jueves, abril 29, 2010
Tres que suenan bien
Este sábado, Correa se quejó que “24 horas al día, 7 días a la semana, los periodistas dedican su vida a tratar de demostrar lo mala persona que es el Presidente de la República”. Y luego hizo una tentadora propuesta: él suspendería los enlaces de los sábados, si los medios dejan de criticar tanto a su Gobierno.
Aunque la propuesta debería ir al revés –que él se convierta primero en buen Presidente para que las críticas disminuyan– vamos a seguirle la corriente dejando esta vez la crítica para hablar de cosas buenas. No cuesta nada soñar que nos libramos de sus monólogos de los sábados.
Correa presentó tres propuestas positivas en estos días.
Uno. Correa dijo que revisará el subsidio al gas y la gasolina. Este subsidio, que le ha costado al país más de 10 mil millones de dólares en los últimos tres años, beneficia más a los ricos que a los pobres. Sin embargo, ha permanecido intocable por su alta sensibilidad política. Correa da un primer paso en la dirección correcta al buscar focalizar este subsidio, para que llegue principalmente a los pobres. Lograrlo es muy difícil. Pero al menos está la intención. Correa tiene el capital político para tomar una medida poco popular como esta. Esperemos que la buena intención no se pierda entre politiquería o una mala ejecución.
Dos. Correa planteó, durante el cambio de la cúpula militar, reducir el presupuesto de las Fuerzas Armadas. Habló de dar más recursos para ciencia y tecnología, educación, salud, vialidad, vivienda en lugar de Defensa. “En esta nueva época, nuestra única guerra es contra la pobreza, la inequidad, el desempleo, la corrupción, la injusticia”, dijo Correa. Aplausos.
Pero inmediatamente, Correa indicó que Ecuador está listo para irse a la guerra con Colombia si se repite una incursión como la de Angostura. Y el nuevo comandante de la Fuerza Aérea habló de renovar la flota supersónica. Duró poco eso de que la guerra es solo contra la pobreza, la inequidad y blablablá. En todo caso, le tomamos la palabra al Presidente. Estaremos atentos a que reduzca el gasto militar.
Y tres. Correa dijo que se crearán Zonas Especiales de Desarrollo. Por lo visto, ante la falta de dinero, se le ilumina a Correa la oscura noche neoliberal y empieza a reconocer las buenas ideas para promover la inversión. Estas zonas económicas especiales serían parecidas a las que funcionan en China. Tendrían beneficios arancelarios y fiscales para atraer inversiones productivas que generen empleo y más comercio. Correa dijo que esto empezará en enero del próximo año. Así lo esperamos.
Aunque una cosa es decirlas y otra cumplirlas, estas tres propuestas nos indican posibles nuevos caminos y actitudes del Gobierno frente al gasto público, la inversión privada y la generación de trabajo. Ante la falta de fondos después de tres años de despilfarro, el Presidente presenta –tal vez más por necesidad que convicción– medidas con sentido.
Si Correa cumple estas propuestas y encamina su Gobierno en la dirección correcta para reducir el gasto público, atraer inversiones, y generar empleo, verá cómo los medios lo critican menos. Depende de él.
jueves, abril 22, 2010
¿Correa, el liberal?
Lo leo y no lo creo.
Correa agradece el premio que le entrega la Universidad de Illinois con un discurso sorprendentemente pro norteamericano y hasta liberal. Un discurso que no calza con el orador.
“Si en América Latina se comete un error, le vamos a tirar piedras a la Embajada de Estados Unidos. Es decir, la culpa jamás es nuestra, siempre es de los demás, y de esta forma no establecemos responsabilidades, peor correctivos…”, dijo el Presidente. Y continuó: “Incluso nos inventamos toda una teoría para echar la culpa a terceros de nuestra pobreza: la Teoría de la Dependencia, es decir, nosotros éramos pobres porque ustedes eran ricos… Para poder resolver nuestros problemas debemos aceptar que los principales –aunque no los únicos– responsables de nuestra situación somos nosotros mismos”.
¡Correa criticando la teoría de la dependencia! No sé si interpretar esto como chiste privado, ironía o simple descuido de quien escribió el discurso. Este Gobierno y el Socialismo del Siglo XXI son herederos directos de esta teoría, según la cual nuestro subdesarrollo no es nuestra culpa, sino de otros: los países poderosos, las multinacionales, el Fondo Monetario, etcétera. Correa, el liberal, ahora critica esta postura. Sería bueno que también la practicara.
