Llegó en medio de una paranoia colectiva. El Y2K iba a poner al mundo patas arriba. Afortunadamente nada ocurrió. Comenzó sin contratiempos, entre fiestas con sabor a nuevos tiempos, esta primera década del siglo 21, de este nuevo milenio con sensación a futuro. Década tecnológica. Década esperanzadora.
Pero en poco tiempo, la paranoia inventada dio pasó al miedo real. La década, el siglo, el milenio, se estrenaban entre ataques terroristas de magnitudes que no imaginábamos. Nueva York, Washington, luego Madrid y Londres, y junto a ellos el mundo entero, lloraron las muertes provocadas por estúpidos fanatismos. Que siguen latentes. Que siguen regando miedo entre inocentes. Década terrorista. Década macabra.
Estados Unidos, líder de la escena mundial, será parte importante de nuestros recuerdos de esta primera década. Recordaremos las aterradoras imágenes de las torres gemelas cayendo y las terribles guerras de Bush. Pero seguramente, cuando pase el tiempo, más que el terrorismo y la guerra, quedará en nuestra memoria la imagen de Obama en la Casa Blanca, con su inmenso significado de cambio. Década de oportunidades. Década de expectativas.
En la política sudamericana esta fue la década del retorno a las más retrógradas políticas comunistas y estatistas. Si bien varios países, como Chile, Brasil, Perú, Colombia, avanzaron silenciosa y prudentemente con una línea pragmática y democrática; seguramente recordaremos más los abusos, exabruptos e incompetencia del escandaloso de Chávez y sus pupilos en la región. Década de estupidez. Década populista. Década de retroceso.
En la política ecuatoriana empezamos la década con la caída de un gobierno y un desastre financiero. Y terminamos la década con un Gobierno que acapara todo el poder, que no cree en la libertad individual y que se empeña en caminar para atrás. Vimos desfilar en esta primera década a cinco presidentes por los pasillos de Carondelet. Crisis bancaria, dolarización, dictócrata, forajidos, Asamblea Constituyente, demasiadas elecciones, hasta llegar a su majestad presidencial. Década políticamente triste, destructiva. Década corrupta, autoritaria, estancada. Década perdida.
Pero esta década trajo también los mayores triunfos y alegrías a nuestro país. Logramos lo que por varias décadas creímos imposible. Llegamos no una, sino dos veces, al mundial de fútbol. Los jugadores en la cancha nos enseñaron que aunque seamos un país pequeño podemos hacer cosas grandes, cuando nos esforzamos y trabajamos en equipo. Que es nuestro esfuerzo personal, no lo que prometan o hagan los gobiernos, lo que nos lleva lejos como individuos y país. Década de gol. Década de logros. Década de sí se puede.
Hoy terminamos esta primera década del siglo 21. ¿Cómo la recordaremos? ¿Miraremos atrás con tristeza una década perdida, violenta, retrógrada? ¿O pasará el tiempo y recordaremos de esta década sus avances tecnológicos, sus cambios, su esperanza, sus triunfos?
El tiempo lo dirá. Cada quien tendrá historias que festejar o lamentar de esta primera década que a media noche se va.
Se apagará la década entre fuegos artificiales, año viejo, brindis, bailes, juma y chuchaqui. Y mañana mismo, con el nuevo año, renacerá lo importante. Las ganas y la decisión de ser mejores y hacerlo mejor. Y la esperanza de que esta nueva década no nos defraude. Que sea memorable.
1 comentario:
Peores décadas han habido. Mejores también. Nos queda el mediocre consuelo que, al menos en estos diez años que acaban de pasar como pasa un avión, no aconteció la tan anunciada, la apocalíptica Tercera Guerra Mundial. Porque no hay nada más estúpido que ver humanos matándose los unos a los otros. El resto, todo lo demás, es "pasable".
Chévere tus artículos.
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