jueves, diciembre 30, 2010
Monigotes ausentes
Nuestros asambleístas celebran el fin de año repartiéndose algunos milloncitos. Linda Asamblea. Las diferencias políticas o ideológicas desaparecen cuando se trata de conseguir beneficios propios. Sociedad Patriótica, socialcristianos y Alianza PAIS cierran el año con un gran abrazo de autosolidaridad.
¿Quién dijo que las mañas de la partidocracia quedaron atrás? ¡Qué importa que ningún partido, salvo el MPD, tenga acceso a estos recursos públicos por no haberse reinscrito ante el Consejo Nacional Electoral! ¡Qué importa que Alianza PAIS, por decisión propia y para evitarse la fatiga de elecciones internas y otros requisitos, haya decidido ser movimiento y no partido político, lo que implicaba no tener financiamiento del Estado! No hay problema. Simplemente se cambia un artículo para que los fondos sean para las “organizaciones políticas” en lugar de los “partidos políticos”, y listo. Que venga esa plata. Nuestros impuestos al bolsillo de los políticos.
Esto solo aumenta esa sensación de que aquí cada día trabajamos más para mantener a políticos y burócratas. ¿Cuántos de los más de siete mil millones de dólares que este año hemos pagado con nuestro IVA, impuesto a la renta y otros impuestos terminan en más burocracia, carros nuevos con chofer, viajes, viáticos y nuevas oficinas para unos cuantos privilegiados del sector público?
Al final del día, quienes ocupan cargos públicos o políticos no son distintos al resto. Buscan lo mismo: bienestar para su familia, casa propia, mejor carro, mejor educación para sus hijos, más viajes, mejor atención médica, mejor ropa. En fin, más plata. La diferencia es que el sector privado para ganar más debe trabajar, producir y competir más. El sector público, en cambio, aumenta sus ingresos con más impuestos, amarres y despilfarro.
En el año que comienza, sería bueno ver estos acuerdos entre opositores en la Asamblea para apoyar temas que nos beneficien a los ecuatorianos, no solo a ellos mismos. Y para oponerse a propuestas del Ejecutivo que impliquen más despilfarro, más imposición del Estado y menos libertad.
Los monigotes que hoy vemos en las calles son el mejor reconocimiento popular a la relevancia que una persona tuvo durante el año. Por lo bueno o por lo malo. Ahí comparten vereda Correa, Nebot, y personajes del fútbol, cine y televisión. Pero no vemos monigotes de asambleístas. Salvo el Corcho Cordero, que aparece poco. La Asamblea no fue relevante. No cumplió su papel. Se convirtió en un títere del Ejecutivo.
La decisión de volver relevante a la Asamblea está, sobre todo, en los miembros de Alianza PAIS. La oposición puede hablar, debatir y tratar de influir. Pero sus votos no pesan. La responsabilidad está en aquellos asambleístas de Alianza PAIS, con responsabilidad, independencia y personalidad, para no dejarse manipular ni consolidar el proyecto autoritario y estatista de Correa.
Hoy esos asambleístas cierran el año jugando un triste papel, repartiéndose nuestra plata a base de politiquería. Su actitud y firmeza en el 2011 serán decisivas para el país, para frenar abusos, para dejar claro que aquí sí existe un balance de poder.
Tal vez el próximo año veamos monigotes de María Paula Romo y algunos de sus colegas. De ellos depende ser relevantes para el país.
jueves, diciembre 23, 2010
Una Navidad menos libre
Esta Navidad nos llega con menos libertad para los latinoamericanos, cortesía del totalitarismo del Siglo XXI.
En Venezuela, Chávez dejó de ser oficialmente su Presidente. Es ahora su dictador. Sus alzamanos en la Asamblea le han dado todo el poder para hacer y deshacer el país como quiera. Durante 18 meses podrá legislar por decreto para avanzar aún más en la cubanización y hundimiento de Venezuela.
¿Escucharemos a algún asambleísta de Alianza PAIS o miembro de nuestro Gobierno denunciar este abuso venezolano? ¿O estarán tomando nota y aprendiendo los pasos para tener aún más control?
Casi al mismo tiempo que le dan todo el poder a Chávez, la Asamblea venezolana aprueba la ley de medios que restringe aún más la libertad de expresión. Han llegado al extremo de querer controlar lo que se dice por internet. Entre las restricciones impuestas en Venezuela, no se podrá emitir mensajes por internet que inciten a la intolerancia política, alteren el orden público, o irrespeten a los funcionarios públicos. Cualquier comentario que el gobierno venezolano considere ofensivo o peligroso podrá meter en problemas a su autor. Los diálogos en Twitter o Facebook, los comentarios en un blog, las opiniones sobre un artículo o un video estarán bajo la lupa chavista.
Para evitar que se den este tipo de opiniones o comentarios “ofensivos”, la nueva ley venezolana indica que los proveedores de internet deberán establecer mecanismos que permitan restringir la difusión de estos mensajes. Equivale a exigir a los bares y restaurantes que regulen las conversaciones y opiniones que emitan sus clientes. Así de grande es el abuso y la estupidez.
Nuestros asambleístas con vocación de censores deben estar babeando de la envidia frente a lo que hacen sus colegas en Venezuela. ¿Estarán maquinando cómo incluir algo similar en nuestra ley de comunicación, cuyo debate retomarán en enero?
Pero en Ecuador no nos quedamos atrás. Incluso a veces vamos más rápido. El Gobierno ecuatoriano también tenía su sorpresa navideña especial para el periodismo. No bastaron los ataques, las cadenas nacionales interrumpiendo programas, las presiones para sacar del aire a periodistas y las amenazas. Esta vez, sin necesidad de ley habilitante ni nueva ley de comunicación, la policía allanó las oficinas y se llevó las computadoras de esa revista que tanto incomodaba al poder. Cualquier excusa vale. Pudo ser el arriendo o cualquier otra cosa. Cuando se controlan todos los poderes no hay miedo.
Así nos van intimidando. Así nos van callando. Así van quitando nuestra libertad. Sacaron del aire a los pocos periodistas que hacían las preguntas difíciles al Gobierno. Convirtieron los canales expropiados en megáfonos de Carondelet, faltando a su compromiso de venderlos. Para rematar esta Navidad menos libre, Teleamazonas anuncia que ya no tendrá programas de opinión. El Gobierno se acerca a su meta de controlar toda la información.
Ojalá Papá Noel nos regale muchas computadoras, suscripciones a internet, y a revistas y diarios independientes. Solo desde ahí podemos ahora ejercer nuestra libertad, decir lo que pensamos, cuestionar al poder, multiplicar mensajes, ideas y opiniones. Enfrentar estas amenazas que nos llegan en Navidad. Luchar para no llegar a lo que vive Venezuela, para proteger nuestra libertad.
jueves, diciembre 16, 2010
Caretucos
El Gobierno no descansa en su descarada manipulación mediática. Continúa el bombardeo publicitario para atacar, desprestigiar y dividir. La semana pasada me crucé con un comercial del que estarían orgullosos los personajes de Robert de Niro y Dustin Hoffman en Wag the Dog, película que el equipo de comunicación de este Gobierno debe admirar mucho.
El Gobierno continúa su campaña para convencer a los ecuatorianos que lo del 30 de septiembre fue un golpe de Estado. Mientras más insiste, evidencia aún más la debilidad de su tesis.
El comercial nos muestra a dos señoras y un tendero comentando una cadena nacional del Gobierno que ven en el televisor de una tienda. Los personajes repiten y afirman lo que dice la cadena: que el 30 de septiembre hubo golpe de Estado. Que quienes lo niegan son los mismos “de la argolla de siempre, los de Sociedad Patriótica, y todos los amigos del Vera”. Y que “hay que ser caretuco para decir que no hubo intento de golpe”.
Sencillo mensaje. El que no piensa como el Presidente es un “caretuco”.
Sacan de contexto unas declaraciones de Gutiérrez en un evento académico en Miami, para que una de las señoras concluya que Lucio “quería desaparecer a mi Presi”. Lo mismo hacen con unas declaraciones de Carlos Vera. El Gobierno ataca y desprestigia a alguien que busca de frente, sin esconderse y siguiendo la ley, la revocatoria del mandato de Correa, como lo permite su propia Constitución.
Nunca antes tanta plata de los ecuatorianos se había despilfarrado para manipular y atacar públicamente a los mismos ecuatorianos. Ante el abuso mediático de este Gobierno, futuras autoridades y políticos deberán analizar la prohibición de publicidad con fondos públicos que no sea para fines estrictamente informativos y en casos excepcionales. Continúan interrogantes de fondo sobre el 30 de septiembre: el origen de la bala que mató a Froilán Jiménez, las versiones contradictorias entre policías y militares, el ataque al hospital. Pero el Gobierno lo cubre todo invadiendo las televisiones de los ecuatorianos.
Hace poco Paco Moncayo lo dijo claro. Dijo que la historia mostrará que esto del golpe de Estado fue “una enorme mentira”. “Lo que pasó este 30 de septiembre es un manejo absolutamente… improvisado, fruto de la falta de serenidad y tranquilidad del Mandatario para poder gestionar una crisis. Todos los países e instituciones enfrentan crisis, y en gran medida usted puede calificar a las personas en cómo enfrentan las crisis…”.
Los momentos de crisis pueden definir a una persona. Ahí se ve la verdadera capacidad de liderazgo y acción. La crisis de Nueva Orleans en Estados Unidos evidenció con más claridad la falta de capacidad de Bush. De igual forma, la crisis de los policías el 30 de septiembre demostró la incapacidad e irresponsabilidad de este Gobierno para solucionar un problema, y su oportunismo político al tergiversar los hechos.
Al final del comercial, el tendero mira a la cámara y dice “los ecuatorianos somos buenos, no tontos”. En eso estoy de acuerdo. Tal vez toda esta publicidad logre engañar y convencer a muchos durante un tiempo. Pero poco a poco irán despertando y viendo la realidad. Ya lo dijo la señora, hay que ser caretuco.
El Gobierno continúa su campaña para convencer a los ecuatorianos que lo del 30 de septiembre fue un golpe de Estado. Mientras más insiste, evidencia aún más la debilidad de su tesis.
El comercial nos muestra a dos señoras y un tendero comentando una cadena nacional del Gobierno que ven en el televisor de una tienda. Los personajes repiten y afirman lo que dice la cadena: que el 30 de septiembre hubo golpe de Estado. Que quienes lo niegan son los mismos “de la argolla de siempre, los de Sociedad Patriótica, y todos los amigos del Vera”. Y que “hay que ser caretuco para decir que no hubo intento de golpe”.
Sencillo mensaje. El que no piensa como el Presidente es un “caretuco”.
Sacan de contexto unas declaraciones de Gutiérrez en un evento académico en Miami, para que una de las señoras concluya que Lucio “quería desaparecer a mi Presi”. Lo mismo hacen con unas declaraciones de Carlos Vera. El Gobierno ataca y desprestigia a alguien que busca de frente, sin esconderse y siguiendo la ley, la revocatoria del mandato de Correa, como lo permite su propia Constitución.
Nunca antes tanta plata de los ecuatorianos se había despilfarrado para manipular y atacar públicamente a los mismos ecuatorianos. Ante el abuso mediático de este Gobierno, futuras autoridades y políticos deberán analizar la prohibición de publicidad con fondos públicos que no sea para fines estrictamente informativos y en casos excepcionales. Continúan interrogantes de fondo sobre el 30 de septiembre: el origen de la bala que mató a Froilán Jiménez, las versiones contradictorias entre policías y militares, el ataque al hospital. Pero el Gobierno lo cubre todo invadiendo las televisiones de los ecuatorianos.
Hace poco Paco Moncayo lo dijo claro. Dijo que la historia mostrará que esto del golpe de Estado fue “una enorme mentira”. “Lo que pasó este 30 de septiembre es un manejo absolutamente… improvisado, fruto de la falta de serenidad y tranquilidad del Mandatario para poder gestionar una crisis. Todos los países e instituciones enfrentan crisis, y en gran medida usted puede calificar a las personas en cómo enfrentan las crisis…”.
Los momentos de crisis pueden definir a una persona. Ahí se ve la verdadera capacidad de liderazgo y acción. La crisis de Nueva Orleans en Estados Unidos evidenció con más claridad la falta de capacidad de Bush. De igual forma, la crisis de los policías el 30 de septiembre demostró la incapacidad e irresponsabilidad de este Gobierno para solucionar un problema, y su oportunismo político al tergiversar los hechos.
Al final del comercial, el tendero mira a la cámara y dice “los ecuatorianos somos buenos, no tontos”. En eso estoy de acuerdo. Tal vez toda esta publicidad logre engañar y convencer a muchos durante un tiempo. Pero poco a poco irán despertando y viendo la realidad. Ya lo dijo la señora, hay que ser caretuco.
jueves, diciembre 09, 2010
¿Qué pasa, USA?
Cuando estudiaba en la universidad en Estados Unidos, siempre llamó mi atención el total respeto a la libertad de expresión y a la crítica que ahí se practicaba. El diario universitario, a pesar de ser financiado por la misma universidad, se manejaba como un ente totalmente independiente, libre de cualquier injerencia o control de las autoridades universitarias.
En varias ocasiones, desde el diario los estudiantes criticaban duramente las decisiones y políticas del presidente de la universidad o sus administradores. Esas críticas jamás pusieron en riesgo al diario o a sus periodistas.
Ese es el Estados Unidos que respeto. Una sociedad acostumbrada a ser tolerante, abierta, democrática. Ahora, mientras veo que arrestan en Londres a Julian Assange, fundador de Wikileaks, me pregunto ¿qué pasa con Estados Unidos? ¿En qué momento la principal democracia del mundo se convirtió en algo más parecido a China, persiguiendo a los críticos del Gobierno? ¿Dónde quedó esa tradición liberal, abierta y pluralista?
Las autoridades que arrestaron a Assange aseguran que no ha existido presión política y que la detención está relacionada únicamente a sus cargos de acoso sexual y violación. Difícil de creer. Dudo que Assange estuviese detenido sin la presión de poderosos intereses gringos.
El gobierno de Bush lastimó mucho la imagen de Estados Unidos. Dio la excusa perfecta para que gobiernos populistas y autoritarios en nuestra región ganen simpatía y votos alimentados por el sentimiento antiyanqui. Obama cambió esa imagen. Contagió al mundo con la idea del cambio. Pero hoy, Obama, Hillary Clinton y su equipo se han convertido en aquello que tanto critican a otros países: un gobierno que busca limitar la libertad de expresión.
Es verdad que Estados Unidos acusaría a Assange de espionaje, algo bastante más grave que publicar un reportaje crítico. Sin embargo, los periodistas que revelan secretos están protegidos por la primera enmienda que prohíbe coartar la libertad de expresión y prensa. ¿No es acaso Assange una nueva clase de periodista?
Con su postura frente al fundador de Wikileaks, en lugar de servir de ejemplo en tolerancia y libertad de expresión, el Gobierno de Estados Unidos apoya implícitamente los controles contra periodistas y medios de nuestros gobiernos autoritarios. Mal precedente contra nuestra libertad.
