Debe existir una relación inversa entre la extensión de los discursos de un gobernante y su capacidad para gobernar. Mientras más hablan, menos hacen por su país. Fidel Castro y Hugo Chávez, maestros en el tercermundista arte de hablar por horas y horas, son pruebas claras de ello.
Este martes, Rafael Correa se les acercó, incorporando su propio estilo de socialista multimedia. Durante más de tres horas monopolizó las televisiones ecuatorianas. Como si tanta publicidad y cadenas nacionales no fueran suficiente, Correa se fue de largo pintando un maravilloso país que la mayoría de ecuatorianos no podemos encontrar. Es como en los exámenes del colegio, cuando uno no tiene la respuesta correcta, se inventa páginas enteras.
Entre sus logros mencionó el importante aumento de la inversión pública alcanzado en su gobierno. Según Correa, todos esos fondos vienen de las “manos limpias, las mentes lúcidas y los corazones ardientes con que ahora se maneja la plata”. Es una forma poética, pero poco realista de ponerlo. Más bien podemos decir que esa plata vino a pesar de las manos, mentes y corazones que hoy se encargan de gastarla; gracias a un alto precio del petróleo inicialmente, y luego a costosos préstamos chinos, a nuestros ahorros del IESS tomados sin nuestro permiso, entre otras fuentes.
No faltaron sus ya recurrentes advertencias sobre siniestros planes desestabilizadores y conspiradores de la oposición. Ahora les tocó a los banqueros ser el Darth Vader de esta revolución. “No les extrañe que desesperadamente los poderes fácticos, sobre todo el poder financiero,… trate de desestabilizar al Gobierno de aquí a octubre…”, dijo el Presidente sacando pecho con su banda presidencial (las monjas carmelitas finalmente se han tomado un descanso tras confeccionarlas año a año).
Habló también del desempleo, pintando un Ecuador tan imaginario como la línea que da su nombre. Dijo que nuestra tasa de desempleo es menor al promedio de América Latina e incluso de países desarrollados. Lo que no dijo fue que solo una minoría de ecuatorianos tiene empleo de verdad, con un sueldo mensual y afiliación a la seguridad social. La gran mayoría sobrevive con las justas en el subempleo.
Indicó que siente cada día la angustia de lo que le falta por hacer. Que por eso quisiera llamar a este informe “lo que nos falta por hacer es mucho más de lo que ya hemos hecho”. Y así, dejó su mensaje favorito: el de mirar al futuro, a sus promesas, a los sueños, ignorando la realidad del presente. Pero esta vez, él ya es en gran parte responsable de lo que vivimos este presente. Ya son más de tres años en los que, salvo en los gráficos de su Power Point, la situación del país no ha mejorado. Como dice Correa, “prohibido olvidar”. No podemos olvidar esta presidencia que confunde gobernar con dedicarse a hacer campaña y propaganda.
Al menos esta vez, cerró su largo discurso con un mensaje de unidad. “Es momento de la reconciliación nacional”, dijo el presidente Correa antes de salir de vacaciones (¡nos las merecemos!).
Largo discurso con pocos resultados que mostrar después de un primer año de gobierno que ha durado casi cuatro. El Power Point aguanta todo. El país no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario