Según un estudio publicado en la revista Líderes, el Ecuador es un país de emprendedores. Lideramos, junto a algunos vecinos de América Latina, el ranking mundial en actividad emprendedora y desarrollo de negocios.
Emprendemos, en gran parte, porque necesitamos otra fuente de ingreso para redondear nuestro sueldo o porque no encontramos trabajo estable. De la necesidad nacen buenas ideas. Basta con darse una vueltita por las ferias de negocios en colegios o universidades. Los estudiantes están llenos de buenas propuestas de negocios.
Las empresas privadas ponen su parte apoyando el emprendimiento. Por ejemplo, Cervecería Nacional tiene su programa Siembra Futuro que promueve la creación de nuevas empresas, capacitando y financiando a varios emprendedores. El año pasado recibieron más de mil quinientas propuestas, entre las que escogieron las mejores 31, de varias provincias del país.
El mensaje es claro. Queremos trabajar, hacer negocios, emprender, crecer, ganar plata, generar empleo. Queremos la libertad, facilidades, y de ser posible, el apoyo para poner nuestro negocio.
El Gobierno ha dado un buen paso a través de la CFN y su crédito para emprendedores universitarios y recién graduados. Pero esta iniciativa se contradice con los mensajes y acciones antiempresa del Gobierno.
El emprendedor ecuatoriano enfrenta un clima adverso que lo lleva a considerar varias veces si debe lanzarse con su idea de negocio. Los mensajes que llegan del Presidente y su gobierno no ayudan. En lugar de hablar de la importancia de hacer empresa y generar trabajo, el Gobierno está más preocupado viendo cómo le saca más impuestos al empresario, como complicarle la contratación de empleados o castigarlo por cualquier falta laboral. En lugar de animarnos a ser los mejores para vencer a la competencia, nos dicen que no creen realmente en eso de la competencia. En otras palabras, que esperemos pasivamente que el papá Estado se encargue de todo para al final recibir migajas. Con esto, el Gobierno solo motiva que el recién graduado busque palanquearse un puestito público, antes que iniciar su propio negocio.
En la Venezuela, que Correa tanto imita, casi no hay industrias. Todo lo importan. El emprendimiento privado se vuelve secundario ante un Estado opresor. En la Cuba, que Correa idolatra, el deseo natural de emprender, superarse y ganar dinero hace tiempos que ha sido aplastado por la dictadura, que solo para este Gobierno es una forma de democracia.
Ecuador sigue siendo una tierra de emprendedores. ¿Podrá sobrevivir el emprendimiento a las amenazas de una radicalización del modelo socialista-chavista? ¿Quiere realmente el Gobierno que existan más emprendedores en este país? ¿O prefiere que todos dependamos directamente de los regalos y caridad del papá Estado?
Una cosa es clara: el modelo que nos quieren imponer va en dirección contraria al emprendimiento individual. No pueden hablarnos de apoyo a la empresa, mientras el Estado –el Gobierno– va ocupando todos los espacios, incluso el privado. No hay motivación para emprender en un ambiente que sataniza el deseo de ganar dinero y crecer.
Las boinas rojas; las camisas bordadas; los gritos de socialismo o muerte y hasta la victoria siempre; simplemente no combinan con el emprendimiento individual.
Ecuador, país de emprendedores. ¿Cuánto tiempo más podremos decirlo?
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