Otra perla: “¡Qué daño ha hecho el paternalismo en América Latina!”, dijo Correa. Condorito hubiese hecho plop. Yo al leer esto me froté bien los ojos y lo volví a leer despacio. Correa, el despilfarrador, el de los infinitos bonos, el que en estos tres años se ha concentrado en dar pescado en lugar de enseñar a pescar, el que ha desplazado la iniciativa y trabajo individual por la intromisión de un todopoderoso Estado y una inmensa burocracia, ¡ahora critica el paternalismo!
Hay más. Luego de alabar varios valores y virtudes de la cultura gringa, Correa criticó nuestra “cultura de la trampa, es decir, un inexplicable deseo de romper las reglas de juego formalmente establecidas”. El mismo Correa que convenientemente se ha inventado eternas “emergencias” en este país para saltarse las reglas, predica ahora contra la cultura de la trampa. Correa criticó también “la cultura del poder, donde las acciones se dan en función no de los derechos y obligaciones establecidas por las reglas formales, sino por la conveniencia del coyunturalmente más poderoso”. Creo que está de más una opinión ante lo irónica que suena esta frase en quien la pronuncia.
Pero no todo sonó a ironía o doble discurso. Hubo anécdotas divertidas y sobre todo un gran momento de lucidez. Queriendo hacer chiste, el Presidente resultó muy sincero cuando dijo: “…Muchos dicen que Colón fue el primer economista, ya que cuando partió, no sabía dónde iba, cuando llegó, no sabía dónde estaba, y todo fue pagado por el gobierno”. Nuestro Colón criollo del siglo XXI nunca se había descrito con tanta precisión.
Los estudiantes en el auditorio seguramente salieron encantados ante las palabras tan claras de este “liberal” presidente latinoamericano. No saben la contradicción e ironía de lo que escucharon.
Estaríamos en una situación distinta si este fuese el discurso que Correa repitiera y sobre todo practicara. Si estas palabras no se quedaran sepultadas en la tierra de Obama.
Nunca es tarde. Correa puede leer y empezar a practicar sus propias palabras.
Correa agradece el premio que le entrega la Universidad de Illinois con un discurso sorprendentemente pro norteamericano y hasta liberal. Un discurso que no calza con el orador.
“Si en América Latina se comete un error, le vamos a tirar piedras a la Embajada de Estados Unidos. Es decir, la culpa jamás es nuestra, siempre es de los demás, y de esta forma no establecemos responsabilidades, peor correctivos…”, dijo el Presidente. Y continuó: “Incluso nos inventamos toda una teoría para echar la culpa a terceros de nuestra pobreza: la Teoría de la Dependencia, es decir, nosotros éramos pobres porque ustedes eran ricos… Para poder resolver nuestros problemas debemos aceptar que los principales –aunque no los únicos– responsables de nuestra situación somos nosotros mismos”.
¡Correa criticando la teoría de la dependencia! No sé si interpretar esto como chiste privado, ironía o simple descuido de quien escribió el discurso. Este Gobierno y el Socialismo del Siglo XXI son herederos directos de esta teoría, según la cual nuestro subdesarrollo no es nuestra culpa, sino de otros: los países poderosos, las multinacionales, el Fondo Monetario, etcétera. Correa, el liberal, ahora critica esta postura. Sería bueno que también la practicara.
Otra perla: “¡Qué daño ha hecho el paternalismo en América Latina!”, dijo Correa. Condorito hubiese hecho plop. Yo al leer esto me froté bien los ojos y lo volví a leer despacio. Correa, el despilfarrador, el de los infinitos bonos, el que en estos tres años se ha concentrado en dar pescado en lugar de enseñar a pescar, el que ha desplazado la iniciativa y trabajo individual por la intromisión de un todopoderoso Estado y una inmensa burocracia, ¡ahora critica el paternalismo!
Hay más. Luego de alabar varios valores y virtudes de la cultura gringa, Correa criticó nuestra “cultura de la trampa, es decir, un inexplicable deseo de romper las reglas de juego formalmente establecidas”. El mismo Correa que convenientemente se ha inventado eternas “emergencias” en este país para saltarse las reglas, predica ahora contra la cultura de la trampa. Correa criticó también “la cultura del poder, donde las acciones se dan en función no de los derechos y obligaciones establecidas por las reglas formales, sino por la conveniencia del coyunturalmente más poderoso”. Creo que está de más una opinión ante lo irónica que suena esta frase en quien la pronuncia.
