La reunión de Unasur en Quito esta semana no logró gran cosa. Se quedó estancada y cada uno se fue para su casa.
Pero al menos esta reunión nos trajo el mensaje de García. De Alan García. Un mensaje claro, al grano, que ojalá escuche más de un presidente de la región.
García envió una carta a los cancilleres reunidos, en la que básicamente decía que no podemos hablar de integración mientras nos seguimos armando hasta los dientes.
García propone que se hagan públicos los montos de los gastos militares de cada país. Que se transparente cuánta plata se va en mantenimiento de instalaciones militares, tropas y en nuevas compras. Esto es importante, según García, para “evitar la competencia armamentista, para profundizar la integración a través de la confianza y aplicar la mayor parte de nuestros recursos a la reducción de la pobreza y de la inmensa desigualdad entre los grupos sociales de nuestros países”.
Puede sonar algo iluso García al pensar que nuestros países confiarán entre ellos ciegamente. Pero al menos sus palabras suenan refrescantes frente a los gritos de guerra de nuestros escandalosos líderes autoritarios en la región.
Alan García da cifras alarmantes sobre el absurdo gasto militar que estamos viviendo en nuestra región: “En los últimos cinco años… nuestros países han destinado al gasto militar un total de 156 mil millones de dólares… y podría alcanzar en este año a 38 mil millones de dólares”. “Si no se hubieran destinado 23 mil millones a la compra de nuevas armas y si se hubiera reducido, apenas, en un 15% el gasto de los cinco años en operaciones normales y mantenimiento de la tropa y recursos, hubiéramos tenido fondos para sacar de la pobreza a no menos de 30 millones de sudamericanos”.
Eso es mucha plata. Y son muchas personas. Lo sabe bien Hugo Chávez, que estuvo recientemente de gran shopping belicista en Rusia. Venezuela junto con Colombia, Brasil y Chile son los países que más han aumentado su presupuesto militar en los últimos cinco años.
Parecería sencillo esto de ser realmente países amigos, con lo mucho que nos parecemos y compartimos. Sin embargo, nuestros presidentes declaman sobre unidad latinoamericana escondiendo una granada en el bolsillo. Y muchos de ellos siguen culpando a los mismos cucos de siempre por nuestra pobreza –el FMI, el neoliberalismo, los gringos– mientras despilfarran absurdamente en armamento.
Tal vez la carta de Alan García se pierda como un simple gesto idealista. Pero basta ver al propio García para ser más optimistas. Este es un presidente que destrozó en su primera presidencia al Perú, cuando su ideología y prácticas se parecían a las que tristemente hoy nos toca vivir con Correa. Pero maduró. Y dos décadas después, en su segunda presidencia, ha abierto su país al mundo y al progreso. Sí se puede cambiar, aunque tome tiempo.
“Es verdad que nos separan modelos ideológicos y que aún discutimos sobre algunas diferencias y reclamos históricos. Pero nada de eso puede llevarnos irracionalmente a la guerra. Y con toda razón el pueblo sudamericano rechazará que se continúe hablando de integración mientras los países se arman unos contra otros…”, concluye el mensaje de García. Que entre tanto griterío trae, al menos, una esperanza en el camino.
1 comentario:
peruanos ladrones devuelvan la amazonia a mi amado ecuador!!!
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