jueves, junio 25, 2009

Entre cortinas y manteles verdes

Semana política de escándalos, insultos, sorpresas, ataques. Pero, “¿qué pasa por la calle? ¡Nada, no pasa nada!”, cantaría Manu Chau.

El Presidente en su show del sábado defiende a su hermano Fabricio e intenta callar a algunos medios que muestran lo que se quiere ocultar. Les quitará la publicidad estatal. Así, de frente y sin sonrojarse, nos restriega en la cara que la plata de los ecuatorianos es en realidad la plata de su Gobierno que sirve para amenazar y callar a los medios críticos.

El Presidente se pregunta “¿cuándo yo he contratado a mi hermano, cuándo mi hermano ha ocupado un cargo público?”. Pero dudo que a su hermano le interese un cargo público con lo bien que le va. Estamos hablando de negocios de grandes ligas, no de simples suelditos dorados.

Dijo e insultó mucho el Presidente este sábado. Pero sus exabruptos que tanta vergüenza y desprestigio traen a la figura presidencial, fueron poca cosa frente a las declaraciones de su hermano. Ese sí nos tuvo entretenidos.

Fabricio dijo de frente, por ejemplo, que compró una compañía panameña que sirva de “cortina” para evitarse problemas. Es decir, no quería que se supiera lo que ahora se sabe gracias a ese periodismo que su hermano tanto desprecia: que ha ganado contratos estatales por varios millones de dólares desde que se inició esta falsa revolución.

También contó Fabricio a este Diario que Gustavo Larrea quiso “cogérsele” a los “diputados de los manteles”. ¿Sí se acuerdan de ellos, no? Esos suplentes que se tomaron el Congreso de la mano del Gobierno para llevarnos a la Constituyente y de ahí al camino que conduce a Caracas. Fabricio cuenta que estos señores le pidieron que le paguen los gastos de alojamiento en Quito. Nada es gratis en esta vida. Y Fabricio muy comedido les habría dicho “Cualquier cosa que requieran le preguntan a él [el contador de PAIS] y yo veo cómo saco los fondos”. Así lo relató el hermano del Presidente. Así, de frente, nos cuenta cómo se consiguen las cosas en estos tiempos de manos limpias y corazones ardientes.

¿Se imaginan cómo hubiese saltado Rafael Correa en sus épocas de ciudadano común si todo esto hubiese sucedido en uno de los gobiernos de quienes él ahora llama “cadáveres políticos”? ¿Se imaginan el escándalo que hubiesen armado los hoy asambleístas y funcionarios del Gobierno? Pero en estos tiempos socialistas parece que no existe la corrupción, solo la mala fe de los medios empeñados en atacar al Gobierno.

¿Cuánto tiempo durarán las discusiones sobre lo dicho y hecho por el “razonablemente listo” hermano del Presidente? Durarán lo que tarde en llegar la próxima gran noticia. ¿Qué tal suspender a Teleamazonas 90 días? Eso seguro regresará el debate alrededor de la libertad de expresión, que en todo caso, es menos grave que tener a los medios hablando de corrupción.

Hasta eso, no hay una sola voz con fuerza en la oposición que diga las cosas como son. Las cortinas y los manteles verdes huelen a podrido, pero pronto se irán olvidando. Correa quedará algo lesionado, pero seguirá avanzando, acaparando poderes, insultando.

¿Y qué pasa por la calle? ¡Nada, no pasa nada!

lunes, junio 22, 2009

Los pantalones de Alberto

El famoso Padre Alberto, ahora más famoso que nunca porque lo agarraron con las manos en la masa, dijo en una reciente entrevista que “debajo de la sotana hay pantalones”. Gran frase para resumir el dilema existencial y carnal en el que se meten los curas.

A mi colegio jesuita llegaban todos los años curas argentinos a enseñar teología, literatura y filosofía; tomar mate y tocar en su guitarra canciones de Sui Generis y Charly García. Había un par de ellos, un colorado con pinta de surfer y otro que confundían con Clark Kent, que derretían a las madres de familia y a las chicas de otros colegios. Ellas decían que venían al colegio por nosotros, pero en realidad venían por el par de argentinos. Se inventaban cualquier excusa para conversar con uno de los curas. Y al final, el suspiro era siempre el mismo: “¡Qué pena que sea cura. Qué desperdicio!”.