Pero no todo sonó a ironía o doble discurso. Hubo anécdotas divertidas y sobre todo un gran momento de lucidez. Queriendo hacer chiste, el Presidente resultó muy sincero cuando dijo: “…Muchos dicen que Colón fue el primer economista, ya que cuando partió, no sabía dónde iba, cuando llegó, no sabía dónde estaba, y todo fue pagado por el gobierno”. Nuestro Colón criollo del siglo XXI nunca se había descrito con tanta precisión.
Los estudiantes en el auditorio seguramente salieron encantados ante las palabras tan claras de este “liberal” presidente latinoamericano. No saben la contradicción e ironía de lo que escucharon.
Estaríamos en una situación distinta si este fuese el discurso que Correa repitiera y sobre todo practicara. Si estas palabras no se quedaran sepultadas en la tierra de Obama.
Nunca es tarde. Correa puede leer y empezar a practicar sus propias palabras.
jueves, abril 15, 2010
Silvio y Carlos Alberto
Silvio Rodríguez y Carlos Alberto Montaner se han escrito algunas cartas. Cartas frontales y críticas. Sobre lo que piensan de Cuba, del socialismo, de la realidad que se vive en la isla, del futuro.
Silvio es cantante, músico, compositor. Un ícono de la revolución cubana. Carlos Alberto es periodista y analista político. Considerado uno de los enemigos del régimen castrista. Los une el deseo de una Cuba mejor. Los separa un abismo ideológico.
Silvio tiene el privilegio de pocos: vivir libre en Cuba. Va de gira por el mundo y regresa a su casa con los dólares y euros con los que el capitalismo mundial le compra discos y le paga entradas a sus conciertos. Sus canciones merecen ese éxito, a pesar de su vergonzoso apoyo a la dictadura.
Siendo un joven estudiante, Carlos Alberto fue condenado a veinte años de prisión por su oposición a la dictadura cubana. Por suerte escapó de la cárcel, se asiló en la embajada venezolana (¡no le hubiera servido de mucho en estas épocas!) y logró huir de Cuba. Montaner promueve ideas de libertad y valores democráticos que tanta falta le hacen a la isla.
Las cartas entre estos dos cubanos muestran sus enormes diferencias. Silvio sigue sumergido en ese discurso oficial anti imperialista que ignora las inmensas deficiencias, atropellos e injusticias del régimen cubano. Montaner busca sacar a Cuba de esta dictadura que ha oprimido ya a tres generaciones, para iniciar una era libre y democrática.
El mismo Silvio hace poco dio un sutil giro en su discurso. Dijo que hay que superar la “erre” de revolución para iniciar en Cuba una “evolución”.
Silvio insiste en el fin del embargo. Montaner está de acuerdo. Pero le aclara que no es el bloqueo el culpable del desastre económico en Cuba, sino “la inherente improductividad de los sistemas colectivistas de corte marxista-leninista.”
Montaner concluye su última carta proponiendo a Silvio crear “un comité para luchar…contra el embargo norteamericano, a favor de conceder la amnistía a los presos políticos, a favor de otorgar el derecho a la libertad de asociación y expresión, a favor de que los cubanos puedan entrar y salir libremente de Cuba.”
Lastimosamente, Silvio cierra el diálogo con un breve comunicado final. Dice que no puede pasarse la vida escribiendo estas cartas. Más bien, creo que Silvio se quedó sin argumentos y temió perder sus privilegios.
El simple hecho de que estas dos figuras antagónicas dialoguen es novedoso y esperanzador para Cuba. La bloggera cubana Yoani Sánchez se pregunta si este diálogo “es la señal de arrancada para que en el interior del país un miembro del partido comunista pueda sentarse a dialogar con otro que pertenece a un grupo de la oposición. ¿Estaremos asistiendo al derrumbe de las paredes interiores que nos aislaron a unos de otros?”
Este diálogo, entre dos importantes figuras que critican y defienden el régimen cubano, no cambiará las cosas. Pero muestra que algo está pasando. Junto a las letras de Yoani, las concentraciones de las damas de blanco, y la oposición silenciosa de miles de jóvenes cubanos listos para el cambio, parece más cercano el fin de esta inadmisible dictadura que solo unos pocos políticos desorientados apoyan todavía.
