lunes, noviembre 23, 2009

Izquier, dos, tres, cuatro

No entiendo nuestras paradas militares. Entiendo, hasta cierto punto, que las grandes potencias del mundo saquen a sus soldados, tanques y aviones a desfilar en calles y cielos como una forma de impresionar e intimidar a países enemigos. Para decirles “vean todo lo que acá tenemos, mejor no se metan con nosotros”. Eso en algo lo puedo entender. ¿Pero nuestras paradas militares criollas?

Siento lástima por nuestros políticos y autoridades. Entre tantas conmemoraciones, homenajes, exaltaciones, y otros eventos protocolarios que deben soportar, lo peor son las paradas militares. Les toca aguantarse bajo el sol ardiente y en pleno feriado –porque las paradas militares siempre son en feriado para conmemorar alguna fecha en la que nuestros antepasados pelearon—el aburrido desfile.

Hoy es 9 de octubre. Independencia de Guayaquil. En un acto de masoquismo televisivo, estoy viendo el desfile militar. Autoridades y políticos sonríen, saludan, señalan aquí y allá. Y sudan a chorros, mientras nuestros soldados y tanques avanzan lentamente. Apuesto que preferirían estar en otro lugar.

En tantos años de vida republicana, no han encontrado todavía alguna actividad más entretenida y constructiva para celebrar las fiestas cívicas. Hay una falta de imaginación general. ¿Qué hacer para las fiestas de independencia? Que tal una parada militar. ¿Qué hacer para las fiestas de fundación? Que tal una paradita militar. ¿Qué hacer para celebrar el cumpleaños de nuestro querido presidente o dictador? Que tal llevarlo al medio día, con pleno sol canicular, a que sude bajo su saco y corbata durante un par de horas mientras mira a unos cuantos soldados y estudiantes cuadrársele en un acto de lambonería colectiva. Bastaría con enviarle una tarjetita de Hallmark.

Apoyo los fuegos artificiales. Son una buena manera de contagiar el ambiente de celebración a mucha gente. Bien por las tarimas con músicos invitados. Bailar y cantar siempre serán una buena forma de celebrar cualquier fiesta local o nacional. Bienvenidos los festivales artísticos, musicales y culturales. Eso sí es plata de todos bien invertida. ¿Pero soldados, fusiles y tanques avanzando por una avenida central? No gracias. Muchas necesidades y pobreza hay en nuestro país como para echarnos en cara toda la plata que se gastan nuestros gobiernos en juegos de guerra.

Lo militar está ahí, siempre listo para ponernos formales y robotizarnos un poco. Desde chiquitos nos lo meten en la cabeza. En las olimpiadas del colegio, el profesor de gimnasia convertía la fiesta deportiva en un evento de lo más serio y aburrido, haciéndonos marchar como soldados:

Izquier, dos, tres, cuatro.
Izquier, dos, tres cuatro.
Atención. Fiiir.
Deeescanso.
¡Para pato, un, dos!
¡Tres, cuatro!

Y así, marchábamos y sudábamos bajo el sol, con nuestros uniformes nuevecitos olorosos a poliéster. Esperando que todo acabe rápido para empezar a jugar. Solo la madrina y el que se prestaba para caballero –sudando más que todos dentro de su terno negro— se salvaban de marchar. El resto, como idiotas, rodillas arriba hasta que todos los cursos pasen saludando la mesa directiva y se coloquen en su lugar.

Alguien dijo que “la justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música.” La frase se aplicaría también para los desfiles y paradas militares como supuesta forma de celebración. Esto de botar la plata de nuestros impuestos en ejércitos sin enemigos ya de por sí molesta lo suficiente, como para también tener que aguatarnos en plena mañana de feriado, y en cadena nacional, el cuento de que no hay celebración más gloriosa que otra absurda parada militar.


* Publicado en revista SoHo de Noviembre/Diciembre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

las paradas militares como les dices son importantes no solo para el gobierno sino tambien paro los soldados y eso q dices de aguantar sol y eso pues es normal ya que los soldados entrenamos mucho y no nos despencamos al hacer este tipo d cosas no como tu q eres un civil