Mientras Assange era arrestado por orden de la fiscalía sueca, algo más positivo ocurría en la misma Suecia. Mario Vargas Llosa daba su discurso por el Premio Nobel de Literatura. En él, reiteró su apoyo hacia los sistemas democráticos y liberales. Dijo que en la mayoría de nuestros países “mal que mal, la democracia está funcionando… y, por primera vez en nuestra historia, tenemos una izquierda y una derecha que, como en Brasil, Chile, Uruguay, Perú, Colombia, República Dominicana, México y casi todo Centroamérica, respetan la legalidad, la libertad de crítica, las elecciones y la renovación en el poder”.
Ese respeto a la legalidad y la libertad de crítica, que poco a poco se consolida en algunos de nuestros países (Vargas Llosa no nombró a Ecuador), debería ser un hecho incuestionable en sociedades y gobiernos avanzados como el de Estados Unidos. Pero con el acoso a Assange ya ni de eso estamos seguros. ¿Qué país dará ahora el buen ejemplo?
jueves, diciembre 02, 2010
La venida de Julian
Ya me estaba emocionando con la invitación del Gobierno ecuatoriano a Julian Assange, fundador y editor de Wikileaks. “Estamos abiertos a darle la residencia de Ecuador, sin ningún tipo de problema, sin ningún tipo de condicionamiento”, dijo el vicecanciller Kintto Lucas. El boletín de prensa de Cancillería indica además que Assange podría “realizar un trabajo investigativo y formar a la vez investigadores en Ecuador”. El Corcho Cordero y Patiño se sumaron a la invitación.
Ya me imaginaba esa escuela de investigadores, hackers y filtradores de información que Assange pondría en Ecuador. Con la venida de Assange, el Gobierno ya no tendría argumentos para atacar la libertad de prensa. No podrían por un lado validar su trabajo y, por otro, insultar y atacar a nuestros periodistas que investigan al Gobierno.
Pero por lo visto a Lucas, Patiño y Cordero se les chispoteó. Correa negó la invitación. Gran papelón mundial del Gobierno. Nos quedamos con las ganas de recibir a Julian, para que desde aquí revele verdades de los gobiernos del mundo, incluyendo el nuestro.
Claro que su trabajo en Ecuador se encontraría con varios inconvenientes. Si Assange filtrara información de nuestro Gobierno, seguramente el Presidente le diría lo que dijo sobre Fernando Balda cuando este difundió una grabación: “Han grabado, han espiado una reunión en el despacho del Presidente de la República. Eso es atentado a la seguridad nacional y este pobre hombre se va a ir preso…”.
Assange debe agradecer que Correa le haya quitado la invitación. No hubiera estado seguro en este país. Si aquí se insulta, desprecia y acusa a los periodistas que revelaron los negocios del hermano del Presidente con el Estado o al canal que dio a conocer los Pativideos, imaginen lo que le caería encima a Julian si revelase información desfavorable a nuestro Gobierno.
¿Qué dirían de Assange si filtrara información de diplomáticos venezolanos en lugar de gringos? Seguramente la invitación de Cancillería sería reemplazada por una enérgica condena contra este traidor y terrorista, por tener el descaro de violar la bolivariana soberanía de la hermana república de Venezuela.
Para Hillary Clinton, las filtraciones de los 250 mil documentos diplomáticos son “un ataque contra la comunidad internacional y Estados Unidos”. Exagera. Al final, los documentos revelan más chismografía social que secretos de Estado. El verdadero ataque a la comunidad internacional viene de las acciones de ciertos políticos, no de quienes los investigan. Hace bien en transparentar las relaciones internacionales y a los gobiernos. El de Estados Unidos o cualquier otro.
“Podemos ir en dos direcciones. Puede que lleguemos a un sistema en que haya una mayor fiscalización y acuerdos internacionales para suprimir la libertad de prensa o puede que vayamos a un nuevo estándar en que la gente espere y demande material que exponga más a los poderes; y un entorno comercial en que este tipo de exposición sea rentable; y un entorno legal en que esto esté protegido… Estamos en el cruce de caminos entre esos dos futuros… Con nuestras acciones de ahora determinamos el destino del entorno mediático internacional de los próximos años”, dijo Assange en una reciente entrevista con El País de España.
Hubiera sido bueno tener aquí a Julian.
jueves, noviembre 25, 2010
¿Nuevo comienzo?
Hace pocos días, el Gobernador del Guayas reclamaba que este Diario exageraba la cifra de secuestros express. Dijo que la información era “falsa, sesgada y que causa conmoción en la ciudadanía”. El PP, el nuevo diario del Gobierno que todos pagamos y pocos leen, también desmintió las cifras de EL UNIVERSO. Que no fueron 11 secuestros express en un día, solo 4. Con la misma historia me encontré en el noticiario de TC. El Gobierno y sus medios enfocados en atacar las noticias sobre la delincuencia, antes que a la delincuencia y sus causas.
El asesinato de un niño cambió todo. Se convirtió en una noticia imposible de controlar. Muere por “un reloj y un celular”, dijo Rómulo Barcos, su papá. Ahora sí, las autoridades prometen “profundizar” su lucha contra la delincuencia.
¿Hace falta que la muerte de un niño esté en todas las portadas y noticieros para que hagan algo?
En estos días hemos escuchado varias propuestas. Nebot pidió una reforma al Código Penal, para evitar que los reos de delitos graves salgan por la caducidad de la prisión preventiva. El Fiscal del Guayas indicó que la prohibición de portar armas no ha funcionado y debe revisarse. Otros dicen que los policías deben ser de la misma ciudad. Que la seguridad sea competencia municipal. Propuestas válidas, que ayudarían parcialmente con el problema. Dudo, en cambio, que poner visas a colombianos y peruanos, como propone Nebot, sirva de algo. Solo lograría aislarnos más.
Según Correa, las invasiones en Guayaquil son culpables de la delincuencia. “Si continúa todo esto: las invasiones y que la gente siga viviendo en condiciones precarias, ¿ustedes creen que pueda parar la delincuencia en este país, en esta ciudad al menos?… ¿Acaso este abandono es provocado por el Gobierno?, esto es responsabilidad del Municipio”, dijo Correa. La culpa es siempre de otros, nunca del Gobierno.
Bien que el Presidente quiera ponerle fin a las invasiones, pero ahí no está el origen del problema sino su consecuencia. El desempleo, la pobreza y la falta de educación y oportunidades de miles de personas, sumado a la ausencia de un verdadero plan de seguridad, nos tiene como estamos. Correa busca lavarse las manos, cuando el mismo Gobierno rechazó la participación del Municipio en la lucha contra la delincuencia. Cuando el mismo Gobierno ha sido incapaz de atraer inversiones y generar empleo, a pesar de su altísimo gasto público.
La generación de empleo es clave. Junto a eso, una educación de calidad manejada por maestros, no por gremios politiqueros, formará una sociedad menos violenta. Son soluciones a mediano plazo en las que deberíamos estar avanzando. Pero en ambos frentes, el Gobierno se queda para supletorio. En las de corto plazo ni hablar. ¿Cuál es el plan contra la delincuencia? ¿Cuáles son las acciones concretas?
“No entiendo las disputas, no entiendo los colores, no entiendo los partidos. Lo que sí sé es que si nos dividimos ganarán los malos”, dijo Rómulo Barcos.
¿Veremos un cambio de actitud en las autoridades? ¿Verán más allá de intereses políticos y electorales?
La politiquería ha estado por encima de nuestra seguridad demasiado tiempo. Necesitamos un nuevo comienzo.
jueves, noviembre 18, 2010
Aves de paso
Mientras espero mi vuelo a Quito en el aeropuerto de Guayaquil, me entero que la pugna por las aves ha terminado. La Fundación Aeroportuaria de Guayaquil y la Dirección de Aviación Civil han llegado a un acuerdo para trabajar juntos en el control de las aves del islote el Palmar, que significaban un riesgo para los aviones que llegan a este aeropuerto.
Antes de esta pugna, yo no tenía idea que todos esos pajaritos que se ven muy tranquilos en el islote del río Daule, podían poner en peligro mi vuelo estrellándose contra las turbinas del avión. Ahora, no puedo dejar de imaginar a esa inmensa población de aves conspirando para derribarnos en un masivo ataque suicida. (Parece que tantas cadenas del Gobierno me han llenado de teorías).
Me alegro que haya terminado esta nueva pelea entre el Gobierno central y un ente local guayaquileño. Molesta que se den estas acusaciones malintencionadas de autoridades centrales. Este enfrentamiento por un tema totalmente técnico y con obvia responsabilidad del ente gubernamental, nos rebajó nuevamente como sociedad.
Regreso a la sala de espera. Predominan los sacos y corbatas encorvados frente a sus laptops y celulares. Aquí la mayoría viajamos por trabajo. Tenemos suerte. En este país de desempleo y subempleo –que aunque las autoridades los separen en las estadísticas, son casi lo mismo– tener un trabajo es la excepción.
Los periódicos que aquí algunos ojean nos cuentan que a los casi cuatro años de Gobierno se aprueba el Código de la Producción. Esperemos que sirva para algo. Esperemos que realmente estimule la inversión y producción en este país. Pero en esto soy pesimista.
Dudo que sirva de mucho otro documento con una serie de leyes nuevas. De poco sirven leyes que ofrezcan estímulos y apoyo si el Gobierno inspira desconfianza. De nada sirve una kilométrica Constitución si al final se hace lo que deciden en Carondelet. Antes de invertir aquí, cualquiera considerará varios países cercanos mucho más seguros. ¿Por qué venir a Ecuador si Colombia y Perú me ofrecen más garantías y estabilidad? ¿De qué me sirve el Código de Producción si mañana me cambian las leyes y pasado mañana las vuelven a alterar?
Las inversiones no vendrán por un nuevo Código. Vendrán porque existen garantías, estabilidad, institucionalidad. ¿Tenemos algo de eso en esta nueva época ultrapresidencialista?
Hora de abordar. Cruzar los dedos para que a las aves no se les ocurra salir a pasear en grupo justo ahora.
Al final, queda la esperanza que son aves de paso. No las del islote. Esas seguirán más tiempo ahí hasta que las logren ahuyentar. Sino las del Gobierno. No estarán de largo. Disfrutarán por ahora las corbatas, la oficina, la secretaria, los cocteles, el carro, el chofer. Pero los ecuatorianos se darán cuenta, tarde o temprano, que necesitamos un cambio de equipo que ponga a este país en el mapa. Un Gobierno que sin necesidad de códigos, mil leyes, promesas y discursos, pueda desde el primer día generar la confianza necesaria para que otros pongan aquí su plata. Solo ahí hablaremos realmente de producción, trabajo y bienestar.
jueves, noviembre 11, 2010
Nuevas voces socialistas
Rafael Correa podría aprender mucho en su próxima reunión con José Mujica. Ojalá hablen de los medios, la prensa y esas cosas que tanto molestan a Correa.
Sería bueno que nuestro Presidente, tal vez queriendo ganarse la simpatía del ex guerrillero y hoy presidente de Uruguay, se queje de los medios ecuatorianos y le cuente cómo los enfrenta a diario. Le contaría que ha logrado, por ejemplo, deshacerse de los dos principales periodistas opositores en TV. Y cómo logró que los banqueros no puedan tener medios, pero que el Gobierno sí tenga varios bancos y cada vez más medios. Y cómo con la nueva ley controlará aún más a los canales de TV y diarios.
Mujica escucharía a Correa. Pero lo sorprendería diciéndole lo que hace poco dijo a la revista Veja de Brasil. Rafael, “la mejor ley de prensa es la que no existe”. Mira, Rafico, te doy un consejo, “cuando un gobierno se muestra más tolerante con la diversidad, ayuda a formar una prensa respetuosa, pero si opta por radicalizar sus políticas, se va todo al diablo”.
Imagino la cara de Correa. No comprendería cómo un revolucionario, ex guerrillero, promueve la libertad total para la prensa. No entendería por qué un socialista como Mujica no querría controlar a los medios, ponerlos en su lugar, mostrarles quién tiene el poder.
Pero Correa no se daría por vencido así nomás. Y cambiaría a otros temas que seguro compartiría con el líder uruguayo, a quien una vez calificó con admiración como “el Mandela sudamericano”. Le contaría, por ejemplo, de sus empresas socialistas, los nuevos canales y diarios “públicos”, los nuevos ministerios, y todo lo que su Gobierno –no el sector privado– maneja de forma altiva y soberana para el bien de los ecuatorianos. Pero Mujica replicaría con algo que también dijo en su entrevista: “la estatización es una solución abandonada, una receta perfecta para desarrollar una burocracia opresora”.
Correa entonces insistiría en los aciertos de su Gobierno, hablando del gran gasto social, los nuevos programas, y ese presupuesto generoso que en parte cubrirá con miles de dólares en préstamos chinos y de los afiliados del seguro social. Y Mujica continuaría: “equilibrio fiscal, mantener una economía austera y no jugar con la inflación” son factores “que ya no pueden estar en discusión ni por la izquierda ni por la derecha o el centro”. “El crecimiento económico es una condición sine qua non para la distribución de la riqueza”.
Correa no podría escuchar más al presidente uruguayo. No soportaría esas ideas salidas de un socialista. Mejor me voy donde mi colega economista Dilma Rousseff, la próxima presidenta brasilera del Partido de los Trabajadores. Con ella seguro nos entenderemos mejor. Pero Dilma lo recibiría diciéndole lo que ha dicho en su país: “Defiendo la total e irrestricta libertad de prensa… esa libertad es la única alternativa al silencio de las dictaduras”.
Desorientado por tanta blasfemia salida de colegas socialistas, Correa recurría a una tranquilizante dosis de eco autoritario y tercermundista. Viajaría a Venezuela, Argentina o Bolivia, para ahí sí despotricar contra la prensa y aprender nuevas estrategias para controlar la información.
Ojalá Correa escuche y aprenda de las nuevas voces socialistas. Suenan mejor.
jueves, noviembre 04, 2010
Bueno por conocer
Hay opositores y opositores. No todos tienen la misma legitimidad. Pero ante la falta de voces y líderes de oposición, vemos con tristeza cómo sobresalen y hasta se consideran como opciones válidas quienes menos nos convienen.
Me sorprendió y decepcionó mucho, por ejemplo, escuchar a Carlos Alberto Montaner, respetado periodista y escritor liberal cubano, presentar a Lucio Gutiérrez, en una charla del Instituto Interamericano por la Democracia en Miami, como “un demócrata a carta cabal”, “una de las opciones políticas más interesantes” y “una de las esperanzas de la reconquista democrática para Ecuador”.
El Gobierno ecuatoriano aprovechó las imágenes de esta charla en Miami para inventarse que ahí se conspiraba para dar un golpe de Estado. Montaner contestó muy bien la acusación y manipulación del Gobierno diciendo que “jamás en mi vida he visto que una conferencia abierta al público, convocada por una institución académica y auspiciada por una universidad muy reconocida, filmada y colocada en internet, junto a las fotos de los participantes, forma parte de una oscura conspiración. Esa es una reacción muy poco seria, paranoica, de quienes disfrutan el papel de víctimas y tienen la mala costumbre de alentar permanentemente la conmoción social”.