Lean las cartas.
Silvio es cantante, músico, compositor. Un ícono de la revolución cubana. Carlos Alberto es periodista y analista político. Considerado uno de los enemigos del régimen castrista. Los une el deseo de una Cuba mejor. Los separa un abismo ideológico.
Silvio tiene el privilegio de pocos: vivir libre en Cuba. Va de gira por el mundo y regresa a su casa con los dólares y euros con los que el capitalismo mundial le compra discos y le paga entradas a sus conciertos. Sus canciones merecen ese éxito, a pesar de su vergonzoso apoyo a la dictadura.
Siendo un joven estudiante, Carlos Alberto fue condenado a veinte años de prisión por su oposición a la dictadura cubana. Por suerte escapó de la cárcel, se asiló en la embajada venezolana (¡no le hubiera servido de mucho en estas épocas!) y logró huir de Cuba. Montaner promueve ideas de libertad y valores democráticos que tanta falta le hacen a la isla.
Las cartas entre estos dos cubanos muestran sus enormes diferencias. Silvio sigue sumergido en ese discurso oficial anti imperialista que ignora las inmensas deficiencias, atropellos e injusticias del régimen cubano. Montaner busca sacar a Cuba de esta dictadura que ha oprimido ya a tres generaciones, para iniciar una era libre y democrática.
El mismo Silvio hace poco dio un sutil giro en su discurso. Dijo que hay que superar la “erre” de revolución para iniciar en Cuba una “evolución”.
Silvio insiste en el fin del embargo. Montaner está de acuerdo. Pero le aclara que no es el bloqueo el culpable del desastre económico en Cuba, sino “la inherente improductividad de los sistemas colectivistas de corte marxista-leninista.”
Montaner concluye su última carta proponiendo a Silvio crear “un comité para luchar…contra el embargo norteamericano, a favor de conceder la amnistía a los presos políticos, a favor de otorgar el derecho a la libertad de asociación y expresión, a favor de que los cubanos puedan entrar y salir libremente de Cuba.”
Lastimosamente, Silvio cierra el diálogo con un breve comunicado final. Dice que no puede pasarse la vida escribiendo estas cartas. Más bien, creo que Silvio se quedó sin argumentos y temió perder sus privilegios.
El simple hecho de que estas dos figuras antagónicas dialoguen es novedoso y esperanzador para Cuba. La bloggera cubana Yoani Sánchez se pregunta si este diálogo “es la señal de arrancada para que en el interior del país un miembro del partido comunista pueda sentarse a dialogar con otro que pertenece a un grupo de la oposición. ¿Estaremos asistiendo al derrumbe de las paredes interiores que nos aislaron a unos de otros?”
Este diálogo, entre dos importantes figuras que critican y defienden el régimen cubano, no cambiará las cosas. Pero muestra que algo está pasando. Junto a las letras de Yoani, las concentraciones de las damas de blanco, y la oposición silenciosa de miles de jóvenes cubanos listos para el cambio, parece más cercano el fin de esta inadmisible dictadura que solo unos pocos políticos desorientados apoyan todavía.
Lean las cartas.
jueves, abril 08, 2010
La utopía de lo público
Los columnistas de El Telégrafo se van. Abandonan el diario en rechazo a la censura e intromisión del Gobierno. Aumenta la lista de ex correístas.
Varios periodistas y editorialistas creyeron que era posible tener un medio realmente público, sin injerencia del gobierno de turno. Pero la marcada tendencia de izquierda en El Telégrafo siempre reveló la influencia del Gobierno. Cuando el Gobierno/Estado nos obliga a mantener un medio público a través de nuestros impuestos, con más razón, este debe acoger distintas voces y visiones.
Aplaudo la frontalidad de los ahora ex columnistas de El Telégrafo. En su carta pública de renuncia rechazan los “actos de censura y de violación de los derechos a la libertad de expresión y de prensa” ocurridos en ese diario. Pero no comparto del todo cuando dicen que “la construcción de lo público representa una de las mayores garantías para el ejercicio efectivo de la democracia...”.
No es la construcción de lo público, sino la garantía y protección de lo privado, donde se manifiesta la verdadera democracia y pluralidad de visiones. Este Gobierno se ha pasado creando “espacios públicos” a través de nuevos medios, empresas y ministerios. Pero estos terminan siendo espacios para imponer la visión particular de un grupito de poder. Con el agravante de que, a diferencia del sector privado que utiliza su propia plata, lo “público” utiliza la nuestra, la de todos.
