Semana política de escándalos, insultos, sorpresas, ataques. Pero, “¿qué pasa por la calle? ¡Nada, no pasa nada!”, cantaría Manu Chau.
El Presidente en su show del sábado defiende a su hermano Fabricio e intenta callar a algunos medios que muestran lo que se quiere ocultar. Les quitará la publicidad estatal. Así, de frente y sin sonrojarse, nos restriega en la cara que la plata de los ecuatorianos es en realidad la plata de su Gobierno que sirve para amenazar y callar a los medios críticos.
El Presidente se pregunta “¿cuándo yo he contratado a mi hermano, cuándo mi hermano ha ocupado un cargo público?”. Pero dudo que a su hermano le interese un cargo público con lo bien que le va. Estamos hablando de negocios de grandes ligas, no de simples suelditos dorados.
Dijo e insultó mucho el Presidente este sábado. Pero sus exabruptos que tanta vergüenza y desprestigio traen a la figura presidencial, fueron poca cosa frente a las declaraciones de su hermano. Ese sí nos tuvo entretenidos.
Fabricio dijo de frente, por ejemplo, que compró una compañía panameña que sirva de “cortina” para evitarse problemas. Es decir, no quería que se supiera lo que ahora se sabe gracias a ese periodismo que su hermano tanto desprecia: que ha ganado contratos estatales por varios millones de dólares desde que se inició esta falsa revolución.
También contó Fabricio a este Diario que Gustavo Larrea quiso “cogérsele” a los “diputados de los manteles”. ¿Sí se acuerdan de ellos, no? Esos suplentes que se tomaron el Congreso de la mano del Gobierno para llevarnos a la Constituyente y de ahí al camino que conduce a Caracas. Fabricio cuenta que estos señores le pidieron que le paguen los gastos de alojamiento en Quito. Nada es gratis en esta vida. Y Fabricio muy comedido les habría dicho “Cualquier cosa que requieran le preguntan a él [el contador de PAIS] y yo veo cómo saco los fondos”. Así lo relató el hermano del Presidente. Así, de frente, nos cuenta cómo se consiguen las cosas en estos tiempos de manos limpias y corazones ardientes.
¿Se imaginan cómo hubiese saltado Rafael Correa en sus épocas de ciudadano común si todo esto hubiese sucedido en uno de los gobiernos de quienes él ahora llama “cadáveres políticos”? ¿Se imaginan el escándalo que hubiesen armado los hoy asambleístas y funcionarios del Gobierno? Pero en estos tiempos socialistas parece que no existe la corrupción, solo la mala fe de los medios empeñados en atacar al Gobierno.
¿Cuánto tiempo durarán las discusiones sobre lo dicho y hecho por el “razonablemente listo” hermano del Presidente? Durarán lo que tarde en llegar la próxima gran noticia. ¿Qué tal suspender a Teleamazonas 90 días? Eso seguro regresará el debate alrededor de la libertad de expresión, que en todo caso, es menos grave que tener a los medios hablando de corrupción.
Hasta eso, no hay una sola voz con fuerza en la oposición que diga las cosas como son. Las cortinas y los manteles verdes huelen a podrido, pero pronto se irán olvidando. Correa quedará algo lesionado, pero seguirá avanzando, acaparando poderes, insultando.
¿Y qué pasa por la calle? ¡Nada, no pasa nada!
1 comentario:
Parte de tu post esta citado en Global Voices Online, solo una cosa, por un fatal error nuestro olvidamos hacerte el link oportuno que esperamos devolverlo en una próxima.
Saludos
Milton Ramirez
Publicar un comentario