Montaner tiene ahí toda la razón. Pero en lo que sí está perdido es en su apreciación de Lucio Gutiérrez como demócrata. Olvida que Gutiérrez se dio a conocer justamente por liderar un golpe de Estado. Y luego como Presidente estuvo muy lejos de ser un demócrata ideal. Él mismo se autoproclamó “dictócrata” y en un acto de autoritarismo y acaparamiento de poderes –que Correa ya ha superado de largo– removió a la Corte Suprema de Justicia para rearmarla a su gusto.
Preocupa que en foros internacionales presenten a Gutiérrez como una alternativa seria y democrática para el Ecuador. O que encuentre apoyo en el país como un opositor válido. No podemos llegar a ese nivel de desesperación. Debemos encontrar una real alternativa democrática a este Gobierno.
Esa alternativa será una persona que represente lo opuesto a Rafael Correa. Alguien que sí entienda de economía y cómo hacerla andar. Que utilice el poder para servir, no para perseguir. Alguien que comprenda que el Gobierno está para protegernos y garantizar nuestra libertad, no para imponer su voluntad, decidir por nosotros y controlar nuestras vidas. Alguien respetuoso, conciliador, que sepa escuchar y una a los ecuatorianos, en lugar de confrontarlos. Que promueva al sector privado, no el despilfarro público, como motor de desarrollo y aliado en la lucha contra la pobreza. Alguien con experiencia generando empleo, liderando personas, administrando recursos. Alguien a quien no lo sorprenda ni le quede grande el poder.
En condiciones normales, Correa estuviera acabando su periodo presidencial. Estaríamos cercanos a las elecciones con un triste panorama en la oposición. ¿Lucio Gutiérrez? ¿Fabricio Correa? No, por favor. Podemos y debemos valorarnos más como país. Empujar nuevas voces y rostros de oposición que hoy están callados.
No se trata de apoyar a cualquier opositor. Cambiar un caudillo por otro no logra nada. Se trata de buscar un verdadero cambio para bien.
No nos sirve el malo conocido. Necesitamos el bueno por conocer.
jueves, octubre 28, 2010
Pedazo de majadero
Si usted es burócrata, policía, militar o tiene un puesto sobre el que Rafael Correa tenga injerencia directa, ya sabe lo que tiene que hacer: cerrar la boca. Ni se le ocurra decir lo que ya sabemos: que aquí no hubo secuestro ni intento de golpe de Estado. O se encontrará con una aclaración como la de este sábado: “Soy el Presidente de la República, pedazo de majadero. Tú eres mi subalterno y no puedes estar… tratando de hacer quedar como mentiroso a quien es tu jefe”.
Correa no acepta que contradigan sus teorías de conspiración, secuestro y golpe de Estado. Por eso dio la orden de que se separe del hospital y de la Policía Nacional al coronel César Carrión.
El ahora ex director del Hospital de la Policía dijo en una entrevista con la cadena CNN que la seguridad del Presidente nunca estuvo amenazada en su habitación del hospital, que estaba bien resguardado, que nadie lo tenía secuestrado. Suficiente para que Correa lo llame “mentiroso”, “conspirador”, “tipejo”, “mal policía”, “mal doctor de la República” y “pedazo de majadero”.
El mensaje es clarísimo. O aceptas la versión oficial de los hechos, o te conviertes en conspirador. Después del falso golpe de Estado, el Gobierno convierte a los opositores en conspiradores y potenciales terroristas. La persecución es descarada. O que lo cuente Mery Zamora, presidente de la UNE, a quien el Gobierno pretende encarcelar.
Correa dice que Zamora debe ser juzgada por poner en riesgo a nuestros jóvenes estudiantes al incitarlos a salir a las calles a protestar. Zamora, más allá del rechazo que pueda causar por sus posturas radicales, está en libertad de hacer oposición. Antes, cuando los revoltosos y lanza piedras de la UNE y MPD apoyaban al Gobierno, eran buenos revolucionarios. Ahora son conspiradores.
Así funciona esta falsa revolución. Mientras funcionarios comecheques se pasean tranquilamente, los opositores deben esconderse. Si lo de Zamora es por poner en riesgo a los jóvenes, que detengan entonces de inmediato a Ricardo Patiño. Nuestro “Canciller” fue el primero en poner varias vidas en riesgo al incitar a la gente a salir a dizque rescatar al Presidente del Hospital de la Policía.
Los numerosos medios gubernamentales y las incontables cadenas nacionales acentúan esta persecución política a opositores. ‘En Busca de la Verdad’, programa con nombre irónico, ha transmitido una serie de reportajes sobre los supuestos conspiradores detrás del “golpe”. Pura propaganda gubernamental y teorías de conspiración. Canales de ecuatorianos, que nosotros financiamos, atacando a los mismos ecuatorianos. Al menos el Gobierno no puede controlar la televisión internacional y el internet. ¿Se animarán los canales independientes a investigar a fondo lo ocurrido el 30 de septiembre?
Cuando el Presidente equipara oposición con conspiración, la democracia se vuelve ficción. No hay justicia en un país que persigue al que contradice al Gobierno. Correa olvida que él debe servir a los ecuatorianos, no servirse de ellos. Que su palabra no es la ley. Pretende que agachemos la cabeza ante su presencia. Que aceptemos cualquier cuento que nos venda.
Tal vez Correa logre intimidar a la oposición. Pero su actitud terminará destruyéndolo. Al final, él es su único conspirador.
jueves, octubre 21, 2010
A la ecuatoriana
Durante un par de semanas los ojos del mundo apuntaron a Latinoamérica. Las cámaras, los micrófonos, los comentaristas internacionales y el show mediático mundial estuvieron en Ecuador, Perú y Chile. Primero el levantamiento de la Policía en Ecuador con su sangriento desenlace. Luego el Nobel al peruano Mario Vargas Llosa. Y finalmente el exitoso rescate de los 33 mineros en Chile.
Las imágenes y mensajes que dejaron estas tres noticias en cabezas alrededor del mundo se podrían resumir así: Ecuador = inestabilidad y violencia. Perú = literatura y cultura. Chile = eficiencia y progreso.
Mientras rescataban a los mineros chilenos, empezó a multiplicarse en Twitter un juego. Consistía en imaginar y escribir lo que pasaría “si los mineros fueran ecuatorianos”.
“Si los mineros fueran ecuatorianos en vez de ayudarnos la NASA nos habría ayudado Pdvsa y la cápsula se llamaría Bolívar”, escribió alguien. “Ecuador TV sería la única cadena que transmite el rescate, de manera continua y obligatoria”. “Si los mineros fueran ecuatorianos los habría recibido Correa con la canción Patria Tierra Sagrada”, opinó otro. “Algún periodista de Gamatv diría ‘después de la larga noche neoliberal en la mina, ven la luz de la revolución ciudadana’”. “Si los mineros fueran ecuatorianos el presi diría ‘La mina ya es de todos’ y culparía a Lucio por el derrumbe”, comentó alguien. Y así, cientos más.
Más allá de las bromas del momento, la mayoría de frases nos hablaban de un país que desconfía de sí mismo. Un país acostumbrado a la desilusión, el engaño y el fracaso de sus supuestos líderes. Si en Chile el presidente Piñera equiparó la frase “hacerlo a la chilena” con hacerlo bien, con unidad y esperanza; “hacerlo a la ecuatoriana” significaría lo contrario.
Pero este sentido de orgullo y optimismo chileno no nace con el rescate de los mineros. Viene de mucho tiempo atrás. Es el resultado de un país que ha sabido vivir en democracia, en libertad, respetando su institucionalidad.
Ese sentido de orgullo no se logra repitiéndonos mil veces “Patria tierra sagrada”, eslóganes esperanzadores o frases patrioteras. De poco sirven esas canciones si no hay trabajo. Si nos roban o matan en la esquina. Si las instituciones son un chiste y el Gobierno hace con ellas lo que quiere. Si la confrontación y el insulto son la norma, y la unión y la colaboración una extraña excepción. Si la posición gubernamental se basa en atacar, desprestigiar, buscar culpables ante sus fracasos y seguir prometiendo un cambio en lugar de demostrar resultados.
Un escritor sonríe orgulloso mientras su país aplaude su éxito. Un minero abraza a su esposa mientras su país celebra. Un Presidente se abre la camisa y grita que lo maten, militares y policías disparan afuera de un hospital, un policía muere en la calle. Son las imágenes que dejaron nuestros países al mundo estas últimas semanas.
No podemos basar la situación de un país en un solo hecho, en un solo triunfo o fracaso. Pero en esta ocasión, estos sucesos parecerían revelar mucho de nuestra realidad. En el caso ecuatoriano, una triste y decepcionante realidad.
¿Lograremos algún día que “hacerlo a la ecuatoriana” cambie de sentido?
jueves, octubre 14, 2010
Palabras de libertad
“…A pesar de los casos exitosos de modernización… lo cierto es que en buena parte de América Latina hay un claro retroceso de la democracia liberal y un retorno del populismo, incluso en su variante más cavernaria: la del estatismo y colectivismo comunistas… en América Latina… hay una cierta forma de idiotez ideológica que parece irreductible”.
Así concluye Mario Vargas Llosa el prólogo que escribió en el 2007 para el libro El Regreso del Idiota. Tres años después, continúa el autoritarismo, el estatismo y toda esa idiotez política en varios países de nuestra región, incluyendo el Ecuador.
En medio de este ambiente político autoritario y conflictivo que vivimos, me emocionó y alegró muchísimo la noticia del Premio Nobel de Literatura para Vargas Llosa. Con sus libros he reído, reflexionado, aprendido y soñado en distintos momentos de mi vida. La tía Julia y el escribidor y Pantaleón y las visitadoras que tanto me divirtieron. Conversación en La Catedral, el que más disfruté, que en la imagen de ese “jodido” Perú me hizo reflexionar sobre nuestra identidad y realidad. Sus memorias El pez en el agua donde descubrí al Vargas Llosa político y comprometido. Sus más recientes Travesuras de la niña mala y el Paraíso en la otra esquina que me entretuvieron. La Fiesta del Chivo, que me mostró los horrores de una tiranía y del excesivo poder político. La ciudad y los perros, uno de los primeros que leí y que más me marcó como lector. Y El hablador que me lo prestaron, me lo autografió Vargas Llosa, y hoy me arrepiento de haberlo devuelto.
Estas y otras novelas, cuentos, ensayos y artículos le han dado méritos de sobra a Vargas Llosa para ganar el Nobel. El mundo y en especial Latinoamérica, salvo algunos desubicados como Evo Morales, lo celebran.
Pero más allá de la trayectoria y gran obra literaria de Vargas Llosa, este Premio Nobel es una gran noticia por su compromiso con la libertad y la democracia; y contra el autoritarismo, el estatismo, el abuso, en fin, la idiotez política en todas sus formas, empezando por lo que hoy se vive en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina.
Le vendrá muy bien aprender de las ideas de Vargas Llosa a los jóvenes ecuatorianos, hoy contaminados con el fracasado estatismo y con esta falsa revolución ciudadana vendidos mil veces en la propaganda gobiernista.
Sería bueno que lo leyeran y escucharan también las autoridades y funcionarios de este Gobierno, empezando por el Presidente, tan ajenos a las ideas de libertad, al respeto por el individuo, la iniciativa privada, en fin, al progreso. El mismo Vargas Llosa fue alguna vez admirador de la revolución cubana y del cuento socialista. Pero la madurez, la inteligencia y la elemental evidencia del fracaso de los modelos colectivistas y autoritarios, lo alejaron de esas posturas.
Vargas Llosa, verdadero embajador de la libertad, ilumina el pensamiento de una región donde todavía quedan varios parches de oscuridad política. Tengo la esperanza de que el Premio Nobel ayudará a que las ideas de Vargas Llosa suenen más fuerte. Que la claridad, pragmatismo, bienestar y progreso presentes en las ideas de libertad que él predica logren un mayor espacio en nuestra región.
Así concluye Mario Vargas Llosa el prólogo que escribió en el 2007 para el libro El Regreso del Idiota. Tres años después, continúa el autoritarismo, el estatismo y toda esa idiotez política en varios países de nuestra región, incluyendo el Ecuador.
En medio de este ambiente político autoritario y conflictivo que vivimos, me emocionó y alegró muchísimo la noticia del Premio Nobel de Literatura para Vargas Llosa. Con sus libros he reído, reflexionado, aprendido y soñado en distintos momentos de mi vida. La tía Julia y el escribidor y Pantaleón y las visitadoras que tanto me divirtieron. Conversación en La Catedral, el que más disfruté, que en la imagen de ese “jodido” Perú me hizo reflexionar sobre nuestra identidad y realidad. Sus memorias El pez en el agua donde descubrí al Vargas Llosa político y comprometido. Sus más recientes Travesuras de la niña mala y el Paraíso en la otra esquina que me entretuvieron. La Fiesta del Chivo, que me mostró los horrores de una tiranía y del excesivo poder político. La ciudad y los perros, uno de los primeros que leí y que más me marcó como lector. Y El hablador que me lo prestaron, me lo autografió Vargas Llosa, y hoy me arrepiento de haberlo devuelto.
Estas y otras novelas, cuentos, ensayos y artículos le han dado méritos de sobra a Vargas Llosa para ganar el Nobel. El mundo y en especial Latinoamérica, salvo algunos desubicados como Evo Morales, lo celebran.
Pero más allá de la trayectoria y gran obra literaria de Vargas Llosa, este Premio Nobel es una gran noticia por su compromiso con la libertad y la democracia; y contra el autoritarismo, el estatismo, el abuso, en fin, la idiotez política en todas sus formas, empezando por lo que hoy se vive en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina.
Le vendrá muy bien aprender de las ideas de Vargas Llosa a los jóvenes ecuatorianos, hoy contaminados con el fracasado estatismo y con esta falsa revolución ciudadana vendidos mil veces en la propaganda gobiernista.
Sería bueno que lo leyeran y escucharan también las autoridades y funcionarios de este Gobierno, empezando por el Presidente, tan ajenos a las ideas de libertad, al respeto por el individuo, la iniciativa privada, en fin, al progreso. El mismo Vargas Llosa fue alguna vez admirador de la revolución cubana y del cuento socialista. Pero la madurez, la inteligencia y la elemental evidencia del fracaso de los modelos colectivistas y autoritarios, lo alejaron de esas posturas.
Vargas Llosa, verdadero embajador de la libertad, ilumina el pensamiento de una región donde todavía quedan varios parches de oscuridad política. Tengo la esperanza de que el Premio Nobel ayudará a que las ideas de Vargas Llosa suenen más fuerte. Que la claridad, pragmatismo, bienestar y progreso presentes en las ideas de libertad que él predica logren un mayor espacio en nuestra región.
jueves, octubre 07, 2010
Edwin, Froilán, Juan Pablo, Darwin, Jacinto
Dan vueltas en mi cabeza las imágenes de ese triste e indignante 30 de septiembre. Policías quemando llantas, bloqueando calles, atacando a ciudadanos y a su Presidente en lugar de protegerlos. Rafael Correa olvidando –una vez más– su papel, jugando al valiente, buscando pelea, gritando descontrolado que lo maten. Saqueos en las ciudades. El Gobierno atropellando nuestro derecho a informarnos, obligándonos a ver y escuchar su versión de los hechos. Historias de secuestro, de conspiración, de falso golpe de Estado. Balas, gases, violencia, muerte. Correa y su gente celebrando en Carondelet mientras policías, militares y civiles seguían cayendo entre las balas.
Edwin, Froilán, Juan Pablo, Darwin, Jacinto. Padres, esposos, hijos, hermanos, amigos perdieron sus vidas junto a otros más. ¿Por qué? ¿Para qué?
La condenable sublevación de los policías inició una jornada de inseguridad. Pero sus reclamos y llantas quemadas no buscaban secuestrar o matar. Edwin, Froilán, Juan Pablo, Darwin, Jacinto y otros no murieron por la paralización y reclamos de los policías. Murieron en un enfrentamiento que se pudo evitar. La irresponsabilidad y cálculos políticos pudieron más que el deseo de llegar a una solución pacífica y el respeto a la vida.
Hace no mucho, nuestros disturbios –y hasta golpes de Estado– no pasaban de piedras, palos y llantas quemadas. Hablar de un muerto era muy grave. Ahora la violencia y los muertos se han multiplicado. Ecuador era un país de relativa paz. Cuatro años de falsa revolución ciudadana, plagada de odio, rencores, confrontación y división, lo han cambiado.
Sigo buscando el intento de golpe de Estado. Busco a alguna persona o grupo que ese día públicamente haya intentando echar al Presidente y ocupar el poder. No vimos nada de eso. La Policía reclamaba algo muy específico. Ahora el Gobierno dice tener identificados a varios “golpistas”. Resulta que enviar mensajitos por Twitter te puede convertir en conspirador.
Nuestra libertad de expresión, en cambio, sí recibió un fuerte golpe. Experimentamos por unas horas lo que es vivir sin periodismo independiente, sin medios privados, sin diversidad de posturas y enfoques. Lo que significa el asfixiante control de la información. Pudimos sentir cómo funciona un país donde no se cuestiona al poder. Mientras veíamos a ministros y funcionarios desfilar por los estudios del canal gubernamental –a partir de ese día es simple mentira llamarlo “canal público”–, entendimos mejor que nunca el valor de la prensa libre y el peligro de un gobierno limitándola.
Los policías que lideraron el levantamiento y los disturbios deben ser castigados. Correa es su Presidente. Deben respetarlo y protegerlo, jamás atacarlo. Todo el peso de la ley debe caer sobre quienes lideraron la sublevación. Y todo el rechazo popular sobre quienes la convirtieron en un falso golpe de Estado que terminó en masacre.
Las encuestas quizás muestren un Gobierno fortalecido y más popular. Triste manera de aumentar la popularidad, monopolizando la información y bombardeándonos con cadenas nacionales plagadas de teorías de conspiración. Aquí todos perdimos.
Edwin, Froilán, Juan Pablo, Darwin, Jacinto ya no están. ¿No son suficientes sus muertes para llamar nuestra atención? ¿Cuántos más deben morir para entender que esta confrontación, división y ataques no nos llevan a ningún lado?
Edwin, Froilán, Juan Pablo, Darwin, Jacinto. Padres, esposos, hijos, hermanos, amigos perdieron sus vidas junto a otros más. ¿Por qué? ¿Para qué?
La condenable sublevación de los policías inició una jornada de inseguridad. Pero sus reclamos y llantas quemadas no buscaban secuestrar o matar. Edwin, Froilán, Juan Pablo, Darwin, Jacinto y otros no murieron por la paralización y reclamos de los policías. Murieron en un enfrentamiento que se pudo evitar. La irresponsabilidad y cálculos políticos pudieron más que el deseo de llegar a una solución pacífica y el respeto a la vida.
Hace no mucho, nuestros disturbios –y hasta golpes de Estado– no pasaban de piedras, palos y llantas quemadas. Hablar de un muerto era muy grave. Ahora la violencia y los muertos se han multiplicado. Ecuador era un país de relativa paz. Cuatro años de falsa revolución ciudadana, plagada de odio, rencores, confrontación y división, lo han cambiado.
Sigo buscando el intento de golpe de Estado. Busco a alguna persona o grupo que ese día públicamente haya intentando echar al Presidente y ocupar el poder. No vimos nada de eso. La Policía reclamaba algo muy específico. Ahora el Gobierno dice tener identificados a varios “golpistas”. Resulta que enviar mensajitos por Twitter te puede convertir en conspirador.
Nuestra libertad de expresión, en cambio, sí recibió un fuerte golpe. Experimentamos por unas horas lo que es vivir sin periodismo independiente, sin medios privados, sin diversidad de posturas y enfoques. Lo que significa el asfixiante control de la información. Pudimos sentir cómo funciona un país donde no se cuestiona al poder. Mientras veíamos a ministros y funcionarios desfilar por los estudios del canal gubernamental –a partir de ese día es simple mentira llamarlo “canal público”–, entendimos mejor que nunca el valor de la prensa libre y el peligro de un gobierno limitándola.
Los policías que lideraron el levantamiento y los disturbios deben ser castigados. Correa es su Presidente. Deben respetarlo y protegerlo, jamás atacarlo. Todo el peso de la ley debe caer sobre quienes lideraron la sublevación. Y todo el rechazo popular sobre quienes la convirtieron en un falso golpe de Estado que terminó en masacre.
Las encuestas quizás muestren un Gobierno fortalecido y más popular. Triste manera de aumentar la popularidad, monopolizando la información y bombardeándonos con cadenas nacionales plagadas de teorías de conspiración. Aquí todos perdimos.
Edwin, Froilán, Juan Pablo, Darwin, Jacinto ya no están. ¿No son suficientes sus muertes para llamar nuestra atención? ¿Cuántos más deben morir para entender que esta confrontación, división y ataques no nos llevan a ningún lado?
jueves, septiembre 30, 2010
¿Fin del chavismo?
Los votantes venezolanos enviaron este domingo un mensaje esperanzador para la región: el chavismo podría estar terminando. Dieron un golpe al estatismo asfixiante, al autoritarismo y la demagogia.
La oposición quitó a Chávez los escaños parlamentarios que necesitaba para continuar mandando a su antojo. Lograron más de un tercio de los puestos en la Asamblea. Chávez continúa con fuerza. Continúa con poder. Pero los resultados de las elecciones nos dicen que algo está cambiando. Ya antes los venezolanos le habían negado a Chávez su sueño de reelegirse eternamente. Ahora le anuncian su fin.
Chávez no se rendirá fácilmente. Utilizará su maquinaria política para recuperar votos. Continuará su incesante campaña. Pero no hay mucho que pueda cambiar ante la crisis económica, inseguridad, y descontento general que su Gobierno ha generado.
La reacción de Chávez ante la pregunta que le hace una periodista, luego de conocerse los resultados, muestra la triste realidad de su Gobierno: no tiene respuestas. Solo saben atacar y desprestigiar. Chávez hizo el ridículo al no poder contestar a la periodista que cuestionó la diferencia entre el porcentaje de votos logrados por la oposición frente a los escaños obtenidos, como resultado de la redistribución de circuitos electorales hecha para favorecer al chavismo. Chávez se fue por las ramas y terminó arremetiendo contra la periodista. Lo cierto es que con la ley electoral anterior, la oposición hubiera empatado con el chavismo en número de escaños y Chávez estaría en mayores problemas.
Desde que Rafael Correa asumió el poder ha sido casi inevitable compararlo con Chávez. A pesar de sus orígenes tan distintos para llegar a la presidencia –el uno académico y el otro militar– ambos han acaparado el poder vendiendo el mismo mensaje, con un estilo y herramientas similares. Comparten discursos que llaman a la confrontación, actitudes autoritarias, desprecio por los medios y la libertad de expresión, desconfianza del mercado y el sector privado, sueños estatistas, y hasta el disgusto por las corbatas.
Nos gusta pensar que aquí las cosas serán distintas, con más cordura y respeto a nuestra libertad y la ley. Puede ser. Pero las acciones en estos casi cuatro años de gobierno no son muy alentadoras.
Por eso, los resultados de las últimas elecciones en Venezuela deben ser una lección para la oposición en Ecuador. A la oposición venezolana le tomó once años ponerse de acuerdo, dejar diferencias y unirse para salvar a su país. ¿Cuántos años le tomará a la oposición local?
Hoy cada uno en la oposición camina por su lado. Unos recogen firmas para revocar el mandato presidencial. Otros desde la Asamblea piden la muerte cruzada. Otros prefieren esperar a las próximas elecciones. Los hay de derecha, de centro, de izquierda. Son muy distintos. Pero comparten el deseo de terminar con este mal experimento que trajo un cambio, pero el equivocado.
¿Podemos imaginar a la oposición en Ecuador unida en una lista común en las próximas elecciones? ¿Sienten tan grave la situación como la que motivó a venezolanos a unirse? Por ahora parece que no. Que cada grupo o partido tomará su camino. Así, será difícil vencer a la maquinaria electoral gobiernista. Ya llegará el momento.
La oposición quitó a Chávez los escaños parlamentarios que necesitaba para continuar mandando a su antojo. Lograron más de un tercio de los puestos en la Asamblea. Chávez continúa con fuerza. Continúa con poder. Pero los resultados de las elecciones nos dicen que algo está cambiando. Ya antes los venezolanos le habían negado a Chávez su sueño de reelegirse eternamente. Ahora le anuncian su fin.
Chávez no se rendirá fácilmente. Utilizará su maquinaria política para recuperar votos. Continuará su incesante campaña. Pero no hay mucho que pueda cambiar ante la crisis económica, inseguridad, y descontento general que su Gobierno ha generado.
La reacción de Chávez ante la pregunta que le hace una periodista, luego de conocerse los resultados, muestra la triste realidad de su Gobierno: no tiene respuestas. Solo saben atacar y desprestigiar. Chávez hizo el ridículo al no poder contestar a la periodista que cuestionó la diferencia entre el porcentaje de votos logrados por la oposición frente a los escaños obtenidos, como resultado de la redistribución de circuitos electorales hecha para favorecer al chavismo. Chávez se fue por las ramas y terminó arremetiendo contra la periodista. Lo cierto es que con la ley electoral anterior, la oposición hubiera empatado con el chavismo en número de escaños y Chávez estaría en mayores problemas.
Desde que Rafael Correa asumió el poder ha sido casi inevitable compararlo con Chávez. A pesar de sus orígenes tan distintos para llegar a la presidencia –el uno académico y el otro militar– ambos han acaparado el poder vendiendo el mismo mensaje, con un estilo y herramientas similares. Comparten discursos que llaman a la confrontación, actitudes autoritarias, desprecio por los medios y la libertad de expresión, desconfianza del mercado y el sector privado, sueños estatistas, y hasta el disgusto por las corbatas.
Nos gusta pensar que aquí las cosas serán distintas, con más cordura y respeto a nuestra libertad y la ley. Puede ser. Pero las acciones en estos casi cuatro años de gobierno no son muy alentadoras.
Por eso, los resultados de las últimas elecciones en Venezuela deben ser una lección para la oposición en Ecuador. A la oposición venezolana le tomó once años ponerse de acuerdo, dejar diferencias y unirse para salvar a su país. ¿Cuántos años le tomará a la oposición local?
Hoy cada uno en la oposición camina por su lado. Unos recogen firmas para revocar el mandato presidencial. Otros desde la Asamblea piden la muerte cruzada. Otros prefieren esperar a las próximas elecciones. Los hay de derecha, de centro, de izquierda. Son muy distintos. Pero comparten el deseo de terminar con este mal experimento que trajo un cambio, pero el equivocado.
¿Podemos imaginar a la oposición en Ecuador unida en una lista común en las próximas elecciones? ¿Sienten tan grave la situación como la que motivó a venezolanos a unirse? Por ahora parece que no. Que cada grupo o partido tomará su camino. Así, será difícil vencer a la maquinaria electoral gobiernista. Ya llegará el momento.
jueves, septiembre 23, 2010
¿Como Luis Miguel?
En su enlace del sábado pasado, Rafael Correa mostró un video en el que el cantante Luis Miguel se dirige a unos periodistas diciendo: “Los medios de comunicación fueron los que crearon todo eso, eso fue una mentira… Ustedes mienten para vender”.
Correa se identifica con Luis Miguel. Siente que los medios inventan cosas sobre él. O al menos quiere que pensemos eso. Luis Miguel y Correa, como figuras públicas, son el centro de atención de los medios. Pero hay una gran diferencia. Investigar y comentar sobre Luis Miguel es chisme farandulero. Investigar sobre el gobierno de Correa es vital para nuestra democracia, o lo que queda de ella.
Este sábado, como tantos otros sábados, Rafael Correa dedicó una buena parte de su cadena a su tema favorito: los medios de comunicación. Son su obsesión. ¿Cuántas horas dedica a revisar lo que se dice y escribe sobre él en los medios? ¿Cuántos millones de nuestros dólares se han malgastado en refutar noticias y atacar a medios y periodistas?
El formato se repite cada sábado. Correa muestra noticias que según él son mentira o demuestran mala fe. Las refuta. Y acusa al medio o al periodista de ignorante, corrupto, buitre y varias cosas más. Revisa caricaturas, noticieros, editoriales y hasta entrevistas radiales. Ahora se ha metido incluso con opiniones en internet, presentando una absurda y millonaria demanda por artículos publicados en un blog. ¿Qué viene después? ¿Twitteros perseguidos como en Venezuela?
Aquí hay una contradicción. Por un lado a Correa le gusta mostrar su poder, hacerse respetar, invocar la majestad de su cargo. Pero por otro lado, olvida su papel como Presidente al buscarle pelea a todo el que lo critica o mira mal. No llega a entender que el día que decidió lanzarse a la presidencia y convertirse en una figura pública, se convirtió necesariamente en blanco de críticas.
Los análisis, investigaciones, críticas, burlas y lastimosamente a veces las mentiras, acompañan a los famosos, entre ellos presidentes y líderes políticos. Pero mientras unos saben ignorar las críticas o aprender de ellas, otros se rebajan rebatiendo todo y juegan el triste papel de destructores de medios y periodistas.
Correa critica que los medios se preocupan solo por el negocio. Por eso quisiera que fueran fundaciones sin fines de lucro. Pero si los medios solo pensaran en su negocio harían lo más fácil y rentable: alinearse al poder de turno como algunos ya lo han hecho. Investigar al Gobierno es mal negocio, pero buen periodismo. El problema de este Gobierno no es el negocio o intereses de los medios. Es su periodismo.
Ahora que el Presidente se ha dedicado a viajar por el mundo, debería aprovechar para revisar lo que se dice y escribe sobre presidentes en democracias avanzadas. Verá que las críticas contra él y su Gobierno son un juego de niños comparadas a las que reciben mandatarios del Primer Mundo. La diferencia está en la madurez para recibirlas y el respeto a la libertad de expresión.
Por el simple hecho de ser una figura pública, Correa recibirá críticas. Eso viene con el paquete presidencial. Ya es tiempo de que lo entienda. Ya es hora de ser Presidente.
Correa se identifica con Luis Miguel. Siente que los medios inventan cosas sobre él. O al menos quiere que pensemos eso. Luis Miguel y Correa, como figuras públicas, son el centro de atención de los medios. Pero hay una gran diferencia. Investigar y comentar sobre Luis Miguel es chisme farandulero. Investigar sobre el gobierno de Correa es vital para nuestra democracia, o lo que queda de ella.