En el lavado de cerebros colectivo que practica este Gobierno a través de infinitas cadenas y propaganda, nos hacen creer que lo bueno y justo viene siempre del sector público. Pero aquí la experiencia demuestra lo contrario. Mientras más grande es el pastel público a repartirse, más corrupción, piponazgo e ineficiencia.
Los medios privados podrán no ser perfectos. No tendrán esa imaginaria total imparcialidad que exigen ciertos asambleístas. Pero, a diferencia del medio público, los privados solo subsisten si la gente los “consume”. Los gustos personales o ideología de sus dueños pasan a segundo plano frente a los gustos del consumidor que se deben atender para que el medio sea rentable. En el medio público, sobre todo en este país donde cada vez es más difícil separar Estado de Gobierno, la autoridad de turno decide y nosotros pagamos.
Es falso que lo público sea imparcial al no responder a ningún interés privado. Más bien suele ser lo contrario. Lo público responde a los intereses de unos pocos arrimados al poder, mientras lo privado se mueve por algo mucho más democrático: el mercado.
Los ex articulistas de El Telégrafo ahora ejercen su libertad de expresión desde su nuevo blog www.telegrafoexiliado.blogspot.com Ahí, desde ese espacio privado, contribuyen a la diversidad de voces y visiones sin necesidad de que se despilfarren nuestros impuestos en medios públicos con agendas privadas.
Para que lo público funcione en este país, como funciona en países más avanzados, primero tiene que madurar mucho nuestra débil democracia. Mientras Correa y su gente hunden aun más la poca institucionalidad que nos queda, es utópico pensar en medios públicos independientes. No importa lo que diga la ley. Seguirán unos pocos metiendo las narices en lo público y manejándolo a su gusto, mientras nos pasan a todos la factura.
Varios periodistas y editorialistas creyeron que era posible tener un medio realmente público, sin injerencia del gobierno de turno. Pero la marcada tendencia de izquierda en El Telégrafo siempre reveló la influencia del Gobierno. Cuando el Gobierno/Estado nos obliga a mantener un medio público a través de nuestros impuestos, con más razón, este debe acoger distintas voces y visiones.
Aplaudo la frontalidad de los ahora ex columnistas de El Telégrafo. En su carta pública de renuncia rechazan los “actos de censura y de violación de los derechos a la libertad de expresión y de prensa” ocurridos en ese diario. Pero no comparto del todo cuando dicen que “la construcción de lo público representa una de las mayores garantías para el ejercicio efectivo de la democracia...”.
No es la construcción de lo público, sino la garantía y protección de lo privado, donde se manifiesta la verdadera democracia y pluralidad de visiones. Este Gobierno se ha pasado creando “espacios públicos” a través de nuevos medios, empresas y ministerios. Pero estos terminan siendo espacios para imponer la visión particular de un grupito de poder. Con el agravante de que, a diferencia del sector privado que utiliza su propia plata, lo “público” utiliza la nuestra, la de todos.
En el lavado de cerebros colectivo que practica este Gobierno a través de infinitas cadenas y propaganda, nos hacen creer que lo bueno y justo viene siempre del sector público. Pero aquí la experiencia demuestra lo contrario. Mientras más grande es el pastel público a repartirse, más corrupción, piponazgo e ineficiencia.
Los medios privados podrán no ser perfectos. No tendrán esa imaginaria total imparcialidad que exigen ciertos asambleístas. Pero, a diferencia del medio público, los privados solo subsisten si la gente los “consume”. Los gustos personales o ideología de sus dueños pasan a segundo plano frente a los gustos del consumidor que se deben atender para que el medio sea rentable. En el medio público, sobre todo en este país donde cada vez es más difícil separar Estado de Gobierno, la autoridad de turno decide y nosotros pagamos.
Es falso que lo público sea imparcial al no responder a ningún interés privado. Más bien suele ser lo contrario. Lo público responde a los intereses de unos pocos arrimados al poder, mientras lo privado se mueve por algo mucho más democrático: el mercado.
Los ex articulistas de El Telégrafo ahora ejercen su libertad de expresión desde su nuevo blog www.telegrafoexiliado.blogspot.com Ahí, desde ese espacio privado, contribuyen a la diversidad de voces y visiones sin necesidad de que se despilfarren nuestros impuestos en medios públicos con agendas privadas.
