¿En qué momento la ideología suplantó a la verdad? ¿En qué momento la afinidad ideológica se puso por encima de nuestro bienestar, progreso y unidad?
Hoy, la Latinoamérica del club de Chávez responde ante todo a la ideología, o lo que definen como ideología según sus conveniencias. La verdad es relativa. Depende de quien la diga. La supuesta unidad entre los pueblos aplica solo para aquellos regidos bajo la espada chavista.
Chávez se vuelve a pelear con el gobierno colombiano. Ha retirado su embajador en Bogotá y advierte con romper relaciones con ese país. También amenazó con expropiar las empresas de capital colombiano en Venezuela y poner fin a todos los acuerdos comerciales con el gobierno de Uribe.
Chávez está dispuesto a ir contra los intereses de los propios venezolanos que día a día compran y venden productos a sus vecinos. Está dispuesto a romper la unidad entre dos países que comparten la misma cultura y hasta la misma bandera. Todo porque no simpatiza con el gobierno colombiano. Porque Uribe no es parte de su círculo socialista autoritario.
Con Correa la cosa va igual. Más aranceles a productos colombianos. Amenazas de guerra con Colombia. “Si Colombia nos agrede nuevamente, la respuesta será militar”, dijo el Presidente. ¿Obedecen estos aranceles a una estrategia para favorecer al Ecuador o hay detrás una dedicatoria para perjudicar a Colombia? ¿Reflejan estas amenazas bélicas una defensa de soberanía, o las impulsa una antipatía con el vecino?
En la posesión del presidente Martinelli en Panamá no estuvieron los amigos del club. Con un presidente empresario no aplica eso de la unidad latinoamericana. Pero si fuera del equipo socialista los hubiésemos visto en primera fila.
Con Zelaya, en cambio, sí aplica la unidad de los pueblos y todos esos discursos. ¿Imaginan a Correa y sus amigos hablando de democracia y volando solidariamente en sus jets a acompañarlo, si Zelaya no fuese parte de la jauría chavista?
Por acá, el Fiscal quiere investigar a los ecuatorianos que le creen al Mono Jojoy. Pero solo al video, no al último comunicado de las FARC que niega haber financiado la campaña de Correa. Ese sí tenemos que creerlo todos. Nuestra libertad, al igual que la unidad regional, condicionada por nuestra ideología y afinidades políticas.
Tantos discursos solidarios, tanta labia patriotera, para al final ser los primeros en romper relaciones con países hermanos.
La unidad latinoamericana es una farsa mientras esta se limite a pasajeras coincidencias ideológicas y no a intereses comunes prácticos, permanentes y reales. Sobre todo no existirá, mientras tengamos presidentes que desconozcan principios básicos, como el respeto a la propiedad privada y a la libertad individual, y pretendan suplantarlos por la imposición de un estado omnipotente que rige sobre la voluntad, derechos y deseos de la gente.
Otra década perdida para América Latina, sobre todo la que baila al ritmo de la canción que le pongan en Caracas. Los que más hablan de unidad, sueños bolivarianos, y hermandad de los pueblos, destruyen la posibilidad de caminar juntos. Lastimosamente, el resto de líderes que debería guiar nuestra unidad hace su trabajo casa adentro en silencio, mientras los escandalosos fans de las boinas rojas conducen este nefasto show directo al barranco.
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