Este sábado, como tantos otros sábados, Rafael Correa dedicó una buena parte de su cadena a su tema favorito: los medios de comunicación. Son su obsesión. ¿Cuántas horas dedica a revisar lo que se dice y escribe sobre él en los medios? ¿Cuántos millones de nuestros dólares se han malgastado en refutar noticias y atacar a medios y periodistas?
El formato se repite cada sábado. Correa muestra noticias que según él son mentira o demuestran mala fe. Las refuta. Y acusa al medio o al periodista de ignorante, corrupto, buitre y varias cosas más. Revisa caricaturas, noticieros, editoriales y hasta entrevistas radiales. Ahora se ha metido incluso con opiniones en internet, presentando una absurda y millonaria demanda por artículos publicados en un blog. ¿Qué viene después? ¿Twitteros perseguidos como en Venezuela?
Aquí hay una contradicción. Por un lado a Correa le gusta mostrar su poder, hacerse respetar, invocar la majestad de su cargo. Pero por otro lado, olvida su papel como Presidente al buscarle pelea a todo el que lo critica o mira mal. No llega a entender que el día que decidió lanzarse a la presidencia y convertirse en una figura pública, se convirtió necesariamente en blanco de críticas.
Los análisis, investigaciones, críticas, burlas y lastimosamente a veces las mentiras, acompañan a los famosos, entre ellos presidentes y líderes políticos. Pero mientras unos saben ignorar las críticas o aprender de ellas, otros se rebajan rebatiendo todo y juegan el triste papel de destructores de medios y periodistas.
Correa critica que los medios se preocupan solo por el negocio. Por eso quisiera que fueran fundaciones sin fines de lucro. Pero si los medios solo pensaran en su negocio harían lo más fácil y rentable: alinearse al poder de turno como algunos ya lo han hecho. Investigar al Gobierno es mal negocio, pero buen periodismo. El problema de este Gobierno no es el negocio o intereses de los medios. Es su periodismo.
Ahora que el Presidente se ha dedicado a viajar por el mundo, debería aprovechar para revisar lo que se dice y escribe sobre presidentes en democracias avanzadas. Verá que las críticas contra él y su Gobierno son un juego de niños comparadas a las que reciben mandatarios del Primer Mundo. La diferencia está en la madurez para recibirlas y el respeto a la libertad de expresión.
Por el simple hecho de ser una figura pública, Correa recibirá críticas. Eso viene con el paquete presidencial. Ya es tiempo de que lo entienda. Ya es hora de ser Presidente.
jueves, septiembre 16, 2010
Leyendo el PP en Alba Airlines
Los gobiernos de la ALBA pretenden crear una aerolínea para fomentar el turismo entre los países del bloque. Yo no me subo ni pagado a un avión controlado por Chávez, Correa y Morales.
El embajador de Bolivia en Venezuela dijo que “viajar de Venezuela a Europa cuesta menos que el boleto entre La Paz y Caracas y eso no es un incentivo al turismo…”. Por lo visto, no entiende que a la mayoría de venezolanos simplemente no les interesa viajar a La Paz. Podemos pronosticar grandes pérdidas en esta aerolínea dedicada a ofrecer vuelos vacíos.
Nuestros socialistas del siglo XXI dicen no creer en el mercado. No creen que el ser humano deba buscar el lucro personal. Como dijo Rafael Correa al elogiar “el indudable éxito cubano” en La Habana: “…de nada vale el talento humano con cada quien buscando su fin de lucro… cada quien con su proyecto personal”.
Atacan a las empresas exitosas y al mercado. Pero al mismo tiempo juegan a empresarios creando empresas con plata que no es de ellos.
Una empresa destinada a despilfarrar nuestra plata y fracasar es PP El Verdadero, el nuevo periódico estatal. Aquí lo tengo. Me llega gratis. No crean que botaría 40 centavos comprando algo que yo mismo financio con mis impuestos. No conformes con los más de diez medios que hoy controlan en el Gobierno, ahora salen con su propio tabloide. Cuando se trabaja con plata ajena es fácil dárselas de empresario.
¿Si un grupo empresarial puede tener varios medios, por qué no el Gobierno?, fue el argumento que escuché a una asambleísta de Alianza PAIS. No entiende que el empresario trabaja con su propia plata y bajo su propio riesgo. Si le va bien, ganará más plata, generará empleo e impuestos. Si le va mal, él cae solo. En cambio, nuestros funcionarios de turno no arriesgan su dinero en sus experimentos empresariales. Gastan el nuestro. Y cuando les va mal a estas empresas públicas, como suele suceder, se llevan sus sueldos, sus bonificaciones y sus “comisiones” sin perder ni un minuto de sueño. Y todos pagamos su ineficiencia.
Ahí está Alegro. Más de doscientos millones de dólares desperdiciados. Correa prometió vender o cerrar la empresa si seguía en esa situación. No cumplió su palabra. Las pérdidas de Alegro ahora se esconden bajo la falda de la CNT.
Correa y sus amigos bolivarianos sueñan con una burocracia que no existe. Creen que estas empresas de todos, o sea de nadie, pueden funcionar. Mientras despotrican contra los empresarios privados, reparten puestos en sus crecientes empresas públicas.
No necesitamos que el Gobierno se meta a “competir” con el sector privado malgastando nuestra plata. No queremos nuevos diarios, ni teléfonos ni aerolíneas públicas. El sector privado ya cubre muy bien nuestra demanda en esos y otros espacios. Sí necesitamos más escuelas, hospitales, seguridad. ¿No era este el Gobierno con enfoque social?
En el mundo ideal de Correa, todos viajaríamos en Alba Airlines, leyendo el PP luego de haber apagado nuestros celulares Alegro. Pero su utopía estatista no sucederá. No con su Gobierno. No con otros gobiernos. ¿Cuántos millones de dólares más despilfarrarán hasta entenderlo?
El embajador de Bolivia en Venezuela dijo que “viajar de Venezuela a Europa cuesta menos que el boleto entre La Paz y Caracas y eso no es un incentivo al turismo…”. Por lo visto, no entiende que a la mayoría de venezolanos simplemente no les interesa viajar a La Paz. Podemos pronosticar grandes pérdidas en esta aerolínea dedicada a ofrecer vuelos vacíos.
Nuestros socialistas del siglo XXI dicen no creer en el mercado. No creen que el ser humano deba buscar el lucro personal. Como dijo Rafael Correa al elogiar “el indudable éxito cubano” en La Habana: “…de nada vale el talento humano con cada quien buscando su fin de lucro… cada quien con su proyecto personal”.
Atacan a las empresas exitosas y al mercado. Pero al mismo tiempo juegan a empresarios creando empresas con plata que no es de ellos.
Una empresa destinada a despilfarrar nuestra plata y fracasar es PP El Verdadero, el nuevo periódico estatal. Aquí lo tengo. Me llega gratis. No crean que botaría 40 centavos comprando algo que yo mismo financio con mis impuestos. No conformes con los más de diez medios que hoy controlan en el Gobierno, ahora salen con su propio tabloide. Cuando se trabaja con plata ajena es fácil dárselas de empresario.
¿Si un grupo empresarial puede tener varios medios, por qué no el Gobierno?, fue el argumento que escuché a una asambleísta de Alianza PAIS. No entiende que el empresario trabaja con su propia plata y bajo su propio riesgo. Si le va bien, ganará más plata, generará empleo e impuestos. Si le va mal, él cae solo. En cambio, nuestros funcionarios de turno no arriesgan su dinero en sus experimentos empresariales. Gastan el nuestro. Y cuando les va mal a estas empresas públicas, como suele suceder, se llevan sus sueldos, sus bonificaciones y sus “comisiones” sin perder ni un minuto de sueño. Y todos pagamos su ineficiencia.
Ahí está Alegro. Más de doscientos millones de dólares desperdiciados. Correa prometió vender o cerrar la empresa si seguía en esa situación. No cumplió su palabra. Las pérdidas de Alegro ahora se esconden bajo la falda de la CNT.
Correa y sus amigos bolivarianos sueñan con una burocracia que no existe. Creen que estas empresas de todos, o sea de nadie, pueden funcionar. Mientras despotrican contra los empresarios privados, reparten puestos en sus crecientes empresas públicas.
No necesitamos que el Gobierno se meta a “competir” con el sector privado malgastando nuestra plata. No queremos nuevos diarios, ni teléfonos ni aerolíneas públicas. El sector privado ya cubre muy bien nuestra demanda en esos y otros espacios. Sí necesitamos más escuelas, hospitales, seguridad. ¿No era este el Gobierno con enfoque social?
En el mundo ideal de Correa, todos viajaríamos en Alba Airlines, leyendo el PP luego de haber apagado nuestros celulares Alegro. Pero su utopía estatista no sucederá. No con su Gobierno. No con otros gobiernos. ¿Cuántos millones de dólares más despilfarrarán hasta entenderlo?
jueves, septiembre 09, 2010
Parches
El kilómetro 20 de la vía Perimetral de Guayaquil amaneció distinto. Ahora tiene semáforo y paso cebra. Tuvieron que morir 16 personas atropelladas el fin de semana para que la Comisión de Tránsito del Guayas recurriera a esta medida parche que en algo tranquilizará a los pobladores que perdieron familiares, amigos y vecinos. El culpable directo fue un conductor borracho. Pero el entorno adverso convirtió el accidente en tragedia.
Pocos días antes, en Cotopaxi, murieron otras 38 personas cuando un bus interprovincial cayó por un barranco. Según informes, se debió a la negligencia de la cooperativa de transporte. Aparentemente, el conductor, que tenía un largo historial de infracciones, se quedó dormido. Llevaba siete horas manejando. A esto se sumaría el mal estado de las llantas. Solo después de la tragedia, la Comisión Nacional de Tránsito multiplicó los operativos de control en las terminales de buses.
Morir en la calle es común en este país. Todos tenemos tristes historias cercanas que contar. Conocemos el peligro. Pero como suele suceder, se necesitan grandes tragedias para que las autoridades actúen, o pretendan actuar.
Después de estos terribles accidentes, varias autoridades han salido a acusar, antes que asumir responsabilidades: culpa de las autoridades de Tránsito, del Municipio, de la Policía, de los jueces, de las leyes, de los peatones, de los conductores…
La culpa es compartida. A la irresponsabilidad y falta de cultura de conductores y peatones, se unen la mala señalización, autoridades de tránsito ineficientes y jueces que no castigan a los infractores.
Hay soluciones prácticas e inmediatas, que ayudarían a reducir accidentes. Nuestros vigilantes de la CTG, por ejemplo, en lugar de detener vehículos en buena estado, frenar el flujo del tránsito bajo semáforos funcionando y obstaculizar las vías con absurdos conos y cilindros anaranjados, podrían revisar la condición en la que salen los buses del terminal, o detener a todos esos carros viejos con llantas lisas, luces quemadas y olor a gas. También podrían hacer mucho por el orden en las calles, con señalización básica y pintando líneas de carriles y pasos cebra.
El Gobierno, por ejemplo, en lugar de gastar millones de dólares en campañas publicitarias politiqueras, ofensivas y agobiantes, podría destinar esos fondos para campañas que eduquen a conductores y peatones.
Solo con educación lograremos cambiar nuestra actitud en las calles. La del chofer de bus que se cree dueño del camino, compite por pasajeros, para donde le da la gana y abusa con su tamaño. La del conductor que no respeta señales. La del peatón que jamás cruza por el paso cebra o el paso elevado.
Pero no todo es malo. Autoridades, peatones y conductores hemos avanzado poco a poco. Sistemas como la Metrovía han mejorado el transporte de la ciudad y generado orden. Ahora se entiende que un bus solo recoge pasajeros en estaciones y paradas, no en cualquier lugar donde se lo llame. Cada día somos más los que utilizamos cinturón de seguridad. Y varias de nuestras carreteras, sobre todo las concesionadas, son seguras y bien señalizadas.
Cambios positivos pero insuficientes. Las víctimas de nuestras carreteras reclaman planificación, acción y menos improvisación. Más que nuevas leyes, necesitamos autoridades que hagan su trabajo. Sin esperar a la próxima tragedia.
Pocos días antes, en Cotopaxi, murieron otras 38 personas cuando un bus interprovincial cayó por un barranco. Según informes, se debió a la negligencia de la cooperativa de transporte. Aparentemente, el conductor, que tenía un largo historial de infracciones, se quedó dormido. Llevaba siete horas manejando. A esto se sumaría el mal estado de las llantas. Solo después de la tragedia, la Comisión Nacional de Tránsito multiplicó los operativos de control en las terminales de buses.
Morir en la calle es común en este país. Todos tenemos tristes historias cercanas que contar. Conocemos el peligro. Pero como suele suceder, se necesitan grandes tragedias para que las autoridades actúen, o pretendan actuar.
Después de estos terribles accidentes, varias autoridades han salido a acusar, antes que asumir responsabilidades: culpa de las autoridades de Tránsito, del Municipio, de la Policía, de los jueces, de las leyes, de los peatones, de los conductores…
La culpa es compartida. A la irresponsabilidad y falta de cultura de conductores y peatones, se unen la mala señalización, autoridades de tránsito ineficientes y jueces que no castigan a los infractores.
Hay soluciones prácticas e inmediatas, que ayudarían a reducir accidentes. Nuestros vigilantes de la CTG, por ejemplo, en lugar de detener vehículos en buena estado, frenar el flujo del tránsito bajo semáforos funcionando y obstaculizar las vías con absurdos conos y cilindros anaranjados, podrían revisar la condición en la que salen los buses del terminal, o detener a todos esos carros viejos con llantas lisas, luces quemadas y olor a gas. También podrían hacer mucho por el orden en las calles, con señalización básica y pintando líneas de carriles y pasos cebra.
El Gobierno, por ejemplo, en lugar de gastar millones de dólares en campañas publicitarias politiqueras, ofensivas y agobiantes, podría destinar esos fondos para campañas que eduquen a conductores y peatones.
Solo con educación lograremos cambiar nuestra actitud en las calles. La del chofer de bus que se cree dueño del camino, compite por pasajeros, para donde le da la gana y abusa con su tamaño. La del conductor que no respeta señales. La del peatón que jamás cruza por el paso cebra o el paso elevado.
Pero no todo es malo. Autoridades, peatones y conductores hemos avanzado poco a poco. Sistemas como la Metrovía han mejorado el transporte de la ciudad y generado orden. Ahora se entiende que un bus solo recoge pasajeros en estaciones y paradas, no en cualquier lugar donde se lo llame. Cada día somos más los que utilizamos cinturón de seguridad. Y varias de nuestras carreteras, sobre todo las concesionadas, son seguras y bien señalizadas.
Cambios positivos pero insuficientes. Las víctimas de nuestras carreteras reclaman planificación, acción y menos improvisación. Más que nuevas leyes, necesitamos autoridades que hagan su trabajo. Sin esperar a la próxima tragedia.
jueves, septiembre 02, 2010
¿Morir por Paris Hilton?
Paris Hilton fue detenida en Las Vegas por posesión de cocaína. Unos días antes, 72 migrantes murieron acribillados en México en manos de un grupo criminal de narcotráfico.
Estados Unidos consume la droga por la que mueren asesinados latinoamericanos. Y mientras aumenta la lista de víctimas, el presidente mexicano Felipe Calderón y otros líderes siguen hablando de intensificar la guerra a los narcoterroristas. Pero no hablan de la solución de fondo: la legalización de las drogas.
