En su enlace del sábado pasado, Rafael Correa mostró un video en el que el cantante Luis Miguel se dirige a unos periodistas diciendo: “Los medios de comunicación fueron los que crearon todo eso, eso fue una mentira… Ustedes mienten para vender”.
Correa se identifica con Luis Miguel. Siente que los medios inventan cosas sobre él. O al menos quiere que pensemos eso. Luis Miguel y Correa, como figuras públicas, son el centro de atención de los medios. Pero hay una gran diferencia. Investigar y comentar sobre Luis Miguel es chisme farandulero. Investigar sobre el gobierno de Correa es vital para nuestra democracia, o lo que queda de ella.
Este sábado, como tantos otros sábados, Rafael Correa dedicó una buena parte de su cadena a su tema favorito: los medios de comunicación. Son su obsesión. ¿Cuántas horas dedica a revisar lo que se dice y escribe sobre él en los medios? ¿Cuántos millones de nuestros dólares se han malgastado en refutar noticias y atacar a medios y periodistas?
El formato se repite cada sábado. Correa muestra noticias que según él son mentira o demuestran mala fe. Las refuta. Y acusa al medio o al periodista de ignorante, corrupto, buitre y varias cosas más. Revisa caricaturas, noticieros, editoriales y hasta entrevistas radiales. Ahora se ha metido incluso con opiniones en internet, presentando una absurda y millonaria demanda por artículos publicados en un blog. ¿Qué viene después? ¿Twitteros perseguidos como en Venezuela?
Aquí hay una contradicción. Por un lado a Correa le gusta mostrar su poder, hacerse respetar, invocar la majestad de su cargo. Pero por otro lado, olvida su papel como Presidente al buscarle pelea a todo el que lo critica o mira mal. No llega a entender que el día que decidió lanzarse a la presidencia y convertirse en una figura pública, se convirtió necesariamente en blanco de críticas.
Los análisis, investigaciones, críticas, burlas y lastimosamente a veces las mentiras, acompañan a los famosos, entre ellos presidentes y líderes políticos. Pero mientras unos saben ignorar las críticas o aprender de ellas, otros se rebajan rebatiendo todo y juegan el triste papel de destructores de medios y periodistas.
Correa critica que los medios se preocupan solo por el negocio. Por eso quisiera que fueran fundaciones sin fines de lucro. Pero si los medios solo pensaran en su negocio harían lo más fácil y rentable: alinearse al poder de turno como algunos ya lo han hecho. Investigar al Gobierno es mal negocio, pero buen periodismo. El problema de este Gobierno no es el negocio o intereses de los medios. Es su periodismo.
Ahora que el Presidente se ha dedicado a viajar por el mundo, debería aprovechar para revisar lo que se dice y escribe sobre presidentes en democracias avanzadas. Verá que las críticas contra él y su Gobierno son un juego de niños comparadas a las que reciben mandatarios del Primer Mundo. La diferencia está en la madurez para recibirlas y el respeto a la libertad de expresión.
Por el simple hecho de ser una figura pública, Correa recibirá críticas. Eso viene con el paquete presidencial. Ya es tiempo de que lo entienda. Ya es hora de ser Presidente.
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