Me caían bien esos curas del colegio. Sobre todo porque no parecían curas. No se vestían como curas. Decían malas palabras, jugaban bien fútbol y cantaban rock latino. Talvez fracasaron conmigo y otros compañeros en su trabajo evangelizador. No nos duró mucho tiempo eso de las misas, las confesiones y hablar con dios. O talvez hicieron bien su trabajo, porque nos enseñaron a hacernos preguntas y no aceptar cualquier cosa que nos digan por ahí.

Lo cierto es que, por alguna razón, los curas que no parecen curas suelen ser los más populares. Igual que las profesoras que no parecen profesoras. O los jefes que no parecen jefes.

El Padre Alberto cumple esta regla. No parecer Padre es su mayor activo. Se ganó más seguidores que Moisés con la ayuda de las cámaras, un micrófono, sus ojos azules y su pinta de actor. Rompiendo el molde de esos curas aburridos y ultra moralistas se ganó los rezos de sus emocionadas feligresas que quizás soñaban despiertas con pasar una tarde con su curita en la arena.

Hasta que sucedió. Los paparazzis hicieron su agosto en mayo. Y la Iglesia se enfrentó nuevamente a ese debate que andaba algo callado: ¿por qué no pueden casarse los curas?

Después de analizar el tema, creo que la respuesta nada tiene que ver con la vida de Jesús, ni con ninguna de esas razonas dizque históricas o religiosas. Más bien creo que tiene que ver con los problemas que podría traer la esposa del cura a la parroquia.

Imagino a las señoras antes muy generosas con el cura, ahora negándose a dar limosna “para que se compre más vestidos y joyas la muy derrochadora esa que se casó con nuestro curita”. O los secretos de confesión regados por todo el pueblo luego que el cura le haya pedido a su mujer que no le cuente a nadie. O los problemas económicos en los que se metería la Iglesia ante cada divorcio en los que los abogados de ella reclamarían la mitad del terreno de la casa parroquial y hasta el cáliz de oro que reposa en el altar.

Sería un dolor de cabeza. Mejor cortar por lo sano y prohibir que se casen.

Al Padre Alberto le tocará ahora meterse de lleno a animador de televisión o fundar su propia religión. Seguro será un éxito en ambas cosas.

Hace poco, en una reunión de compañeros, me pusieron al día de la vida de los curas argentinos que pasaron por mi colegio. Clark Kent trabaja en una parroquia al sur de su país. Y el cura con pinta de surfer se conquistó una guayaca y vive felizmente casado. Ya decíamos nosotros, este no parece cura.

* Publicado en revista SoHo de Junio.

jueves, junio 18, 2009

Plastificando certificados

No me pregunten por quién voté este domingo porque no tengo idea. Marqué una raya mientras leía por primera vez en mi vida unos nombres y apellidos que no pude reconocer. Así es la vida en estos tiempos dizque revolucionarios. Toca votar hasta el cansancio.

La otra mañana escuchaba a un comentarista en la radio alegrarse porque finalmente no tendremos elecciones en cuatro años. Porque ahora sí el Presidente podrá gobernar y tomar las acciones correctas, incluso las que no sean necesariamente las más populares. Sin elecciones por delante, reflexionaba el periodista, Correa ya no tiene que preocuparse de buscar votos o ganar popularidad.

Yo no estaría tan seguro. No me extrañaría que en un par de años tengamos que ir nuevamente a votar. A medida que el Gobierno avanza en su estilo autoritario, más compañeritos y seguidores irán desertando de las filas de su partido. Ya no aguantarán ser parte de un movimiento personalista que olvidó los ideales que compartían, prefiriendo acumular poder y atropellar libertades.

Alberto Acosta fue de los primeros. El ex aliado número uno de este Gobierno hoy lo critica fuertemente. Con referencia al caso Teleamazonas dijo: “…yo creo que es aberrante el hecho de que nos aferremos a una ley, creada en la dictadura… para empezar un proceso contra cualquier medio de comunicación... es un acto que no se ajusta a la ley ni a la razón, ni al sentido común”.