Paris Hilton no merece ir a la cárcel o ser tratada como criminal por animar sus noches en Las Vegas con unas líneas de polvo blanco, algo que solo le hace daño a ella misma. Y los 72 migrantes no tienen por qué perder sus vidas en medio de este sangriento mundo del narcotráfico, que existe para atender la demanda de Paris y otros consumidores de países desarrollados.
No es coincidencia que esta industria de terror, sicariato y violencia emerja justamente en dos sectores donde no hay libertad ni libre mercado: la circulación de las personas a través de las fronteras y el consumo y comercialización de las drogas. Aquí, como en tantos otros frentes, las soluciones no vienen con más prohibiciones e intervención del Estado, sino con más mercado. La prohibición y criminalización de las drogas y las exigentes leyes migratorias no disminuyen el consumo ni los intentos por cruzar fronteras. Solo desarrollan mafias listas para cubrir la creciente demanda.
Las compañías de tabaco y alcohol generan empleo, pagan impuestos y contribuyen a la sociedad a pesar de que sus productos puedan ser perjudiciales para la salud. ¿Por qué tiene que ser distinto con las drogas? Como con el cigarrillo, los estados pueden y deben regular el consumo de drogas e invertir en campañas contra su uso. Pero al prohibirlas y criminalizarlas, solo se fomentan mafias, violencia y menos policías combatiendo a verdaderos criminales.
Frente a posturas como la del actual gobierno mexicano enfocadas en la mano dura, varios ex presidentes latinoamericanos y escritores, entre ellos César Gaviria, Ernesto Zedillo, Fernando Henrique Cardoso, Mario Vargas Llosa y Paulo Coelho firmaron el año pasado una declaración en la que proponen despenalizar el consumo de ciertas sustancias para el consumo personal y reconocen que “las políticas prohibicionistas basadas en la represión de la producción y la distribución (de drogas), así como la criminalización del consumo, no han producido los resultados esperados… estamos más lejos que nunca del objetivo de erradicación de las drogas”.
Es tiempo de decisiones profundas. La actual violencia alrededor del narcotráfico debería mover a los líderes mundiales a dejar a un lado cálculos políticos y electorales, excusas moralistas y tabúes. Y animarlos a avanzar hacia las soluciones de fondo que permitan a la oferta y la demanda, debidamente controladas, reemplazar a la violencia, las mafias y las balas.
Hoy nadie muere ni es detenido por el próximo trago que se tome Paris Hilton. Pero su próxima línea de cocaína o la fundita de marihuana en su cartera arrastran un camino de violencia y muerte en Latinoamérica.
¿Tendremos políticos en Latinoamérica y en los países desarrollados dispuestos a dar el paso? Los migrantes asesinados en México lo reclaman.
Estados Unidos consume la droga por la que mueren asesinados latinoamericanos. Y mientras aumenta la lista de víctimas, el presidente mexicano Felipe Calderón y otros líderes siguen hablando de intensificar la guerra a los narcoterroristas. Pero no hablan de la solución de fondo: la legalización de las drogas.
Paris Hilton no merece ir a la cárcel o ser tratada como criminal por animar sus noches en Las Vegas con unas líneas de polvo blanco, algo que solo le hace daño a ella misma. Y los 72 migrantes no tienen por qué perder sus vidas en medio de este sangriento mundo del narcotráfico, que existe para atender la demanda de Paris y otros consumidores de países desarrollados.
No es coincidencia que esta industria de terror, sicariato y violencia emerja justamente en dos sectores donde no hay libertad ni libre mercado: la circulación de las personas a través de las fronteras y el consumo y comercialización de las drogas. Aquí, como en tantos otros frentes, las soluciones no vienen con más prohibiciones e intervención del Estado, sino con más mercado. La prohibición y criminalización de las drogas y las exigentes leyes migratorias no disminuyen el consumo ni los intentos por cruzar fronteras. Solo desarrollan mafias listas para cubrir la creciente demanda.
Las compañías de tabaco y alcohol generan empleo, pagan impuestos y contribuyen a la sociedad a pesar de que sus productos puedan ser perjudiciales para la salud. ¿Por qué tiene que ser distinto con las drogas? Como con el cigarrillo, los estados pueden y deben regular el consumo de drogas e invertir en campañas contra su uso. Pero al prohibirlas y criminalizarlas, solo se fomentan mafias, violencia y menos policías combatiendo a verdaderos criminales.
Frente a posturas como la del actual gobierno mexicano enfocadas en la mano dura, varios ex presidentes latinoamericanos y escritores, entre ellos César Gaviria, Ernesto Zedillo, Fernando Henrique Cardoso, Mario Vargas Llosa y Paulo Coelho firmaron el año pasado una declaración en la que proponen despenalizar el consumo de ciertas sustancias para el consumo personal y reconocen que “las políticas prohibicionistas basadas en la represión de la producción y la distribución (de drogas), así como la criminalización del consumo, no han producido los resultados esperados… estamos más lejos que nunca del objetivo de erradicación de las drogas”.
Es tiempo de decisiones profundas. La actual violencia alrededor del narcotráfico debería mover a los líderes mundiales a dejar a un lado cálculos políticos y electorales, excusas moralistas y tabúes. Y animarlos a avanzar hacia las soluciones de fondo que permitan a la oferta y la demanda, debidamente controladas, reemplazar a la violencia, las mafias y las balas.
Hoy nadie muere ni es detenido por el próximo trago que se tome Paris Hilton. Pero su próxima línea de cocaína o la fundita de marihuana en su cartera arrastran un camino de violencia y muerte en Latinoamérica.
¿Tendremos políticos en Latinoamérica y en los países desarrollados dispuestos a dar el paso? Los migrantes asesinados en México lo reclaman.
jueves, agosto 26, 2010
El real monopolio
A diferencia de las ineficiencias y abusos que provocan monopolios públicos, como el IESS o Petroecuador, la exclusividad de la Lotería Nacional de la Junta de Beneficencia de Guayaquil contribuye a que millones de ecuatorianos tengan una atención de calidad en salud, educación y servicio social. Ya quisiéramos que el IESS manejara su monopolio, impuesto a todos los trabajadores, con la mitad de la transparencia y eficiencia con que se conduce la Lotería, que compramos voluntariamente.
Pero a pesar de la ejemplar labor de la Junta y de que nos gustaría garantizar sus ingresos a través de la Lotería por otros 120 años, es legítimo el deseo de ciertos asambleístas y gobiernos locales de que existan otras loterías.
Ante esta situación, Rafael Correa aseguró que “jamás dejaremos sola a la Junta de Beneficencia”. Correa reconoce la labor de la Junta. Pero su marcado estatismo y su convencimiento de que solo el Estado debe brindar salud, educación y asistencia, lo llevan a acaparar toda acción social. Por eso, cuando Correa habla de apoyar a la Junta, tengo mis dudas.
Es posible que Correa reflexione y vete la ley que permitiría la creación de otras loterías. Pero tarde o temprano, otros asambleístas, prefectos o gobiernos locales impulsarán alguna nueva ley similar. Por eso, la Junta debe estar lista para competir. Con su experiencia y prestigio, la Lotería Nacional seguro mantendrá su liderazgo y preferencia de los ecuatorianos.
Pero esta competencia entre loterías seguramente significaría una disminución considerable de ingresos de la Junta. Estos fondos faltantes, antes que del presupuesto del Estado, deberían venir de la filantropía de empresas y ciudadanos. Para ello, la Junta debería impulsar, y la Asamblea y el Gobierno apoyar, leyes que incentiven las donaciones a instituciones de beneficencia. Correa ya nos quitó la posibilidad de donar a fundaciones un porcentaje de nuestros impuestos. Pero si piensa aprobar otras loterías que afecten los ingresos de la Junta, debería reconsiderar su posición y permitirnos a individuos y empresas donar parte de nuestros impuestos a la renta, herencia y demás o fomentar las donaciones a través de incentivos tributarios. Correa sabe muy bien que un dólar de nuestros impuestos en manos de la Junta hace muchísimo más por los necesitados que en manos de algún funcionario de su Gobierno.
Correa dijo que “es insostenible que se dé por ley un monopolio para algo”. De acuerdo. Que sea coherente con sus palabras. Que acabe primero con los perjudiciales monopolios estatales. Que ponga al IESS a competir con sistemas privados de seguridad social. ¿O sí valen los monopolios cuando el Gobierno necesita utilizar nuestros fondos? Y que nos permita a los individuos y empresas escoger si entregamos parte de nuestros impuestos al Estado central o a instituciones como la Junta de Beneficencia.
El futuro de la Junta no puede depender de fondos o asignaciones del presupuesto del Estado. Tarde o temprano eso significaría pedir caridad en Carondelet y estar en manos de intereses políticos. La Junta solo puede estar en manos de ciudadanos libres.
Apoyar a la Junta es apoyar a los ecuatorianos más necesitados. Si Correa realmente entiende esto, sabrá hacer lo correcto.
Pero a pesar de la ejemplar labor de la Junta y de que nos gustaría garantizar sus ingresos a través de la Lotería por otros 120 años, es legítimo el deseo de ciertos asambleístas y gobiernos locales de que existan otras loterías.
Ante esta situación, Rafael Correa aseguró que “jamás dejaremos sola a la Junta de Beneficencia”. Correa reconoce la labor de la Junta. Pero su marcado estatismo y su convencimiento de que solo el Estado debe brindar salud, educación y asistencia, lo llevan a acaparar toda acción social. Por eso, cuando Correa habla de apoyar a la Junta, tengo mis dudas.
Es posible que Correa reflexione y vete la ley que permitiría la creación de otras loterías. Pero tarde o temprano, otros asambleístas, prefectos o gobiernos locales impulsarán alguna nueva ley similar. Por eso, la Junta debe estar lista para competir. Con su experiencia y prestigio, la Lotería Nacional seguro mantendrá su liderazgo y preferencia de los ecuatorianos.
Pero esta competencia entre loterías seguramente significaría una disminución considerable de ingresos de la Junta. Estos fondos faltantes, antes que del presupuesto del Estado, deberían venir de la filantropía de empresas y ciudadanos. Para ello, la Junta debería impulsar, y la Asamblea y el Gobierno apoyar, leyes que incentiven las donaciones a instituciones de beneficencia. Correa ya nos quitó la posibilidad de donar a fundaciones un porcentaje de nuestros impuestos. Pero si piensa aprobar otras loterías que afecten los ingresos de la Junta, debería reconsiderar su posición y permitirnos a individuos y empresas donar parte de nuestros impuestos a la renta, herencia y demás o fomentar las donaciones a través de incentivos tributarios. Correa sabe muy bien que un dólar de nuestros impuestos en manos de la Junta hace muchísimo más por los necesitados que en manos de algún funcionario de su Gobierno.
Correa dijo que “es insostenible que se dé por ley un monopolio para algo”. De acuerdo. Que sea coherente con sus palabras. Que acabe primero con los perjudiciales monopolios estatales. Que ponga al IESS a competir con sistemas privados de seguridad social. ¿O sí valen los monopolios cuando el Gobierno necesita utilizar nuestros fondos? Y que nos permita a los individuos y empresas escoger si entregamos parte de nuestros impuestos al Estado central o a instituciones como la Junta de Beneficencia.
El futuro de la Junta no puede depender de fondos o asignaciones del presupuesto del Estado. Tarde o temprano eso significaría pedir caridad en Carondelet y estar en manos de intereses políticos. La Junta solo puede estar en manos de ciudadanos libres.
Apoyar a la Junta es apoyar a los ecuatorianos más necesitados. Si Correa realmente entiende esto, sabrá hacer lo correcto.
jueves, agosto 19, 2010
¿Descanso?
¿Pueden sentirlo? Es un agradable silencio venido de Carondelet. Rafael Correa se fue de vacaciones. Podemos descansar unos días.
La omnipresencia de Correa es sorprendente. Parece abarcarlo todo, estar en todos lados, opinar y decidir sobre todo, monopolizar la imagen y voz del Gobierno. Invade nuestras vidas. Si el buen gobierno es el que no se siente, el que pasa desapercibido, algo anda mal por aquí.
Correa no es el primero. No inventó este presidencialismo abrumador que parece gustar tanto a los ecuatorianos. Pero lo ha llevado a nuevos extremos, con la ayuda de nuestra plata que acaba en propaganda, cadenas nacionales y sábados de enlace.
Carlos Vera, quien ahora impulsa la revocatoria del mandato presidencial, dijo que Correa “no es el Presidente, es el dictador y ejerce como ‘yo supremo’”. Sobre todo en lo último estoy de acuerdo. ¿Acaso podemos imaginar que la Asamblea, Fiscalía, Consejo de Participación Ciudadana u otras instancias públicas supuestamente independientes estén libres de la injerencia de Correa o su equipo cercano? Sea percepción o realidad, el hecho es que Correa –no la prensa, ni la oposición– se ha creado una imagen tan poderosa que no podemos imaginar una instancia del Gobierno o sector público en la que no se entrometa.
Correa ha perdido la oportunidad de institucionalizar este país al caer en el mismo excesivo personalismo en el que cayeron varios de sus antecesores. El Gobierno es Correa. El Estado es Correa. El partido es Correa. Así, pierde la oportunidad de formar un partido con representantes con voz e identidad propias. Correa, como sus maestros caribeños, parece creer que todo empieza y termina en él. Mientras él esté, el Estado, el Gobierno y el partido estarán bien y no necesitarán de otros.
Partidos como la Izquierda Democrática, Social Cristiano y Roldosista, que alguna vez tuvieron el poder, cayeron en el mismo error. Dependieron de una figura fuerte. No les interesó formar un verdadero partido con bases sólidas y nuevos líderes. Y el país paga hoy las consecuencias al tener tantos políticos improvisados.
En épocas no muy lejanas, cuando Correa sonaba más idealista y menos preocupado con acaparar el poder, hablaba del voto por distritos. Era una oportunidad para generar verdadera representatividad. Para que podamos votar por nuestro asambleísta, uno solo, que nos rinda cuentas. Pero en el camino Correa debió entender que el voto en plancha solo es malo cuando se está en minoría y oposición. Pero es muy bueno cuando se está en mayoría y en el poder. Así, continuamos votando por ilustres desconocidos que a nadie representan, pero que sirven de coro para fortalecer un proyecto político personal.
Si las cosas van bien, todo el crédito será para Correa. Pero si hay inseguridad, corrupción, desempleo, más pobreza, o cualquier malestar general, Correa cargará la culpa. Se podrá argumentar –con razón– que Correa no es responsable de todo lo que pasa en el país. Pero al convertirse en este ser omnipresente y con poder total, Correa es el único responsable de que se le atribuya todo lo malo que aquí pase.
Pensándolo bien, en realidad Correa no se ha ido.
jueves, agosto 12, 2010
El Power Point aguanta todo
Debe existir una relación inversa entre la extensión de los discursos de un gobernante y su capacidad para gobernar. Mientras más hablan, menos hacen por su país. Fidel Castro y Hugo Chávez, maestros en el tercermundista arte de hablar por horas y horas, son pruebas claras de ello.
Este martes, Rafael Correa se les acercó, incorporando su propio estilo de socialista multimedia. Durante más de tres horas monopolizó las televisiones ecuatorianas. Como si tanta publicidad y cadenas nacionales no fueran suficiente, Correa se fue de largo pintando un maravilloso país que la mayoría de ecuatorianos no podemos encontrar. Es como en los exámenes del colegio, cuando uno no tiene la respuesta correcta, se inventa páginas enteras.
Entre sus logros mencionó el importante aumento de la inversión pública alcanzado en su gobierno. Según Correa, todos esos fondos vienen de las “manos limpias, las mentes lúcidas y los corazones ardientes con que ahora se maneja la plata”. Es una forma poética, pero poco realista de ponerlo. Más bien podemos decir que esa plata vino a pesar de las manos, mentes y corazones que hoy se encargan de gastarla; gracias a un alto precio del petróleo inicialmente, y luego a costosos préstamos chinos, a nuestros ahorros del IESS tomados sin nuestro permiso, entre otras fuentes.
No faltaron sus ya recurrentes advertencias sobre siniestros planes desestabilizadores y conspiradores de la oposición. Ahora les tocó a los banqueros ser el Darth Vader de esta revolución. “No les extrañe que desesperadamente los poderes fácticos, sobre todo el poder financiero,… trate de desestabilizar al Gobierno de aquí a octubre…”, dijo el Presidente sacando pecho con su banda presidencial (las monjas carmelitas finalmente se han tomado un descanso tras confeccionarlas año a año).
Habló también del desempleo, pintando un Ecuador tan imaginario como la línea que da su nombre. Dijo que nuestra tasa de desempleo es menor al promedio de América Latina e incluso de países desarrollados. Lo que no dijo fue que solo una minoría de ecuatorianos tiene empleo de verdad, con un sueldo mensual y afiliación a la seguridad social. La gran mayoría sobrevive con las justas en el subempleo.
Indicó que siente cada día la angustia de lo que le falta por hacer. Que por eso quisiera llamar a este informe “lo que nos falta por hacer es mucho más de lo que ya hemos hecho”. Y así, dejó su mensaje favorito: el de mirar al futuro, a sus promesas, a los sueños, ignorando la realidad del presente. Pero esta vez, él ya es en gran parte responsable de lo que vivimos este presente. Ya son más de tres años en los que, salvo en los gráficos de su Power Point, la situación del país no ha mejorado. Como dice Correa, “prohibido olvidar”. No podemos olvidar esta presidencia que confunde gobernar con dedicarse a hacer campaña y propaganda.
Al menos esta vez, cerró su largo discurso con un mensaje de unidad. “Es momento de la reconciliación nacional”, dijo el presidente Correa antes de salir de vacaciones (¡nos las merecemos!).
Largo discurso con pocos resultados que mostrar después de un primer año de gobierno que ha durado casi cuatro. El Power Point aguanta todo. El país no.
Este martes, Rafael Correa se les acercó, incorporando su propio estilo de socialista multimedia. Durante más de tres horas monopolizó las televisiones ecuatorianas. Como si tanta publicidad y cadenas nacionales no fueran suficiente, Correa se fue de largo pintando un maravilloso país que la mayoría de ecuatorianos no podemos encontrar. Es como en los exámenes del colegio, cuando uno no tiene la respuesta correcta, se inventa páginas enteras.
Entre sus logros mencionó el importante aumento de la inversión pública alcanzado en su gobierno. Según Correa, todos esos fondos vienen de las “manos limpias, las mentes lúcidas y los corazones ardientes con que ahora se maneja la plata”. Es una forma poética, pero poco realista de ponerlo. Más bien podemos decir que esa plata vino a pesar de las manos, mentes y corazones que hoy se encargan de gastarla; gracias a un alto precio del petróleo inicialmente, y luego a costosos préstamos chinos, a nuestros ahorros del IESS tomados sin nuestro permiso, entre otras fuentes.
No faltaron sus ya recurrentes advertencias sobre siniestros planes desestabilizadores y conspiradores de la oposición. Ahora les tocó a los banqueros ser el Darth Vader de esta revolución. “No les extrañe que desesperadamente los poderes fácticos, sobre todo el poder financiero,… trate de desestabilizar al Gobierno de aquí a octubre…”, dijo el Presidente sacando pecho con su banda presidencial (las monjas carmelitas finalmente se han tomado un descanso tras confeccionarlas año a año).
Habló también del desempleo, pintando un Ecuador tan imaginario como la línea que da su nombre. Dijo que nuestra tasa de desempleo es menor al promedio de América Latina e incluso de países desarrollados. Lo que no dijo fue que solo una minoría de ecuatorianos tiene empleo de verdad, con un sueldo mensual y afiliación a la seguridad social. La gran mayoría sobrevive con las justas en el subempleo.
Indicó que siente cada día la angustia de lo que le falta por hacer. Que por eso quisiera llamar a este informe “lo que nos falta por hacer es mucho más de lo que ya hemos hecho”. Y así, dejó su mensaje favorito: el de mirar al futuro, a sus promesas, a los sueños, ignorando la realidad del presente. Pero esta vez, él ya es en gran parte responsable de lo que vivimos este presente. Ya son más de tres años en los que, salvo en los gráficos de su Power Point, la situación del país no ha mejorado. Como dice Correa, “prohibido olvidar”. No podemos olvidar esta presidencia que confunde gobernar con dedicarse a hacer campaña y propaganda.
Al menos esta vez, cerró su largo discurso con un mensaje de unidad. “Es momento de la reconciliación nacional”, dijo el presidente Correa antes de salir de vacaciones (¡nos las merecemos!).
Largo discurso con pocos resultados que mostrar después de un primer año de gobierno que ha durado casi cuatro. El Power Point aguanta todo. El país no.
miércoles, agosto 11, 2010
Revista la U. - Agosto 2010
Ya está circulando la U. de agosto en tu universidad!!!
Para pautar en revista la U. escribe a revistalau@yahoo.com. Envíanos tus artículos, fotos, ideas o comentarios a revistalau@yahoo.com.
Para pautar en revista la U. escribe a revistalau@yahoo.com. Envíanos tus artículos, fotos, ideas o comentarios a revistalau@yahoo.com.
jueves, agosto 05, 2010
¿Twitteando al coro?
Después de darle vueltas al asunto, me abrí una cuenta en Twitter. La idea de mandar mensajitos al mundo de hasta 140 caracteres no me convencía mucho. Pero me animé. Ha pasado una semana y no se me ocurre qué escribir.
Pero sí he podido leer lo que otros escriben. Ideas, pensamientos, reflexiones o simples acciones cotidianas. Mientras leía varios comentarios de las personas que sigo, me di cuenta de algo. En Twitter, como sucede en otros espacios de nuestras vidas, tendemos a escuchar o leer a quienes piensan como nosotros y a bloquear al resto.
La mayoría de conversaciones o foros en Twitter parecerían darse entre personas que piensan igual. Más que debatir y encontrarse pensamientos y puntos de vista diversos, se refuerzan ideas y posturas similares. “Predicando al coro”, como dirían los gringos.
Con los medios de comunicación masivos pasa igual. Tendemos a leer, ver y escuchar en los medios a aquellos periodistas y comentaristas con los que estamos de acuerdo. Preferimos reforzar nuestras ideas y creencias antes que tener que defenderlas ante quienes piensan distinto.
El futuro de los medios apunta en esa dirección, con noticiarios cada vez más segmentados y dirigidos a grupos específicos. Estados Unidos ya lo vive hoy. Liberales leyendo la prensa liberal. Conservadores hipnotizados con los comentaristas del canal Fox. En internet se da una división aun más marcada, en la que cada quien lee las noticias de su tendencia política.
Resultado: mientras aumenta el número de medios de comunicación, blogs, páginas webs y foros virtuales que nos permiten entrar en contacto con otras personas, en lugar de conocer otros puntos de vista, más nos aislamos entre similares. Así, no llegamos a entender por qué otros piensan lo que piensan. Nos cerramos a las ideas de nuestro grupo.
Por eso, me gusta escuchar programas de radio que tienen el acierto de meter en la misma cabina a personas que piensan muy distinto. Asambleístas de Alianza PAIS conversan y debaten con los de Madera de Guerrero. Analistas políticos de derecha cruzan ideas con los de izquierda. Ahí he descubierto por ejemplo, que Paco Velasco no es tan radical ni Cynthia Viteri tan conservadora. Que entre aparentes polos opuestos existen ideas y propuestas en común.
Lo triste es ver que en la Asamblea se radicalizan las posturas. Más allá de ideas compartidas entre bancadas opuestas, cada quien se cierra en lo suyo. PAIS quiere imponer una mayoría que ya no tiene. Y, como ocurrió la semana pasada, pasa sus leyes sin cambiarle ni un punto y coma recurriendo a artimañas partidocráticas. Por su lado, la oposición se opone a todo. Lo importante se vuelve bloquear todas las leyes, aunque estén parcialmente de acuerdo con ellas.
Ahora que el país vivirá unos días de paz y tranquilidad sin los insultos y omnipresencia de Correa que sale de vacaciones, nuestros asambleístas podrían aprovechar para conversar con calma y sin presiones, ponerse de acuerdo y avanzar con leyes bien elaboradas.
No somos tan distintos como creemos. Basta sentarse a conversar, intercambiar ideas, encontrar puntos comunes. Conocernos mejor. Los prejuicios caen. Surgen coincidencias. Y eso, en estos momentos políticos ayudaría mucho.
Tal vez ponga eso en Twitter.
Pero sí he podido leer lo que otros escriben. Ideas, pensamientos, reflexiones o simples acciones cotidianas. Mientras leía varios comentarios de las personas que sigo, me di cuenta de algo. En Twitter, como sucede en otros espacios de nuestras vidas, tendemos a escuchar o leer a quienes piensan como nosotros y a bloquear al resto.
La mayoría de conversaciones o foros en Twitter parecerían darse entre personas que piensan igual. Más que debatir y encontrarse pensamientos y puntos de vista diversos, se refuerzan ideas y posturas similares. “Predicando al coro”, como dirían los gringos.
Con los medios de comunicación masivos pasa igual. Tendemos a leer, ver y escuchar en los medios a aquellos periodistas y comentaristas con los que estamos de acuerdo. Preferimos reforzar nuestras ideas y creencias antes que tener que defenderlas ante quienes piensan distinto.
El futuro de los medios apunta en esa dirección, con noticiarios cada vez más segmentados y dirigidos a grupos específicos. Estados Unidos ya lo vive hoy. Liberales leyendo la prensa liberal. Conservadores hipnotizados con los comentaristas del canal Fox. En internet se da una división aun más marcada, en la que cada quien lee las noticias de su tendencia política.
Resultado: mientras aumenta el número de medios de comunicación, blogs, páginas webs y foros virtuales que nos permiten entrar en contacto con otras personas, en lugar de conocer otros puntos de vista, más nos aislamos entre similares. Así, no llegamos a entender por qué otros piensan lo que piensan. Nos cerramos a las ideas de nuestro grupo.
Por eso, me gusta escuchar programas de radio que tienen el acierto de meter en la misma cabina a personas que piensan muy distinto. Asambleístas de Alianza PAIS conversan y debaten con los de Madera de Guerrero. Analistas políticos de derecha cruzan ideas con los de izquierda. Ahí he descubierto por ejemplo, que Paco Velasco no es tan radical ni Cynthia Viteri tan conservadora. Que entre aparentes polos opuestos existen ideas y propuestas en común.
Lo triste es ver que en la Asamblea se radicalizan las posturas. Más allá de ideas compartidas entre bancadas opuestas, cada quien se cierra en lo suyo. PAIS quiere imponer una mayoría que ya no tiene. Y, como ocurrió la semana pasada, pasa sus leyes sin cambiarle ni un punto y coma recurriendo a artimañas partidocráticas. Por su lado, la oposición se opone a todo. Lo importante se vuelve bloquear todas las leyes, aunque estén parcialmente de acuerdo con ellas.
Ahora que el país vivirá unos días de paz y tranquilidad sin los insultos y omnipresencia de Correa que sale de vacaciones, nuestros asambleístas podrían aprovechar para conversar con calma y sin presiones, ponerse de acuerdo y avanzar con leyes bien elaboradas.
No somos tan distintos como creemos. Basta sentarse a conversar, intercambiar ideas, encontrar puntos comunes. Conocernos mejor. Los prejuicios caen. Surgen coincidencias. Y eso, en estos momentos políticos ayudaría mucho.
Tal vez ponga eso en Twitter.
jueves, julio 29, 2010
¿Nuevas elecciones?, no gracias
“Si es muy machito que firme el decreto para la muerte cruzada este 10 de agosto”, dice Cynthia Viteri. “Déjense de bravuconadas y vamos a la muerte cruzada”, exclama Lucio Gutiérrez. Seguro de su reelección, Rafael Correa reta a la oposición: “…no le tenemos miedo, los que deben tener miedo son ellos… si es necesario llamaremos a la muerte cruzada…”.
¿Se vienen nuevas elecciones? No extrañaría con Correa. Como Chávez y sus similares populistas, necesitan campañas electorales seguidas que fortalezcan su popularidad y escondan sus fracasos.
La vergonzosa actitud de los asambleístas gobiernistas el domingo pasado pareció estar ligada a la amenaza de una muerte cruzada. Como si temiendo perder su puesto y su sueldo, prefirieron agachar la cabeza y obedecer las órdenes de los emisarios de Correa. Al permitir que se apruebe la reforma petrolera de Correa sin discusión ni votos, la Asamblea pasó a ser oficialmente una extensión de Carondelet. La división de poderes a la basura.
El Presidente tiene el derecho a empujar sus leyes y buscar el voto de sus asambleístas. Pero cruzó la línea, recurriendo a las típicas mañas políticas que tanto critica. Correa ganó las elecciones prometiendo una transformación ética del país. Prometió enterrar las prácticas de la partidocracia. ¿Dónde quedaron las manos limpias? Tal parece que más importante era poder entregar los contratos petroleros a los amigos bolivarianos.
¿Y dónde están los asambleístas de Alianza PAIS que alguna vez demostraron independencia? ¿Con qué cara siguen siendo parte de un proyecto que dejó de ser nacional para convertirse en algo personal?
Esta la ganó Correa. Pasó su ley. Perdió la Asamblea. Perdió el país. Pero los asambleístas gobiernistas pueden reaccionar y oponerse a otras peligrosas leyes. ¿Le convendrá entonces a Correa llamar a nuevas elecciones? Es verdad que casi seguro sería reelegido ante la ausencia de un opositor fuerte. Pero no sucedería lo mismo con sus asambleístas. Se han desprestigiado. Y Alianza PAIS podría ceder escaños a la oposición.
Tendríamos entonces a un Correa reelegido y fortalecido por el empuje de una nueva campaña electoral. Y a una oposición con más votos y fuerza en la Asamblea.
Aunque fiel a su espíritu autoritario, Correa ha amenazado con saltarse a la Asamblea y gobernar “directamente con el pueblo con consultas populares”, no parece convenirle una muerte cruzada en este panorama. Le guste o no, necesita su mayoría de asambleístas.
Al resto de ecuatorianos tampoco nos conviene pasar por nuevas elecciones. Costaría millones de dólares que no tenemos. Si bien abre la posibilidad de una oposición más fuerte en la Asamblea con capacidad de fiscalizar a este Gobierno, Correa también saldría fortalecido de una campaña electoral. Y podría ahora echarle el muerto de sus fracasos a la Asamblea opositora.
Prefiero que Correa termine sus cuatro años sin elecciones de por medio. Que el país se ahorre la plata, la molestia y el lavado de cerebros de una nueva campaña. Que los asambleístas de PAIS poco a poco recuperen su dignidad y voten por nuestro bienestar, no por lo que dicten los emisarios presidenciales. Y que en las próximas elecciones, ante la evidente oscura realidad, el país, ahora sí, vote por un cambio de verdad.
¿Se vienen nuevas elecciones? No extrañaría con Correa. Como Chávez y sus similares populistas, necesitan campañas electorales seguidas que fortalezcan su popularidad y escondan sus fracasos.
La vergonzosa actitud de los asambleístas gobiernistas el domingo pasado pareció estar ligada a la amenaza de una muerte cruzada. Como si temiendo perder su puesto y su sueldo, prefirieron agachar la cabeza y obedecer las órdenes de los emisarios de Correa. Al permitir que se apruebe la reforma petrolera de Correa sin discusión ni votos, la Asamblea pasó a ser oficialmente una extensión de Carondelet. La división de poderes a la basura.
El Presidente tiene el derecho a empujar sus leyes y buscar el voto de sus asambleístas. Pero cruzó la línea, recurriendo a las típicas mañas políticas que tanto critica. Correa ganó las elecciones prometiendo una transformación ética del país. Prometió enterrar las prácticas de la partidocracia. ¿Dónde quedaron las manos limpias? Tal parece que más importante era poder entregar los contratos petroleros a los amigos bolivarianos.
¿Y dónde están los asambleístas de Alianza PAIS que alguna vez demostraron independencia? ¿Con qué cara siguen siendo parte de un proyecto que dejó de ser nacional para convertirse en algo personal?
Esta la ganó Correa. Pasó su ley. Perdió la Asamblea. Perdió el país. Pero los asambleístas gobiernistas pueden reaccionar y oponerse a otras peligrosas leyes. ¿Le convendrá entonces a Correa llamar a nuevas elecciones? Es verdad que casi seguro sería reelegido ante la ausencia de un opositor fuerte. Pero no sucedería lo mismo con sus asambleístas. Se han desprestigiado. Y Alianza PAIS podría ceder escaños a la oposición.
Tendríamos entonces a un Correa reelegido y fortalecido por el empuje de una nueva campaña electoral. Y a una oposición con más votos y fuerza en la Asamblea.
Aunque fiel a su espíritu autoritario, Correa ha amenazado con saltarse a la Asamblea y gobernar “directamente con el pueblo con consultas populares”, no parece convenirle una muerte cruzada en este panorama. Le guste o no, necesita su mayoría de asambleístas.
Al resto de ecuatorianos tampoco nos conviene pasar por nuevas elecciones. Costaría millones de dólares que no tenemos. Si bien abre la posibilidad de una oposición más fuerte en la Asamblea con capacidad de fiscalizar a este Gobierno, Correa también saldría fortalecido de una campaña electoral. Y podría ahora echarle el muerto de sus fracasos a la Asamblea opositora.
Prefiero que Correa termine sus cuatro años sin elecciones de por medio. Que el país se ahorre la plata, la molestia y el lavado de cerebros de una nueva campaña. Que los asambleístas de PAIS poco a poco recuperen su dignidad y voten por nuestro bienestar, no por lo que dicten los emisarios presidenciales. Y que en las próximas elecciones, ante la evidente oscura realidad, el país, ahora sí, vote por un cambio de verdad.
jueves, julio 22, 2010
Educación libre
Para Rafael Correa las universidades son fundamentales. Dijo hace poco que la Ley de Educación Superior es “esencial para consolidar y profundizar la Revolución Ciudadana”. Correa busca controlar a las universidades para que se alineen al plan nacional de desarrollo de su Gobierno.
Pero ¿sabe el Gobierno mejor que cada estudiante lo que este debe estudiar y mejor que cada universidad lo que esta debe enseñar?
Hace poco me crucé con un dato interesante: “Los diez trabajos con mayor demanda en el 2010 no existían en el 2004. Los universitarios de hoy se están preparando para trabajos que todavía no existen, usando tecnologías que no han sido inventadas para resolver problemas que hoy ni siquiera podemos identificar”. Por eso, hoy más que nunca, la universidad debe enseñar a pensar, analizar, generar ideas y adaptarse a nuevos entornos. Lástima que con su nueva ley, el Gobierno pretenda limitar la libertad, y en consecuencia, el desarrollo de nuestras universidades.
Más de una vez, Correa ha mencionado a las universidades gringas como ejemplo a seguir. No entiendo entonces por qué restringe justamente aquello que hace exitosas a estas universidades: su libertad.
En el proyecto de Ley de Educación Superior el Estado se entromete hasta en las universidades privadas. Limita, por ejemplo, el periodo de sus rectores a máximo 10 años. Entiendo que se ponga límites en las universidades públicas, financiadas con plata de todos. Pero exigir esto en las privadas es una violación a su independencia y legítimo derecho a manejarse como crean conveniente.
Además, la elección de estos rectores debe darse de manera profesional, no política. Pero acá se pone a los estudiantes a votar. Más allá de su interés en tener una educación de calidad, los estudiantes, al estar de paso en sus universidades, votarán por ofertas de corto plazo. Y los rectores, en lugar de trabajar para fortalecer la institución, deben atender exigencias inmediatas que ganen votos. La votación de estudiantes transforma las universidades en entes políticos y clientelares.
A Correa le preocupa subsidiar universidades que gradúan desempleados al ofrecer demasiadas carreras sin suficientes plazas de trabajo. Es una preocupación legítima. Pero, ¿no sería mejor preocuparse por generar más trabajos? La solución no va por impedir que cada estudiante siga la carrera que quiera o que cada universidad la ofrezca. Si el Gobierno busca desarrollar carreras que ve necesarias para el progreso del país, puede dar estímulos a las universidades que inicien estas carreras y a los estudiantes que entren en ellas.
Nuestras universidades tienen grandes falencias. Deben mejorar. Y mucho. Pero no lo harán porque una ley así lo exija, o porque el Presidente se ponga bravo. Como en otros campos, las mejoras no vendrán con mayores restricciones e imposiciones, sino lo contrario.
El Gobierno puede impulsar a las universidades, públicas y privadas, a través de más estímulos fiscales, concursos para ganar fondos públicos, asignación de más becas, incentivos a la investigación e innovación. El Gobierno solo empeora las cosas al limitar la libertad de las universidades con un grupo de nuevos burócratas dedicados a controlarlas en exceso.
También en la educación, el mercado y la competencia son mejores motores que el Estado.
Pero ¿sabe el Gobierno mejor que cada estudiante lo que este debe estudiar y mejor que cada universidad lo que esta debe enseñar?
Hace poco me crucé con un dato interesante: “Los diez trabajos con mayor demanda en el 2010 no existían en el 2004. Los universitarios de hoy se están preparando para trabajos que todavía no existen, usando tecnologías que no han sido inventadas para resolver problemas que hoy ni siquiera podemos identificar”. Por eso, hoy más que nunca, la universidad debe enseñar a pensar, analizar, generar ideas y adaptarse a nuevos entornos. Lástima que con su nueva ley, el Gobierno pretenda limitar la libertad, y en consecuencia, el desarrollo de nuestras universidades.
Más de una vez, Correa ha mencionado a las universidades gringas como ejemplo a seguir. No entiendo entonces por qué restringe justamente aquello que hace exitosas a estas universidades: su libertad.
En el proyecto de Ley de Educación Superior el Estado se entromete hasta en las universidades privadas. Limita, por ejemplo, el periodo de sus rectores a máximo 10 años. Entiendo que se ponga límites en las universidades públicas, financiadas con plata de todos. Pero exigir esto en las privadas es una violación a su independencia y legítimo derecho a manejarse como crean conveniente.
Además, la elección de estos rectores debe darse de manera profesional, no política. Pero acá se pone a los estudiantes a votar. Más allá de su interés en tener una educación de calidad, los estudiantes, al estar de paso en sus universidades, votarán por ofertas de corto plazo. Y los rectores, en lugar de trabajar para fortalecer la institución, deben atender exigencias inmediatas que ganen votos. La votación de estudiantes transforma las universidades en entes políticos y clientelares.
A Correa le preocupa subsidiar universidades que gradúan desempleados al ofrecer demasiadas carreras sin suficientes plazas de trabajo. Es una preocupación legítima. Pero, ¿no sería mejor preocuparse por generar más trabajos? La solución no va por impedir que cada estudiante siga la carrera que quiera o que cada universidad la ofrezca. Si el Gobierno busca desarrollar carreras que ve necesarias para el progreso del país, puede dar estímulos a las universidades que inicien estas carreras y a los estudiantes que entren en ellas.
Nuestras universidades tienen grandes falencias. Deben mejorar. Y mucho. Pero no lo harán porque una ley así lo exija, o porque el Presidente se ponga bravo. Como en otros campos, las mejoras no vendrán con mayores restricciones e imposiciones, sino lo contrario.
El Gobierno puede impulsar a las universidades, públicas y privadas, a través de más estímulos fiscales, concursos para ganar fondos públicos, asignación de más becas, incentivos a la investigación e innovación. El Gobierno solo empeora las cosas al limitar la libertad de las universidades con un grupo de nuevos burócratas dedicados a controlarlas en exceso.
También en la educación, el mercado y la competencia son mejores motores que el Estado.
jueves, julio 15, 2010
Esperanza en España
Mientras España entera celebraba en sus calles el Campeonato Mundial de Fútbol, un avión con siete cubanos aterrizaba en el aeropuerto de Madrid. España era una fiesta, inundada de banderas, canciones y lágrimas de alegría. Y también era una promesa de libertad hecha realidad para quienes la habían perdido en manos del terrible dictador cubano. Doble razón para celebrar.
Por el lado del fútbol, la celebración es total. España dio lección de fútbol, garra y espíritu deportivo. Ganó a lo grande. De forma limpia frente a un agresivo rival. Nos emocionó. Hoy el mundo la celebra. Su misión está cumplida.
Por el lado político, la celebración es solo a medias. Los ex presos cubanos inician una nueva etapa de libertad en sus vidas. Pero deben hacerlo lejos de su país. Su liberación ha sido también su deportación. Como dijo Ricardo González, uno de los presos de conciencia, “El exilio para nosotros es la prolongación de la lucha.”
Son 75 presos de conciencia capturados en el 2003. Presos por sus ideas. Por sus posturas políticas. Por “atentar contra la soberanía” del Estado socialista. ¿Nos suena conocido eso? Condenados a penas de hasta 28 años de cárcel. Siete de ellos ya están libres. El resto serán liberados pronto, según el compromiso del gobierno cubano. Pero faltan los 11 millones de cubanos que viven presos en su propio país.
Dos hombres han tenido que ver mucho con este feliz momento: Orlando Zapata y Guillermo Fariñas.
Zapata murió en febrero de este año en su cárcel cubana luego de una huelga de hambre de 86 días. Su muerte no fue en vano. El mundo entero rechazó los atropellos de la dictadura de los Castro. La Unión Europea aprobó una resolución que “condena enérgicamente la muerte evitable y cruel”, de Zapata, e hizo un llamado a la “liberación inmediata e incondicional de todos los presos políticos”. Pero no faltó algún gobernante latinoamericano que en lugar de rechazo dio su apoyo al régimen cubano. “El propio Raúl Castro me informó que Zapata no era un preso político sino un delincuente, acusado de varios delitos. Y se hace una propaganda inmensa con la muerte de un disidente preso”, dijo el gobernante que conocemos bien. El mismo que alguna vez lanzó aquella barbaridad de que Cuba “tiene su forma de democracia”.
Fariñas acaba de abandonar una huelga de hambre de 135 días por la liberación de los presos políticos. Su estado aún es crítico. Su rostro cansado y ojos hundidos delatan los extremos a los que podemos llegar por la causa de la libertad.
Nueva era para el fútbol español. Era de gloria. ¿Estaremos finalmente también ante una nueva era para Cuba? Mientras España celebra sus goles, nos gustaría pensar que Cuba celebrará su libertad, de la mano de toda una América Latina que rechace para siempre a sus aspirantes locales a Fidel.
Yoani Sánchez, la valiente bloguera cubana, escribe: “Ni un Jumbo alcanzaría para trasladar a aquellos que potencialmente tienen el riesgo de ir a prisión por sus ideas y por su accionar cívico… Pero resulta que muchos no queremos irnos… ¿No sería mejor que se los llevaran en ese avión a ‘ellos’?”.
Por el lado del fútbol, la celebración es total. España dio lección de fútbol, garra y espíritu deportivo. Ganó a lo grande. De forma limpia frente a un agresivo rival. Nos emocionó. Hoy el mundo la celebra. Su misión está cumplida.
Por el lado político, la celebración es solo a medias. Los ex presos cubanos inician una nueva etapa de libertad en sus vidas. Pero deben hacerlo lejos de su país. Su liberación ha sido también su deportación. Como dijo Ricardo González, uno de los presos de conciencia, “El exilio para nosotros es la prolongación de la lucha.”
Son 75 presos de conciencia capturados en el 2003. Presos por sus ideas. Por sus posturas políticas. Por “atentar contra la soberanía” del Estado socialista. ¿Nos suena conocido eso? Condenados a penas de hasta 28 años de cárcel. Siete de ellos ya están libres. El resto serán liberados pronto, según el compromiso del gobierno cubano. Pero faltan los 11 millones de cubanos que viven presos en su propio país.
Dos hombres han tenido que ver mucho con este feliz momento: Orlando Zapata y Guillermo Fariñas.
Zapata murió en febrero de este año en su cárcel cubana luego de una huelga de hambre de 86 días. Su muerte no fue en vano. El mundo entero rechazó los atropellos de la dictadura de los Castro. La Unión Europea aprobó una resolución que “condena enérgicamente la muerte evitable y cruel”, de Zapata, e hizo un llamado a la “liberación inmediata e incondicional de todos los presos políticos”. Pero no faltó algún gobernante latinoamericano que en lugar de rechazo dio su apoyo al régimen cubano. “El propio Raúl Castro me informó que Zapata no era un preso político sino un delincuente, acusado de varios delitos. Y se hace una propaganda inmensa con la muerte de un disidente preso”, dijo el gobernante que conocemos bien. El mismo que alguna vez lanzó aquella barbaridad de que Cuba “tiene su forma de democracia”.
Fariñas acaba de abandonar una huelga de hambre de 135 días por la liberación de los presos políticos. Su estado aún es crítico. Su rostro cansado y ojos hundidos delatan los extremos a los que podemos llegar por la causa de la libertad.
Nueva era para el fútbol español. Era de gloria. ¿Estaremos finalmente también ante una nueva era para Cuba? Mientras España celebra sus goles, nos gustaría pensar que Cuba celebrará su libertad, de la mano de toda una América Latina que rechace para siempre a sus aspirantes locales a Fidel.
Yoani Sánchez, la valiente bloguera cubana, escribe: “Ni un Jumbo alcanzaría para trasladar a aquellos que potencialmente tienen el riesgo de ir a prisión por sus ideas y por su accionar cívico… Pero resulta que muchos no queremos irnos… ¿No sería mejor que se los llevaran en ese avión a ‘ellos’?”.
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