
La oposición quitó a Chávez los escaños parlamentarios que necesitaba para continuar mandando a su antojo. Lograron más de un tercio de los puestos en la Asamblea. Chávez continúa con fuerza. Continúa con poder. Pero los resultados de las elecciones nos dicen que algo está cambiando. Ya antes los venezolanos le habían negado a Chávez su sueño de reelegirse eternamente. Ahora le anuncian su fin.
Chávez no se rendirá fácilmente. Utilizará su maquinaria política para recuperar votos. Continuará su incesante campaña. Pero no hay mucho que pueda cambiar ante la crisis económica, inseguridad, y descontento general que su Gobierno ha generado.
La reacción de Chávez ante la pregunta que le hace una periodista, luego de conocerse los resultados, muestra la triste realidad de su Gobierno: no tiene respuestas. Solo saben atacar y desprestigiar. Chávez hizo el ridículo al no poder contestar a la periodista que cuestionó la diferencia entre el porcentaje de votos logrados por la oposición frente a los escaños obtenidos, como resultado de la redistribución de circuitos electorales hecha para favorecer al chavismo. Chávez se fue por las ramas y terminó arremetiendo contra la periodista. Lo cierto es que con la ley electoral anterior, la oposición hubiera empatado con el chavismo en número de escaños y Chávez estaría en mayores problemas.
Desde que Rafael Correa asumió el poder ha sido casi inevitable compararlo con Chávez. A pesar de sus orígenes tan distintos para llegar a la presidencia –el uno académico y el otro militar– ambos han acaparado el poder vendiendo el mismo mensaje, con un estilo y herramientas similares. Comparten discursos que llaman a la confrontación, actitudes autoritarias, desprecio por los medios y la libertad de expresión, desconfianza del mercado y el sector privado, sueños estatistas, y hasta el disgusto por las corbatas.
Nos gusta pensar que aquí las cosas serán distintas, con más cordura y respeto a nuestra libertad y la ley. Puede ser. Pero las acciones en estos casi cuatro años de gobierno no son muy alentadoras.
Por eso, los resultados de las últimas elecciones en Venezuela deben ser una lección para la oposición en Ecuador. A la oposición venezolana le tomó once años ponerse de acuerdo, dejar diferencias y unirse para salvar a su país. ¿Cuántos años le tomará a la oposición local?
Hoy cada uno en la oposición camina por su lado. Unos recogen firmas para revocar el mandato presidencial. Otros desde la Asamblea piden la muerte cruzada. Otros prefieren esperar a las próximas elecciones. Los hay de derecha, de centro, de izquierda. Son muy distintos. Pero comparten el deseo de terminar con este mal experimento que trajo un cambio, pero el equivocado.
¿Podemos imaginar a la oposición en Ecuador unida en una lista común en las próximas elecciones? ¿Sienten tan grave la situación como la que motivó a venezolanos a unirse? Por ahora parece que no. Que cada grupo o partido tomará su camino. Así, será difícil vencer a la maquinaria electoral gobiernista. Ya llegará el momento.