María Paula Romo, una de las caras más visibles del bloque del Gobierno, también ha criticado las acciones del Conartel, o sea de Correa, contra la libertad de prensa. Imagino que la asambleísta vive el dilema de permanecer o no como parte de un Gobierno cada día menos democrático. No me extrañaría verla también desertar del bloque oficialista en la nueva Asamblea.

Y así, como ellos, seguramente veremos a más partidarios de Alianza PAIS que dejarán de identificarse con este Gobierno autoritario que no cumple el cambio esperado. Podría llegar el momento en que el Presidente no tenga a la Asamblea de su lado. Y sus aliados de hoy bloqueen sus propuestas de mañana.

Y ahí es cuando, con la excusa de tener una Asamblea opositora –le dirá corrupta, mediocre y todo lo demás–, y ante la necesidad de elevar su popularidad con una buena dosis de campaña electoral, el Presidente recurriría a ese artículo de su Constitución que le permite “…disolver la Asamblea Nacional… si de forma reiterada e injustificada obstruye la ejecución del Plan Nacional de Desarrollo...”. Y que indica que inmediatamente “…el Consejo Nacional Electoral convocará para una misma fecha a elecciones legislativas y presidenciales para el resto de los respectivos períodos”.

Y volverían las cadenas, los bailes, los mítines, las canciones, las caravanas, los discursos, y el uso de recursos del Estado para otra campaña presidencial. Y Correa elevaría nuevamente su popularidad producida en televisión. Y nuevamente iríamos a votar.

Quién sabe. Tal vez nada de esto suceda. Tal vez esta vez, en serio, no tendremos más campañas y elecciones por cuatro años. Ojalá. Pero por alguna razón, mientras votaba este domingo por unos cuantos desconocidos y hacía plastificar otro certificado de votación –¿cuántos llevamos?–, tuve el presentimiento de que no pasará mucho tiempo hasta que regresemos a marcar una nueva papeleta.

jueves, junio 11, 2009

Obedientes

Según su página web, el Conartel “es un organismo autónomo de derecho público”. Linda autonomía socialista del Siglo XXI. Han tenido su sentido del humor.

El Conartel es hoy un organismo vergonzosamente obediente del poder. Si sus miembros siguen tan aplicados y sumisos, se ganarán todas las sonrisitas del jefe y un vergonzoso e importante capítulo en nuestra historia nacional de atropellos.

Rafael Correa no puede hacerlo todo solo. Necesita gente que ejecute sus órdenes. Gente que cumpla sin hacer preguntas ni analizar las consecuencias de sus actos. Sus ejecutores olvidan que el poder que tienen ahora es pasajero. Que el gobierno de Rafael Correa es pasajero. Pero la reputación permanece por mucho tiempo. El tiempo y la memoria no borran fácilmente los atropellos.

Veo a Antonio García, el joven presidente del Conartel, hablar a los periodistas, como quien no dice nada. Les informa que se ha iniciado el tercer proceso contra Teleamazonas, por dizque violar la nueva ley favorita de Correa que dice que no se puede transmitir noticias basadas en supuestos que causen conmoción social. En otras palabras, García informa que el Conartel, siguiendo la voluntad del Ejecutivo, ha iniciado arbitrariamente el proceso para cerrar Teleamazonas, callar sus noticieros y periodistas, y consolidar así el atropello de Correa a la libertad de expresión.

Correa dijo que “los medios de comunicación no están por encima de la ley”. Pero por lo visto él sí lo está. Pretender callar un canal de televisión utilizando absurdamente como excusa un par de reportajes, eso sí es estar por encima de la ley. Convertir hechos reales en “supuestos”, y la reacción inofensiva del televidente en “conmoción social”, eso sí es estar por encima de la ley. Llegar a cerrar un canal de televisión con estas excusas no sería solo estar por encima de la ley. Eso es ser la ley.

Correa pidió a los periodistas que, “en vez de hacer tanto estruendo de que se está atentando contra la libertad de expresión”, reclamen “si está cumpliéndose o no la ley”. Aquí reclamo. No se está cumpliendo la ley. Se están tergiversando hechos (decir que son supuestos lo que fueron hechos) e inventando consecuencias (conmociones sociales que no han existido) para adaptarlos a una ley absurda y así alcanzar sus sanciones desproporcionadas.

