El Gobierno logró perder habiendo ganado. El triunfalismo exagerado y apresurado y esa actitud tan correísta de sacar la lengua al perdedor, los golpearon en la cara y los sentaron en la realidad. Ganaron, sí. Pero por tan poco, que el triunfo terminó oliendo a derrota. ¿Aprenderán algo del papelón?
Actualizo la página web del CNE que lentamente va cargando los datos –¿tendremos algún día un conteo de votos civilizado y eficiente, en lugar de retrasos, gritos y caos?–. Los tres objetivos que Correa aseguró haber cumplido –ganar en las diez preguntas, en el mayor número de provincias y con la mayor diferencia de votos– se escapan de sus manos. El Sí y el No están cerca en todas las preguntas. En la mitad de las provincias podría ganar el No. Y dos preguntas claves casi empatan.
Los personajes del Gobierno desfilan por esos medios que hoy controlan y aquellos contra los que tanto despotrican. Dicen que de todas formas han ganado. Aseguran que la diferencia de votos aumentará. Que el problema es que enfrentan a una prensa corrupta, a los poderes fácticos, a la partidocracia, y otros enemigos imaginarios. Que la oposición hizo campaña con comedia en lugar de ideas. Incluso, con un cinismo monumental, dicen haber estado en desventaja en la campaña por las críticas recibidas en los medios, cuando el Gobierno copó todos los espacios con recursos públicos, llegando incluso al abuso y descaro de transmitir, durante la última semana de campaña, varias cadenas nacionales prohibidas.
Se quejan, reclaman y reiteran su triunfo. Pero no los veo entender el mensaje de esta votación. Que no pueden continuar dividiendo a los ecuatorianos. Que deben gobernar para todos, y no para unos y contra otros. Que deben dejar los ataques, el abuso, las persecuciones, la manipulación mediática, los insultos. Que deben enfrentar a los criminales que nos están matando, y no a los ciudadanos que expresan sus opiniones. Que para recuperar la confianza y el apoyo de la gente, no servirán bonos, borregos, luchas de clases, ni el Cholito y Bonafont atendiéndose en hospitales que la realidad esconde.
No han entendido. Siguen igual que antes. Quieren imponerse a como dé lugar, a pesar de haber perdido el apoyo de la mayoría. Para ellos la oposición se limita a los medios y unos cuantos grupos extremos. No ven que medio país los ha rechazado. No han aprendido nada.
Nunca es tarde. Este sabor a derrota debería ser lo mejor que les haya pasado, para abrirles los ojos, para ver la realidad que su vanidad ocultaba, para entender que deben cambiar. Tal vez ahora sí se den cuenta de que estamos desesperados entre tantos robos y violencia en las calles, mientras en la cárcel mantienen a un preso político. Tal vez entiendan que nuestras vidas no les pertenecen. Que somos libres. Tal vez recuerden que su poder es temporal.
Correa ganó su consulta, pero perdió el apoyo de la mayoría del país. Perdió ganando. Su Gobierno podría ganar de verdad y hacer que ganemos todos. Bastaría con aprender la lección que este voto deja. Bastaría con cambiar de actitud. Deberían hacerlo. Pero parece que no les interesa.
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