Y así, de repente, desaparecieron tus pañales, tus chupones y tus llantos a media noche. Ahora, mientras te acuesto a dormir, me explicas el poder mágico que tiene el pelo de Rapunzel. El tiempo pasó volando. Cumples cuatro años.
¿Te cuento un secreto? Tú has crecido y madurado muchísimo más que ese señor que sale a cada rato en la tele, siempre bravo y gritando cosas feas. Sí, el presidente. ¡Tantas veces me has reclamado cuando te cambio tus dibujos animados por los noticieros donde él aparece!
El otro día te llevamos a votar por primera vez. De mentiritas nomás, aunque algunos quisieran que las niñas de tu edad puedan votar para así sacar los votos que los adultos no les dan. ¡Mejor ni pensarlo! Interrumpirían tus programas con cadenas animadas y música de Disney plagiada.
¿Puedes creer que en tus cuatro años de vida he tenido que votar como seis veces? Yo tampoco. Lo que pasa es que al presidente –sí, el que usa camisas de dibujitos– le encanta que votemos a cada rato. Así, tiene la excusa para salir en más cadenas nacionales, comerciales y entrevistas hechas a su medida, y permanecer de candidato, en lugar de asumir su trabajo. Digamos que es como si tú, a tus cuatro añotes, siguieras gateando y actuando como bebé. Algo así es seguir comportándose como candidato.
Eso solo hace que la gente se insulte y se pelee más. Sí, como Peter Pan y el Capitán Garfio. Y que yo me preocupe más por ti. Por tu seguridad, tu libertad, tu futuro. Por dejarte un país mejor que el mío y el de tus abuelos.
Cuando yo tenía tu edad caminaba tranquilo con mi mamá por la ciudad. No había garitas que atravesar ni guardias vigilando la heladería de la esquina. Ahora, en cada semáforo que nos detenemos, miro atento para todos lados. En los últimos meses han asaltado a tu tío y a tus cuatro abuelos. Los ladrones los apuntaban con pistolas de verdad, mientras les quitaban las cosas. Nosotros hemos tenido suerte. Solo nos han robado una vez. ¿Te acuerdas cuando rompieron el vidrio del carro?
Ese no es el país que quiero para ti. No quiero que pases tu vida entre garitas, guardias armados, robos, violencia y muerte. Pero parecería que a esos políticos que gritan en la tele no les importa. Dicen que es percepción, que exageramos las cosas. Y en lugar de trabajar para solucionar el problema, tratan de convencernos de que aquí no pasa nada, que todo es una maravilla. Por suerte manejas bien el control remoto, y apenas sale la bandera con la musiquita anunciando otra cadena nacional, tú cambias a tu canal, donde la fantasía sí es real y nadie dice mentiras.
Por tus cumpleaños, quisiera regalarte un lugar más libre y seguro para vivir. Pero eso tendrá que esperar. Puedo prometerte, al menos, denunciar a esos señores que tratan de engañarnos. Y cuidarte todos los días y educarte bien para que nunca te creas sus mentiras.
Tranquila, Sofía. Sigue tan linda y contenta como ahora, mientras apagas emocionada tus cuatro velas. Si tú estás feliz, nosotros también.
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