A diferencia de las ineficiencias y abusos que provocan monopolios públicos, como el IESS o Petroecuador, la exclusividad de la Lotería Nacional de la Junta de Beneficencia de Guayaquil contribuye a que millones de ecuatorianos tengan una atención de calidad en salud, educación y servicio social. Ya quisiéramos que el IESS manejara su monopolio, impuesto a todos los trabajadores, con la mitad de la transparencia y eficiencia con que se conduce la Lotería, que compramos voluntariamente.
Pero a pesar de la ejemplar labor de la Junta y de que nos gustaría garantizar sus ingresos a través de la Lotería por otros 120 años, es legítimo el deseo de ciertos asambleístas y gobiernos locales de que existan otras loterías.
Ante esta situación, Rafael Correa aseguró que “jamás dejaremos sola a la Junta de Beneficencia”. Correa reconoce la labor de la Junta. Pero su marcado estatismo y su convencimiento de que solo el Estado debe brindar salud, educación y asistencia, lo llevan a acaparar toda acción social. Por eso, cuando Correa habla de apoyar a la Junta, tengo mis dudas.
Es posible que Correa reflexione y vete la ley que permitiría la creación de otras loterías. Pero tarde o temprano, otros asambleístas, prefectos o gobiernos locales impulsarán alguna nueva ley similar. Por eso, la Junta debe estar lista para competir. Con su experiencia y prestigio, la Lotería Nacional seguro mantendrá su liderazgo y preferencia de los ecuatorianos.
Pero esta competencia entre loterías seguramente significaría una disminución considerable de ingresos de la Junta. Estos fondos faltantes, antes que del presupuesto del Estado, deberían venir de la filantropía de empresas y ciudadanos. Para ello, la Junta debería impulsar, y la Asamblea y el Gobierno apoyar, leyes que incentiven las donaciones a instituciones de beneficencia. Correa ya nos quitó la posibilidad de donar a fundaciones un porcentaje de nuestros impuestos. Pero si piensa aprobar otras loterías que afecten los ingresos de la Junta, debería reconsiderar su posición y permitirnos a individuos y empresas donar parte de nuestros impuestos a la renta, herencia y demás o fomentar las donaciones a través de incentivos tributarios. Correa sabe muy bien que un dólar de nuestros impuestos en manos de la Junta hace muchísimo más por los necesitados que en manos de algún funcionario de su Gobierno.
Correa dijo que “es insostenible que se dé por ley un monopolio para algo”. De acuerdo. Que sea coherente con sus palabras. Que acabe primero con los perjudiciales monopolios estatales. Que ponga al IESS a competir con sistemas privados de seguridad social. ¿O sí valen los monopolios cuando el Gobierno necesita utilizar nuestros fondos? Y que nos permita a los individuos y empresas escoger si entregamos parte de nuestros impuestos al Estado central o a instituciones como la Junta de Beneficencia.
El futuro de la Junta no puede depender de fondos o asignaciones del presupuesto del Estado. Tarde o temprano eso significaría pedir caridad en Carondelet y estar en manos de intereses políticos. La Junta solo puede estar en manos de ciudadanos libres.
Apoyar a la Junta es apoyar a los ecuatorianos más necesitados. Si Correa realmente entiende esto, sabrá hacer lo correcto.
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