Escribo esta columna desde hace seis años. Siempre he tenido total libertad para escribir lo que quiera. Nunca he recibido ni media sugerencia de parte de los directores del Diario sobre qué tema escribir o cómo escribirlo. Jamás me han editado, suprimido, o censurado algo. Publican lo que escribo. De eso se trata la página de opinión.
En estos seis años las comunicaciones en el mundo se han liberado con la explosión del internet y las redes sociales. Hoy los ciudadanos son más libres de expresar lo que quieren. Hasta en dictaduras como Cuba –salvo para nuestro presidente que ve ahí una imaginaria democracia– o en represivos gobiernos árabes la tecnología ha logrado que más voces se hagan escuchar.
Pero mientras el mundo avanza y entiende que la libertad de expresión es un derecho fundamental, nuestro presidente nos lleva en dirección contraria. Todos sus estudios, PhD y experiencias internacionales no le han servido para valorar la importancia de una prensa libre.
Correa intenta convencernos de que ejerce su derecho a defenderse como cualquier ciudadano ante una opinión que él considera calumniosa. Pero no entiende que él no es un ciudadano común. Como lo indica la Corte Interamericana, un presidente o funcionario público deben tener una mayor apertura y tolerancia ante opiniones o acusaciones por ser sus actividades justamente de interés público. Correa hace lo contrario. Cree que por ser presidente debemos tratarlo con mayor cuidado.
Hasta su amiga Cristina de Kirchner, coidearia en su desprecio a la prensa, ha tenido el elemental nivel de cultura para apoyar la despenalización de delitos de calumnias e injurias en su país. Pero acá seguimos en la edad de piedra. Para nuestro presidente los periodistas merecen la cárcel cuando desafían al poder. Sus demandas a periodistas son su ataque e intimidación frontal, más allá de lo que el juez al final decida. Un presidente democrático simplemente no actúa así.
Según Correa, se trata de un “hito en la historia latinoamericana” el extender la demanda a los directores del Diario por lo que escribió un columnista de opinión. ¿No se da cuenta del ridículo que está haciendo? Sus colegas presidentes y todo el que tiene una idea básica de cómo funciona la prensa se están riendo.
Según Correa, los directores del Diario son responsables de lo que escribimos quienes hacemos opinión. Para Correa, son los dueños y directores de los diarios, no sus periodistas y columnistas, quienes deben decidir el contenido. ¿Es así como pretende que se manejen los medios públicos, limitando la opinión de sus columnistas, filtrando cada frase que escriben?
La verdad es más fuerte. Las mentiras, pasajeras. Pasarán los años y seguiremos leyendo este Diario. Las demandas de Correa quedarán como un triste recuerdo del ataque que vivieron los medios en este Gobierno y lo bajo que se llegó por callarlos. Correa ocupará un destacado sitial en el monumento de los enemigos de la libertad de prensa.
De algo estoy seguro: cuando Correa deje el poder seguirá informándose cada mañana a través de este y otros diarios que hoy tanto ataca e insulta. Tal vez ahí, con el paso de los años, recapacite, entienda y se arrepienta.
2 comentarios:
No tiene nada que ver con el tema, pero como lector de tu blog me gustaría que te tomes el tiempo de responder a unas pocas preguntas...
http://gomezlecaro.blogspot.com/2011/02/pura-patrana.html
Gracias.
Mándale un correo electrónico, así tal vez te contesta, a mí una vez me contesto pero no de la forma que quería sino un "Muchas gracias por el consejo"...
Publicar un comentario