“¿Oye Lucas?”. “Dígame Licenciado”. “¡Licenciado!”. “¡Gracias, muchas gracias!”. Ese diálogo de locos, de los clásicos personajes Lucas y Chaparrón Bonaparte, de ‘Chespirito’, me vinieron a la memoria mientras veía en la tele al asambleísta Rolando Panchana dictando las nuevas reglas para el periodismo en el país. A Panchana, como al Chaparrón, le gusta mucho esto de los títulos.
Este Gobierno, a través de sus asambleístas Panchana, Carrillo y compañía, pretende imponer un absurdo. Con la nueva Ley de Comunicación, las direcciones editoriales y la elaboración de la noticia en los medios solo podrían estar a cargo de periodistas profesionales. Si no tienes tu título de periodista, ni te asomes por una sala de Redacción.
¿Dónde queda la libertad de los medios para contratar a quienes ellos consideren los mejores? El periodismo, como muchas otras actividades, más que un cartón colgado en la pared, requiere experiencia, inteligencia, cultura, y curiosidad. Abogados, economistas, artistas pueden ser grandes periodistas. Pero los asambleístas de PAIS pretenden imponer, exigir, obligar un título específico en una actividad cuya principal característica debería ser la libertad.
¿Serían mejores nuestros diarios si todos los que intervienen en la elaboración de noticias fueran periodistas profesionales? Posiblemente. Pero eso le corresponde al medio decidirlo, al igual que cualquier empresa tiene la libertad de escoger a su personal. Si tanto les gusta a estos asambleístas exigir títulos específicos, ¿no sería mejor que empiecen por ellos mismos, exigiéndose un título en Derecho para así presentar leyes con algo de conocimiento?
Entre tantos errores y horrores en la propuesta de Ley de Comunicación, esto de exigir títulos de periodista puede parecer secundario. Pero saca a la luz un tema de fondo: la obsesión de este Gobierno de intervenir y restringir todo, hasta lo más pequeño; y su creencia de que el Estado puede manejar y decidir las cosas mejor que los individuos. El Gobierno, a través de su obediente Asamblea, aplica recetas para el fracaso. Recetas para dedicarse a controlar y castigar, en lugar de incentivar.
Correa y sus asambleístas deben entender que nuestra libertad está por encima de cualquier intención de “mejorar” a la fuerza y con castigos el periodismo u otra actividad en el país. Siempre irán peor las cosas al tener a unos cuantos burócratas tomando decisiones por el resto.
Barack Obama dijo recientemente en China que “cuanto más libres son los flujos de información más se fortalece una sociedad, porque los ciudadanos de los países en todo el mundo pueden pedir cuentas a sus propios gobiernos… Esto hace a nuestra democracia más fuerte y a mí un mejor líder”.
¿Podemos soñar que Correa algún día pronuncie algo parecido? Nuestro Presidente, junto a sus amigos Hugo y Cristina, hacen todo lo contrario. No entienden el papel que juega la libertad de prensa en una democracia. O lo entienden bien, y por eso se encargan de callarla “legalmente” con estas leyes mordaza. Leyes destinadas a proteger al Gobierno frente a indefensos individuos, en lugar de defendernos a los individuos frente al poderoso Gobierno.
Esperamos asambleístas independientes que rechacen esta ley que castiga y limita a los medios de comunicación, en lugar de defender la libertad de expresión. ¿Existen esos asambleístas?
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