Según su página web, el Conartel “es un organismo autónomo de derecho público”. Linda autonomía socialista del Siglo XXI. Han tenido su sentido del humor.
El Conartel es hoy un organismo vergonzosamente obediente del poder. Si sus miembros siguen tan aplicados y sumisos, se ganarán todas las sonrisitas del jefe y un vergonzoso e importante capítulo en nuestra historia nacional de atropellos.
Rafael Correa no puede hacerlo todo solo. Necesita gente que ejecute sus órdenes. Gente que cumpla sin hacer preguntas ni analizar las consecuencias de sus actos. Sus ejecutores olvidan que el poder que tienen ahora es pasajero. Que el gobierno de Rafael Correa es pasajero. Pero la reputación permanece por mucho tiempo. El tiempo y la memoria no borran fácilmente los atropellos.
Veo a Antonio García, el joven presidente del Conartel, hablar a los periodistas, como quien no dice nada. Les informa que se ha iniciado el tercer proceso contra Teleamazonas, por dizque violar la nueva ley favorita de Correa que dice que no se puede transmitir noticias basadas en supuestos que causen conmoción social. En otras palabras, García informa que el Conartel, siguiendo la voluntad del Ejecutivo, ha iniciado arbitrariamente el proceso para cerrar Teleamazonas, callar sus noticieros y periodistas, y consolidar así el atropello de Correa a la libertad de expresión.
Correa dijo que “los medios de comunicación no están por encima de la ley”. Pero por lo visto él sí lo está. Pretender callar un canal de televisión utilizando absurdamente como excusa un par de reportajes, eso sí es estar por encima de la ley. Convertir hechos reales en “supuestos”, y la reacción inofensiva del televidente en “conmoción social”, eso sí es estar por encima de la ley. Llegar a cerrar un canal de televisión con estas excusas no sería solo estar por encima de la ley. Eso es ser la ley.
Correa pidió a los periodistas que, “en vez de hacer tanto estruendo de que se está atentando contra la libertad de expresión”, reclamen “si está cumpliéndose o no la ley”. Aquí reclamo. No se está cumpliendo la ley. Se están tergiversando hechos (decir que son supuestos lo que fueron hechos) e inventando consecuencias (conmociones sociales que no han existido) para adaptarlos a una ley absurda y así alcanzar sus sanciones desproporcionadas.
El debate no es si los medios hacen un buen o mal trabajo. O si sus reportajes son totalmente neutrales o tienen intereses particulares. Menos aún si sus dueños son banqueros o verduleros. No desviemos la cosa. Lo que está en juego es nuestra libertad para expresarnos. Que no nos metan el cuento de que todo está apegado a la ley. El Presidente quiere demostrar que él también tiene el poder para cerrar canales y seguir ganando elecciones. No entiende de libertad. No le interesa la libertad.
Todavía Teleamazonas está al aire. Pero de darse su cierre temporal o definitivo se habrá concretado el más vergonzoso atropello de este Gobierno. No hay excusa que sirva a Rafael Correa y sus funcionarios del Conartel para justificar estas acciones. No olvidaremos a quienes fueron parte de este abuso. Algún día, cuando dejen de ser la ley, tendrán que responder.
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