jueves, enero 27, 2011
¿Todo Sí?
Soñé que votaba todo sí en la consulta. No fue una pesadilla. En realidad, fue un buen sueño. Al llegar a votar, me encontré con preguntas distintas. Conservaban similares introducciones cargadas. Pero, a diferencia de las verdaderas preguntas, estas sí buscaban cambios positivos. Decían así:
Con la finalidad de acabar con el despilfarro y abuso mediático de este o cualquier gobierno, ¿está de acuerdo con que las cadenas nacionales puedan utilizarse exclusivamente en casos excepcionales (emergencias reales, desastres, anuncios realmente importantes)?
Con la finalidad de detener la manipulación mediática y la concentración de poder, ¿está de acuerdo con que el Gobierno venda los medios de comunicación incautados, tal como lo ofreció el Presidente hace dos años y medio?
Con la finalidad de mejorar la seguridad, ¿está de acuerdo con que se utilice a la fuerza pública para perseguir y apresar delincuentes, no para cobrar arriendo a medios de comunicación o acosar a cualquiera que el Gobierno acuse de “terrorista”?
Con la finalidad de evitar contratos a dedo y corrupción, ¿está de acuerdo con que el Gobierno pueda firmar decretos de emergencia única y exclusivamente ante emergencias reales y por un tiempo limitado, y no cuando le dé la gana e indefinidamente?
Con la finalidad de acabar con el voto en plancha por candidatos desconocidos y formar una democracia más representativa, con asambleístas más cercanos que rindan cuentas a sus representados, ¿está de acuerdo con la votación por distritos electorales?
Con la finalidad de evitar el despilfarro público, ¿está de acuerdo con que el Gobierno reduzca a la tercera parte sus ministerios y burocracia y venda o liquide tantas empresas ineficientes con millonarias pérdidas, empezando por Alegro y El Telégrafo?
Con la finalidad de garantizar la libertad de cada persona para invertir su dinero como mejor le parezca y fomentar la sana competencia, ¿está de acuerdo con que cada trabajador pueda elegir entre el Seguro Social o un fondo privado de pensiones?
Con la finalidad de mejorar el nivel de educación en el país y garantizar la libertad de los padres de familia de educar a sus hijos donde ellos decidan, ¿está de acuerdo con que el Estado, en lugar de entregar fondos a escuelas y maestros secuestrados por el MPD, lo haga directamente a los padres de familia, a través de un sistema de vouchers, para que ellos escojan en qué institución pública o privada matricula a sus hijos?
Con la finalidad de garantizar la libertad de cada persona de participar o no en la política del país, impulsar un voto mejor informado y evitar tanta campaña populista para captar el voto obligado e irracional, ¿está de acuerdo con que el voto sea voluntario?
Con la finalidad de generar empleo, inversión, producción, emprendimiento, en fin, bienestar y progreso, ¿está de acuerdo con que el Presidente entienda, de una vez por todas, que el camino no está en más Estado, burocracia, proteccionismo y monopolios públicos; sino en más empresas privadas, apertura, estabilidad y competencia?
La lista de preguntas continuaba. Pero me despertó una cadena del Gobierno en la tele, que interrumpía un programa de opinión para criticar a su periodista. Mejor seguir soñando.
jueves, enero 20, 2011
El eterno candidato
Para darse un baño de popularidad publicitaria y aumentar aún más su poder, Correa convoca a una consulta popular con preguntas de más. Redactadas para manipular al votante, cada una de las preguntas empieza con la frasecita “Con la finalidad”, seguida por el supuesto gran cambio que ocurrirá si votamos que sí.
Para un Gobierno que compra popularidad con campañas publicitarias, convocar a elecciones periódicas es una necesidad. Hace menos de dos años, días después de la reelección de Correa en abril del 2009, escribí aquí: “Tal vez lo más emocionante de estas elecciones es que al fin descansaremos de votar obligados a cada rato. Al menos por cuatro años. Y esto si Rafael Correa no decide inventarse alguna nueva elección en el camino que ratifique su popularidad”. Se la inventó. Ya se veía venir.
Para Correa, cuatro años es poco tiempo para gobernar, pero demasiado para estar alejado de la tarima electoral. El 30 de septiembre le aguó la convocatoria a muerte cruzada. Que venga entonces la consulta que le permita seguir de candidato.