Para que lo público funcione en este país, como funciona en países más avanzados, primero tiene que madurar mucho nuestra débil democracia. Mientras Correa y su gente hunden aun más la poca institucionalidad que nos queda, es utópico pensar en medios públicos independientes. No importa lo que diga la ley. Seguirán unos pocos metiendo las narices en lo público y manejándolo a su gusto, mientras nos pasan a todos la factura.
miércoles, abril 07, 2010
Revista la U. - Abril 2010
Ya está circulando la U. de abril en tu universidad!!!
Para pautar en revista la U. escribe a revistalau@yahoo.com. Envíanos tus artículos, fotos, ideas o comentarios a revistalau@yahoo.com.
Para pautar en revista la U. escribe a revistalau@yahoo.com. Envíanos tus artículos, fotos, ideas o comentarios a revistalau@yahoo.com.
jueves, abril 01, 2010
Vergüenza, rabia y lástima
La libertad en nuestro país está de luto. Un editorialista es sentenciado a prisión por ejercer su derecho a opinar. El director de un diario público es removido de su cargo por negarse a la interferencia del Gobierno. Y el Presidente y sus asambleístas aprueban una ley controladora de los medios disfrazada de rendición de cuentas a la ciudadanía. El Gobierno parece estar contra los ciudadanos.
Siento una mezcla de vergüenza ajena, rabia y lástima frente a este gobierno.
Lo de vergüenza ajena ocurre casi siempre que Correa habla y manda por los suelos a la figura presidencial. Me queda el consuelo que un día él también sentirá vergüenza propia. No hoy, ni mañana, ni mientras siga en la nube del poder. Lo imagino en algunos años, retorciéndose de vergüenza al verse en videos insultando, menospreciando, burlándose, diciendo barbaridades como aquella de que Cuba “tiene su forma de democracia”, apoyando un socialismo estatista superado. Lo imagino pensando lo que seguro Alan García ha pensado en relación a su primer mandato: ¿cómo pude desperdiciar mi oportunidad haciendo el ridículo de esa manera?
Lo de la rabia me viene mientras veo a Correa junto a Chávez engañando al pueblo. Ahí están, muy emocionados en Quito. Con su labia antiimperialista. Con sus falsos gritos de soberanía. Con sus fracasos escondidos bajo vacíos acuerdos de cooperación, apretones de manos, abrazos y promesas.
El engaño viene por todos lados. Por ejemplo, Correa anunció que esa máquina de perder dinero llamada Alegro pasará a manos de la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT). Alegro ha perdido 220 millones de dólares –nuestros dólares– desde el 2003. En enero del año pasado, Correa le dio un ultimátum. Si hasta fin de año “sigue perdiendo plata… la vendemos", dijo un enojado Correa. Dijo que la empresa “tendrá que desaparecer” si no es capaz de cambiar su situación.
Mentiras. Pasó el año. Alegro siguió perdiendo plata. Ninguna empresa extranjera quiso invertir en ella. Quedaba venderla o sepultarla, según lo ofrecido, para evitar más despilfarro de nuestra plata. Pero llegada la hora, Correa en su infinita vocación estatista, burocrática y despilfarradora decidió mantener a la empresa. Ya podemos imaginar nuestros millones que se seguirán malgastando.
Empieza a sonar repetido el fracasado guión. Acto 1: Presidente afirma que hay muchos interesados en invertir en tal proyecto o empresa pública. Acto 2: Firma de supuestos acuerdos. Socios estratégicos listos para invertir. Acto 3: Se retira el socio y ministros buscan desesperados alguien que ponga la plata. Acto 4: “No aceptaremos las condiciones que nos quieren imponer. No sacrificaremos nuestra soberanía. Iremos solos con el proyecto” (con plata de nuestros impuestos, o exigiendo a banqueros arriesgar nuestros depósitos, o con nuestros ahorros en el IESS). Ya son tres años del cuento repetido.
Y lo de lástima va por nuestro estancamiento. Por las oportunidades y esperanzas perdidas. Por este Gobierno que se sigue quejando del pasado, cuando ya ha durado en el poder más que esos que tanto critica. Por un país que lleva aguantando tres años de ineficiencia, errores, malas ideas y un destructivo ambiente donde lo importante parece ser hundir al otro en lugar de levantarnos entre todos.
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