Mientras España entera celebraba en sus calles el Campeonato Mundial de Fútbol, un avión con siete cubanos aterrizaba en el aeropuerto de Madrid. España era una fiesta, inundada de banderas, canciones y lágrimas de alegría. Y también era una promesa de libertad hecha realidad para quienes la habían perdido en manos del terrible dictador cubano. Doble razón para celebrar.
Por el lado del fútbol, la celebración es total. España dio lección de fútbol, garra y espíritu deportivo. Ganó a lo grande. De forma limpia frente a un agresivo rival. Nos emocionó. Hoy el mundo la celebra. Su misión está cumplida.
Por el lado político, la celebración es solo a medias. Los ex presos cubanos inician una nueva etapa de libertad en sus vidas. Pero deben hacerlo lejos de su país. Su liberación ha sido también su deportación. Como dijo Ricardo González, uno de los presos de conciencia, “El exilio para nosotros es la prolongación de la lucha.”
Son 75 presos de conciencia capturados en el 2003. Presos por sus ideas. Por sus posturas políticas. Por “atentar contra la soberanía” del Estado socialista. ¿Nos suena conocido eso? Condenados a penas de hasta 28 años de cárcel. Siete de ellos ya están libres. El resto serán liberados pronto, según el compromiso del gobierno cubano. Pero faltan los 11 millones de cubanos que viven presos en su propio país.
Dos hombres han tenido que ver mucho con este feliz momento: Orlando Zapata y Guillermo Fariñas.
Zapata murió en febrero de este año en su cárcel cubana luego de una huelga de hambre de 86 días. Su muerte no fue en vano. El mundo entero rechazó los atropellos de la dictadura de los Castro. La Unión Europea aprobó una resolución que “condena enérgicamente la muerte evitable y cruel”, de Zapata, e hizo un llamado a la “liberación inmediata e incondicional de todos los presos políticos”. Pero no faltó algún gobernante latinoamericano que en lugar de rechazo dio su apoyo al régimen cubano. “El propio Raúl Castro me informó que Zapata no era un preso político sino un delincuente, acusado de varios delitos. Y se hace una propaganda inmensa con la muerte de un disidente preso”, dijo el gobernante que conocemos bien. El mismo que alguna vez lanzó aquella barbaridad de que Cuba “tiene su forma de democracia”.
Fariñas acaba de abandonar una huelga de hambre de 135 días por la liberación de los presos políticos. Su estado aún es crítico. Su rostro cansado y ojos hundidos delatan los extremos a los que podemos llegar por la causa de la libertad.
Nueva era para el fútbol español. Era de gloria. ¿Estaremos finalmente también ante una nueva era para Cuba? Mientras España celebra sus goles, nos gustaría pensar que Cuba celebrará su libertad, de la mano de toda una América Latina que rechace para siempre a sus aspirantes locales a Fidel.
Yoani Sánchez, la valiente bloguera cubana, escribe: “Ni un Jumbo alcanzaría para trasladar a aquellos que potencialmente tienen el riesgo de ir a prisión por sus ideas y por su accionar cívico… Pero resulta que muchos no queremos irnos… ¿No sería mejor que se los llevaran en ese avión a ‘ellos’?”.
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