El debate no es si los medios hacen un buen o mal trabajo. O si sus reportajes son totalmente neutrales o tienen intereses particulares. Menos aún si sus dueños son banqueros o verduleros. No desviemos la cosa. Lo que está en juego es nuestra libertad para expresarnos. Que no nos metan el cuento de que todo está apegado a la ley. El Presidente quiere demostrar que él también tiene el poder para cerrar canales y seguir ganando elecciones. No entiende de libertad. No le interesa la libertad.

Todavía Teleamazonas está al aire. Pero de darse su cierre temporal o definitivo se habrá concretado el más vergonzoso atropello de este Gobierno. No hay excusa que sirva a Rafael Correa y sus funcionarios del Conartel para justificar estas acciones. No olvidaremos a quienes fueron parte de este abuso. Algún día, cuando dejen de ser la ley, tendrán que responder.

jueves, junio 04, 2009

Pobrecitos

Me hubiera gustado ver ese debate entre Hugo Chávez y Mario Vargas Llosa. Latinoamérica habría presenciado un intercambio de ideas entre quienes creen que el gobierno debe controlarlo todo y quienes creen en la libertad individual como motor de progreso.

Pero el problema con Chávez y sus amigos no es simplemente de ideas. El problema es que, a la hora de la hora, nuestros socialistas de este siglo no quieren ni permiten ese intercambio de ideas. Dicen que están abiertos a los debates y a las críticas. Pero en la práctica apagan toda posibilidad de debate. Aniquilan las críticas atacando a los medios de comunicación y la libertad de expresión.

Chávez rompe el clima de respeto y libertad necesario para el debate cuando amenaza y cierra canales de televisión. O cuando retiene en el aeropuerto a los Vargas Llosa, padre e hijo, para dejarles claro que su majestad de boina roja no está contento con su presencia. Vergonzosa actitud. Prueba que no es presidente de su país. Es su dueño que decide bajo qué condiciones pueden visitarlo.

Rafael Correa no se queda muy atrás. Rompe también esa libertad y respeto el momento que amenaza con demandar a los medios de comunicación que dicen algo que no le gusta o que le parece incorrecto.

En su momento, quienes han expresado de frente su rechazo al Presidente han sido invitados a pasar unos días tras las barras con la excusa de una retrógrada ley que reprime con cárcel a quien “con amenazas, amagos o injurias, ofendiere al Presidente”. Linda ley para abusar del poder.

Ahora, manipulan una ley que cae perfecta para callar a los medios. Dice que “se prohíbe a las estaciones de radiodifusión y televisión transmitir noticias basadas en supuestos que puedan producir prejuicios o conmociones sociales o públicas”. Esos “supuestos”, obviamente, serían definidos por el Gobierno. Y lo que significa “prejuicio o conmoción social” también quedará a discreción del poder. Con lo poco que se lee en este país es casi imposible que una noticia en un diario cause conmoción social. Pero como en Carondelet parece que leen hasta los Clasificados, bastaría que ahí se produzca la conmoción para que le metan un juicio al periódico.

El problema entonces va más allá de las ideas de los gobiernos, si son de izquierda, derecha, o lo que venga. El problema es cuando se creen dueños de la opinión pública y dueños de sus países. Cuando no entienden lo que significa la libertad de expresión y hacen todo lo posible para callar las voces contrarias.

Correa y Chávez promueven ahora una instancia regional que “proteja a los gobiernos legítimos de los abusos de la prensa corrupta”. Pobrecitos. Ahora resulta que la protección no es para los ciudadanos contra los abusos del gobierno, como debería ser. Aquí es lo contrario. Son los gobiernos indefensos quienes buscan protegerse de lo que sus ciudadanos escriban en diarios o digan en los micrófonos.

No son suficientes las infinitas horas que pasan estos presidentes en la televisión lavándonos el cerebro. No son suficientes todos los medios de comunicación a su disposición. Quieren más.

No deben ser tan malos los medios de comunicación cuando tanto les gusta tenerlos. Y hablando de eso ¿cuándo venderá nuestro Gobierno finalmente los canales incautados?

miércoles, junio 03, 2009

Revista la U. - Junio 2009

Ya está circulando la U. de junio en tu universidad!!!



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