará justicia. Confío que este Diario seguirá a paso firme y celebrará su primer siglo. Que Correa, como tantos otros tiranos, pasará de largo y tendrá que responder por sus actos junto a varios de sus cómplices funcionarios.
Y quedará nuestro respeto hacia quienes no se someten. Quedará el periodismo libre. Quedará EL UNIVERSO, que es nuestro. Que lo seguirá siendo.
Recuerdo luego, ya en mi época de colegio, sentarme a leer el periódico después de almorzar. La página de opinión siempre me llamó la atención. Los artículos de Xavier Benedetti, con ese ritmo musical en sus oraciones, eran mis favoritos. En esa época, los Flechazos de Robin, como el Bonil de hoy, desnudaban la realidad política de este país en un dibujo. Cuando me alejé del país en mis años universitarios, EL UNIVERSO fue mi conexión diaria a través de su sitio web que recién se estrenaba. Eluniverso.com era mi página de inicio en mi computadora, donde me enteré de la caída de Bucaram, la quiebra de los bancos, la dolarización, la caída de Mahuad, y todas las locuras, escándalos, tristezas y alegrías de ese país que veía de lejos.
En una de mis vacaciones de verano tuve mi primera experiencia de periodista amateur en la sala de redacción de EL UNIVERSO. Hice una corta pasantía en la que publiqué mi primer reportaje para un especial por la fundación de Guayaquil. Trataba sobre la ciudad vista a través de los ojos de sus residentes extranjeros. Armado con mi grabadora me fui a pescar las impresiones de gringos, europeos y otros habitantes del mundo que habían hecho de esta ciudad su casa. Recuerdo la emoción al ver mi nombre y mis palabras publicadas, por primera vez, en las páginas del Diario.
Pasaron los años y regresé a Guayaquil. Me propuse escribir y compartir mis opiniones sobre la política en el país. Recuerdo que me tomó varias semanas terminar mi primer artículo. Lo publicaron y luego vinieron otros más. Al poco tiempo me invitaron a escribir todas las semanas. Recuerdo mis nervios, mi expectativa y mi emoción el día que salió mi primer artículo como columnista. Desde ese día, me quedé los jueves en esta página.
Cuando pienso en un periódico pienso en EL UNIVERSO. Mi periódico. Las páginas de mi cultura, mi identidad, mi ciudad, mi día a día, mis noticias cada mañana. Así cumple 90 años de ser nuestro Diario. Con sus aciertos y errores, con sus virtudes y defectos, sus noticias y opiniones han acompañado los desayunos de miles de lectores durante varias generaciones.
Hasta que llegó Rafael Correa. Y con su escaso entendimiento de la libertad, su rechazo a la diversidad de opiniones, su intolerancia, su arrogancia, sus prejuicios, su descaro y su despotismo intenta destruir este Diario con un juicio abusivo y unas cortes que se rinden a sus pies.
El abuso de Correa ha llegado demasiado lejos. Pero confío que al final se hará justicia. Confío que este Diario seguirá a paso firme y celebrará su primer siglo. Que Correa, como tantos otros tiranos, pasará de largo y tendrá que responder por sus actos junto a varios de sus cómplices funcionarios.
Y quedará nuestro respeto hacia quienes no se someten. Quedará el periodismo libre. Quedará EL UNIVERSO, que es nuestro. Que lo seguirá siendo.