Con la excusa de combatir la inseguridad, Correa convoca a una consulta donde solo las primeras dos preguntas tienen que ver con el tema. Bien pudieron tratarse en la Asamblea correísta, evitando despilfarro y quien sabe cuántas horas de publicidad oficial.
La pregunta 3 busca restringir la libertad de un individuo a emprender los negocios que quiera. La aprobación de la 4 y 5 entregará las cortes y la justicia a Correa. Suena a chiste eso de que habría tres delegados, uno por el Presidente de la República, uno por la Asamblea Nacional y uno por la Función de Transparencia y Control Social para sustituir al pleno del Consejo de la Judicatura. ¿Acaso hay diferencia entre ellos?
La pregunta 6 huele a persecución. ¿Qué es enriquecimiento privado no justificado? ¿Vender discos piratas en el semáforo, alquilar carpas con sobreprecio a la Asamblea Constituyente? ¿El comecheques no entra en esta categoría por ser enriquecimiento público? Bastaría con aplicar la ley para encarcelar a los corruptos.
La 7, con su tufo moralista, atenta contra nuestra libertad a gastar o malgastar nuestra plata como queramos. La 8, lo mismo que la 7. Casinos, toros, gallos, son temas sobre los que cada individuo, no el Estado, debe decidir.
La 9 de entrada asume “excesos en los medios de comunicación”. ¿No nos corresponde a nosotros decidir si hay o no excesos? Seguramente se refieren a los medios del Gobierno, o a las cadenas con las que siguen interrumpiendo programas en medios privados. Con esta pregunta, Correa busca su ansiado control de los medios. Y la 10, dará otra herramienta al Gobierno para perseguir a empresarios.
Correa pide que confiemos “en este Gobierno de manos limpias”. Pensé que ya no se atrevían a usar esa frase. Yo no confío. Y aunque confiara, igual votaría contra esta consulta que está de más, que busca aumentar el poder del Gobierno, y restar nuestra libertad individual.
Vuelve el candidato Correa –¿o acaso se fue alguna vez?– para desperdiciar millones de dólares en una manipuladora consulta, mientras nos aumenta impuestos para tapar los huecos de su despilfarro de cuatro años.
jueves, enero 13, 2011
Los buenos presos
Rafael Correa está con los presos. Simpatiza con ellos. Les recuerda que “siempre hay una segunda oportunidad”. Les ofrece construir nuevos pabellones. Les pide que lo ayuden a disminuir la delincuencia. Alguna vez, hasta quedó “turulato” ante la belleza de una joven prisionera extranjera.
Para Correa la mayoría de los presos son buenas personas que cometieron un error. Y tiene en parte razón. A muchos de ellos la pobreza, el desempleo, o una escasa educación los llevaron a la delincuencia. Y hoy cumplen condenas por robar una fracción de lo que han robado ladrones de saco y corbata que se pasean tranquilos. Pero al hablarles, Correa no hace distinción entre el que robó una gallina o mató por un celular.
Podemos entender las razones personales que llevan a Correa a ver en los presos buenas personas que solo cometieron algún error. Pero una cosa es la preocupación por sus derechos y su rehabilitación. Otra es ponerse del lado de ellos, casi como si le preocupara más el bienestar del asesino que de la víctima. Las prioridades y afinidades de Correa parecen alrevesadas frente al problema de la inseguridad.
Correa demuestra una preocupante ingenuidad al pedir a los presos ayuda en combatir la delincuencia y culpar a otros por su situación. “Estamos con ustedes… si han cometido errores, no los vuelvan a cometer. Díganle a la gente que nos ayude a luchar por la seguridad ciudadana” dijo Correa en la penitenciaría del Litoral. Y calificó de “cavernarios”, “trogloditas” y “derecha retrógrada” a quienes buscan el endurecimiento de las penas contra los delincuentes, acusándolos de querer que “la gente se pudra en las cárceles”.
Correa debería guardarse para sí mismo su simpatía hacia los presos.
El delincuente en la calle y tras las rejas necesita recibir mensajes y acciones firmes del Gobierno contra quienes roben, secuestren, maten. Pero el mensaje de Correa es lo contrario: los presos son los buenos, los malos son quienes no se preocupan por su rehabilitación. El enemigo no es el asesino o ladrón. Es la oposición.
Mientras tanto, algún delincuente que apunta a su víctima piensa: Correa es mi pana. Él comprende que robo por necesidad. Él sabe que en el fondo soy buena gente y me ayudará.
Muy bien que Correa se preocupe por la rehabilitación de los presos y mejorar las condiciones en las cárceles. Adelante. Tiene razón que la solución no está en encerrarlos para que se pudran, sino en convertirlos en personas útiles a la sociedad con verdaderos programas de rehabilitación. Los derechos humanos son para todos, incluyendo los presos. Pero esto de poco servirá si el Presidente no asume su papel con posturas, declaraciones y acciones prácticas, firmes y duras contra la delincuencia.
Correa sabe que la inseguridad es la principal preocupación de los ecuatorianos. Y la principal crítica a su Gobierno. Sabe que tomar un taxi o salir a caminar en la ciudad es jugarse la vida, o al menos la billetera y el celular. Que se deje de ingenuidades. Que reorganice sus afinidades. La violencia e inseguridad no se frenarán presentando a los delincuentes como víctimas de la sociedad, antes que a la sociedad como víctima de la delincuencia.
jueves, enero 06, 2011
Lenin
Lenin Moreno nos cae bien. Es un buen tipo. A pesar de colaborar con un Presidente antidemocrático, se las arregla para ir contra corriente. Todos esos odios y resentimientos salidos de Carondelet no le llegan.
No es raro que, según las encuestas, sea el más popular del Gobierno y el que tiene mayor credibilidad. Llega a gobiernistas, opositores e indecisos.
Se podría decir que Lenin la tiene fácil. Que no está en la mira del público, gremios, medios y actores políticos. Que ha enfocado su trabajo en el área social, donde hay poco rechazo y la mayoría está de acuerdo. Pero su actitud ha sido determinante. Podría, como lo haría su jefe, dedicarse a insultar y culpar a empresarios, medios, gremios, ONG y políticos del pasado por los males sociales del país. Pero hace lo contrario. Suma esfuerzos. Crea coincidencias. Une.
Dos entrevistas esta semana, en El Comercio y Vanguardia, dicen mucho de Lenin Moreno. Lo separan del rebaño correísta.
En Vanguardia, Lenin lanza una frase como para enmarcar: “La crítica es el asesoramiento gratuito que tenemos los gobernantes”. El Vicepresidente entiende, acepta y hasta invita a la crítica, para aprender de ella, reflexionar y rectificar de ser necesario.
Le preguntan: “¿Por qué el Ecuador le teme tanto a la deliberación”. Responde: “Se nos acostumbró a que no hay que dejarse pisar el poncho, a que nuestra idea tiene que imponerse…a ganar al vecino, en todos los sentidos hay que humillar al otro...”. Si solo lo escucharan algunos que creen que ejercer el poder consiste en humillar oponentes y hasta colaboradores.
En la entrevista de El Comercio, Lenin dijo preferir que haya excesiva libertad de expresión a que no haya ninguna. Y en ambas entrevistas, agradeció a la prensa por el apoyo en la difusión de la Misión Manuela Espejo. “Los medios de comunicación se convirtieron en ejes fundamentales en comunicar cómo íbamos avanzando; a veces con críticas y eso está bien”.
A diferencia de lo que sucede con varios de sus ministros, a quienes Correa castiga en público para lavarse las manos de cualquier error, con Lenin Moreno no ha habido roces notorios. No es uno de los fusibles presidenciales.
Se puede estar en desacuerdo con las ideas de Moreno, pero su actitud y respeto lo acercan fácilmente a la gente, más allá de ideología o banderas políticas. Cuestión de educación.
Lástima que Lenin transite solitario, como ajeno a lo que pasa en el Gobierno. A veces, más que Vicepresidente, parecería ser el líder de una ONG. Pero su actitud es la que el Gobierno y el país necesitan. Es la actitud que el Presidente debería imitar si quiere unir a los ecuatorianos, en lugar de intensificar odios y divisiones.
En la entrevista de El Comercio, Lenin dijo que en la consulta votaría en contra del Gobierno en el tema de las corridas de toros. Me hubiera gustado que fuera más lejos, rechazando esta absurda consulta, diseñada como excusa para invadirnos con otra campaña electoral que aumente la popularidad y poder de Correa.
Será para la próxima. Confío en Lenin como una de las pocas voces más o menos independientes dentro del Gobierno.
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